MARÍA DEL CARMEN MARENGO
(Balnearia, ARGENTINA 1968). Ha publicado en poesía El fuego invisible (Alción, 2001), El camino de los ángeles (Alción, 2003) y El libro de los jardines y los abismos (Recovecos, 2007). En ensayo, Geografías de la poesía. Representación del espacio y formación del campo de la poesía argentina en la década del cincuenta (Editorial Municipal, 2006).
Y la nouvelle El legado (Alción Ed.). Recibió el premio Luis de Tejeda en género ensayo en 2005. Es docente en la cátedra de Literatura Argentina III en la UNC y de Lit. Argentina y Lit. Latinoamericana en nivel terciario.
Un padre
que te suelta
la mano
un segundo antes
de que mueras.
Si sólo supieras
que no quería dejarte.
*
Y caminamos solos
por el día y por la noche.
Desde aquel día
caminamos solos.
Y todavía hay quienes ven
las huellas
del que nos llevaría
de la mano.
*
Y nos convertimos
en niños
que van cantando
con una escudilla.
Nos convertiríamos
en estatuas,
de esas que se deshacen
con solo tocarlas.
*
De pronto
nos dimos cuenta
de que íbamos a ser huérfanos.
El cielo
se nos vendría encima
como castigo.
*
Si te abandonan
como a un niño,
como a una niña,
en el viento,
frente al mar.
¿Adónde crees
que irías a buscar
las palabras
que te faltan?
*
Que iban a estar ahí,
inmutables.
Un mundo para nosotros,
alrededor de nosotros,
cuidándonos,
viéndonos.
*
Todo el abandono
podría compararse
con esta pequeña tarde.
*
Levanto el barrilete
y las nubes negras
me avisan
“Está cerca”.
Pobrecito
el barrilete solo
y la niña sola.
*
Una red
que te envuelve y te acaricia,
te cuida
y te abraza.
Una red de dulces hilos,
como a pez de juguete,
para dejarte
en el mar.
*
Volvieron a ser niños
cuando abandonaron
el Paraíso
de El camino de los ángeles
Estar ahí
Estar ahí
otra vez.
Adonde todo pertenece.
Reconocerse,
quizá en una criatura
o un perro.
Reconocerse
y volver,
otra vez,
al desierto.
La lágrima
La lágrima
despojó a los hijos
de su deber.
Hizo flaquear
sus ambiciones.
Y gobernó
en el desierto,
donde habían construido
su nueva casa.
La lágrima
impuso condiciones.
De El fuego invisible
Un hilo
Un hilo
pasaba por su cuerpo.
Pasaba por su mano,
pasaba por su pie.
Era la línea que va
de su mano hasta su pie
Como un ángel malo,
se soltó.
Píe
con tu pie tocabas el suyo
y te unías al hilo.
Con tu mano te aferrabas
como quien tira
del hilo
de un barrilete
y lo arrastra.
Dispuesto a tirar de él
Eternamente
De El libro de los jardines y los abismos
Perdido
Perdido el cielo prometido,
no buscas
nada semejante
ni nada
que pueda parecerte tan hermoso.
Y si ya creíste
que te dieron
y te quitaron
todo lo que podía serte dado y quitado
¿a qué entonces
jugar
a lo más puro,
a lo más ferviente?
¿con reservas?
Nada redime con reservas;
menos aun
si quedan hojas rotas,
restos de frutos
de la discordia.
Se derrumbó todo
Se derrumbó todo,
sobre tu cabeza,
bajo tus pies.
Como el domo aquel
de Santa Sofía
que no resistía
los terremotos
ni la propia presión
ejercida sobre las columnas
que la sostenían.
Y te preguntas
por qué.
(Todo junto,
en un mismo año).
Construiremos
con cimientos antisísmicos,
ya el tiempo ha pasado,
y que tu corazón emigre
de aquella ruina.
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