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miércoles, 27 de octubre de 2010

1828.- HORACIO SALAS


Horacio Salas nació en Buenos Aires el 13 de agosto de 1938.
Entre numerosas distinciones, recibió el Premio Nacional de Crítica Literaria, el Premio Municipal de Poesía, el Premio Nacional de Ensayo y el Premio Konex. El gobierno francés lo condecoró con la orden de Caballero de las Artes y las Letras y, en el 2001, fue declarado por la Legislatura “Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires”.

POESÍA:
"El tiempo insuficiente”, Ed. Cuadernos del Siroco, Buenos Aires, 1962.
"La soledad en pedazos”, Ed. Barrilete, Buenos Aires, 1964.
"El Caudillo”, Ed. Pleamar, Buenos Aires, 1966.
"Memoria del tiempo”, Ed. Losada, Buenos Aires, 1966.
"La corrupción”, Ed. Américalee, Buenos Aires, 1969.
"Mate pastor”, Ed. de la Flor, Buenos Aires, 1971.
"Gajes del oficio”, Ed. Taranto, Madrid, 1979.
"Veinte años no es nada” (Antología), Fundación Argentina para la poesía, Buenos Aires, 1982.
"El Aleph”, Ed. Taranto, Madrid, 1983.
"Cuestiones personales”, Ed. Torres Agüero, Buenos Aires, 1985; Ed. Playor, Madrid, 1986.
"El otro”, Manrique Zago Editor, Buenos Aires, 1990.
"Antología personal”, Instituto de Cooperación Iberoamericana. Colección del Quinto Centenario, Madrid 1992.
"Antología incompleta”, Ediciones Tierra Firme, Buenos Aires, 1996.
"Antología poética”, Ed. Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires, 1996.




Platos

Platos descoloridos por décadas de almuerzos y de cenas
confrontando colores con zapallos y paltas
con morrones ardientes
combinaciones con el berro o el rojo del gazpacho
aquellos platos amarillos de mi infancia
platos para largos diálogos de vino y sobremesa
platos donde mis hijos desbordaban papillas
y bananas pisadas
platos azules que atravesaron el Atlántico
platos de cerámica de humilde loza o porcelana
platos para las cazuelas y los curries
platos para los pescados y los pollos
platos de sufrimientos y de exilio
platos vacíos y platos rebosantes de festejos
o sopas del invierno
platos que acompañaron nuestra historia
platos aparecidos en la vida antes de nuestro nacimiento

platos que perduran más allá de otras muertes
platos con los que nadie sabrá qué hacer cuando me muera.






Treinta y cinco milímetros

Cuando nos veamos tal como nos ve la Canon
nuestras sonrisas los ojos entrecerrados por el sol
serán pasado
de este momento tendremos unas pocas imágenes
captadas desde el ángulo barrido por la lente
con el tiempo una copia de rasgos desteñidos
será lo único que reste de los gestos de ahora
esa primera risa de algún hijo
un movimiento de la mano un guiño
o el golpe de encontrarnos de pronto a los que han muerto
que nos miran impávidos
acusándonos
porque no los amamos lo bastante
porque en realidad los hemos olvidado.






El custodio

Como todo poeta que se precie también tengo una novela
guardada en el ropero junto con el cadáver de un tío
millonario
a veces toco como un objeto sacro esos papeles
marcados por una vieja Underwood con la o despareja
No me atrevo a leerlos (temor a la autocrítica textos
amarillentos)
prefiero reavivar antiguas proyecciones daguerrotipos y
postales
los soldados de plomo / la pelota de goma rojiblanca
el frío del casco con penacho / la coraza / el rifle de dos
caños
las sillas tapizadas en verde / la luz anaranjada de la radio
el álbum de la guerra de trincheras
acaso estas fotografías intransferibles
no sean más que metáforas de un sueño rastros inciertos
de un museo abierto a un solo visitante
carente de interés para extranjeros.







Obra completa

Todos los dolores y las perplejidades de un hombre
pueden ser cobijados en un solo volumen
atareado oculto entre dos tomos en la segunda fila
Los pasos desde aquel lejano primer día
el brillo en la mirada que se perdió en la tarde las sonrisas
y esa voz enronquecida por la almohada
nombres grabados en un árbol y una fecha
debajo
convertidos en una traducción de pocas líneas
humo de la ambigüedad palabras reunidas en un temblor
eléctrico
serán lecturas distraídas antes de un examen
o el desdén de un hojeo en un insomnio
la inmovilidad en alguna biblioteca de barrio

¿Y la mano anónima que subrayó dos versos?
¿Ese fue el resultado?

De Dar de nuevo





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Mirá Ginsberg sos un falso estás exagerando siempre
el mismo extremista
Yo he visto a las mejores mentes de mi generación
destruidas
por mantener puestitos miserables no por
zambullirse en la violencia de la sangre
o en los oscuros laberintos de los sueños
Los he visto permanecer frente a los timbres de un
horario
lustrando portafolios con el brazo
con los dedos mochos sobre las rémington
escribiendo facturas sonriendo puntualmente
inventando una crónica
No fueron los paraísos de las drogas no fue el pobre
De Quincey el culpable
nada tuvo que ver el general Mac Arthur ni el vino
ni la coca
la derrota en Seúl la huida tras los puentes
incendiados
ni la calva de Ike en los afiches
Ni Broadway ni la Quinta Avenida ni Harlem
Chicago Goldwater ni Carmichael
ni Mac Carthy el bigote de Stalin las sentencias de
Lenin
ni siquiera Perón
Los sonetos las rosas los ojitos anegados de lágrimas
las tenues elegías las bellas letras negras de las
tapas
el suplemento marrón de los domingos una dama
compuesta entre las flores
los ensayos metódicos prolijos eruditos nada tienen
que ver no son culpables
Yo he visto a las mejores mentes de mi generación
inclinarse
sobre enormes libracos quebrando la tristeza en
una mueca
trepando túneles ocultando celosamente la ternura
No tuvieron tiempo de crecer los arrancaron verdes
y quedaron bailando sobre el aire
detenidos en un pasaje absurdo
desnudos en una pesadilla rodeados de muchachas
escépticas
porque saben que aquí no pasa nada
He visto a las mejores mentes de mi generación
tiradas en divanes contando lo que hacían con su
sexo y sus manos
y su amor por mamita y su impotencia
He visto filmar sus inquietudes sus angustias
orales
que se aplacan tapadas de burbujas
Ah viejo Freud las cosas que repiten en tu nombre
Desde las mesas de los bares del centro han crecido
para guardar sus cuentos
sus poemas los recortes donde alguien los nombró
con cariño
Los he visto estirar sus bostezos y recordar detrás
de los cristales deformados
alguna antigua serie de aventuras
veintecincuenta llamando a jefatura Simón Templar
o una heroica conquista de James Bond
Atados atareados caminando de tanto en tanto
aniquilan un sueño
que vuelve traicionero como la imagen de un amor
frustrado
Tanques rajando el pavimento el tableteo de las
registradoras
y las columnas rojas del libro inventario
donde una vez pensamos hacer saltar el mundo por
el aire
Ni siquiera nos jugamos a cara o ceca
nadie se atrevió a arriesgarse con los dados del
tiempo
y las mejores mentes de mi generación
hoy gritan por lo bajo a media voz su descontento
Las mejores mentes de mi generación a veces
escriben todavía
pero en cada página elaboran el duelo de sus sueños
los proyectos tirados en el tacho destrozados
Sólo las pesadillas tienen tiempo de armarles de
nuevo la cabeza
de soplarles el polvo que se junta entre la
madrugada y la mañana
Las mejores mentes de mi generación
de vez en cuando protestan frente al televisor
entre aviso y aviso entre whisky y whisky
entre círculo y círculo de humo
Atacan la censura se encuentran en el atrio de los
cines
y viven
bajo la mirada avizora de los hijos
los celos de un amor repetido y el fracaso
Varias horas cayeron del olvido en los rincones
y allí entre las pelusas del pasado han quedado unas
cuantas lecturas subversivas
los ojos de Guevara sobre un catre de piedra
con los dedos cortados y la conciencia limpia por
Florida
Las mejores mentes de mi generación
no cayeron por suerte en el delirio
ni buscan la heroína la luz de la locura o el Infierno
valientemente abandonaron la poesía
se reúnen los viernes a la noche y aplauden como
escolares
se excitan como adolescentes
regresan a sus camas y estos niñitos buenos hacen
crujir las sábanas
al menos una vez a la semana
Porque mañana asumirá el nuevo presidente de los
argentinos
mientras las mejores mentes de mi generación se
apiñan
en trenes suburbanos y saben leer el diario detrás
de la noticia
y a la medianoche después de haber comido sufren
con los niños de Biafra
tan panzones los pobres
Luego apagan la luz y sueñan con los angelitos
Roncan tienen menos pelo que antes y son más
mesurados
ya no leen cada noche la juventud se fue qué tanto
de vez en cuando cumplen con el pasado y escriben
un poema
La Secretaría de Prensa facilitará las fotos del nuevo
presidente
En esta noche aciaga para la República
Dios salve a usted por muchos años (o unos meses
al menos)
De mi mayor consideración
Su seguro servidor
Comando Tupamaros
Cuatro maleantes fueron muertos en un extraño
suceso
Lamentablemente la policía se vio obligada a
reprimir
Nunca dimos tanto los palos se quebraban como
paja en las espaldas

de Mate pastor (1971)






Más allá del bien y del mal

"Se dice que Nietzche, después de haber roto
con Lou Salomé, en una soledad definitiva,
aplastado y exaltado al mismo tiempo
por las perspectivas de esa obra inmensa
que iba a llevar a cabo sin ninguna ayuda,
se paseaba por las noches entre las montañas
que dominan el golfo de Génova y allí encendía
grandes hogueras de hojas y ramas,
que él contemplaba consumirse,"
Albert Camus


Cuando sopla los rescoldos de las primeras luces
sus ojos continúan escondidos -cada vez más pequeños-
entre bocanadas de humo y ese rayo que penetra oblicuo
-me atrevería a decir que inúltimente-el dormitorio
con una precisión de geometría euclidiana
la memoria regresa desde habitaciones acolchadas
donde el alcohol repite sus ojeras
porque el oceáno se ha encargado de inundar las bodegas
y los caballos locos arrasan los cultivos
tan amoramente trabajados
y los espectros de las primeras noches se han hecho familiares
y cambiaría toda su biblioteca por una simple sonrisa
por el roce de su mano en sus manos
por la paz de las tardes de octubre
en la ciudad lejana que ocuparon los tártaros
Pero todo está dicho
y hasta los esqueletos de las catacumbas
parecen los muertitos de azúcar de Querétaro

(apenas una fórmula de tiza
trazos favorecidos del Testut de 1921
¿o era aquella madrugada entre lágrimas y frases
de ternura
capaces de marcar el escudo de una ganadería en pleno pecho?)

Y teme a esas palabras que caen de los balcones
igual que enredaderas
cuchillos que cuelgan como arañas
y poco a poco volverá el fuego a su memoria
al contraluz de una hoja de otoño en la barranca
a una casa abandonada al lado de las vías
a ese ruido de platos y cubiertos que se chocan
mientras el satélite cruza por el cielo
detrás de un farol rojo
donde Liza Minelli y Judy Garland cantan Swannie
una vez
y otra vez
y para siempre

De. "Cuestiones personales", Torres Aguero Editor, 1985



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