Rui Knopfli
Rui Manuel Correia Knopfli (Inhambane, África Oriental Portuguesa, 10 de agosto de 1932 - Lisboa, 25 de diciembre de 1997) poeta, crítico y periodista mozambiqueño.
Estudió en Sudáfrica y comenzó su carrera profesional en Lourenço Marques (actual Maputo).
Interactuó con las figuras intelectuales más importantes de su época y fue embajador de Portugal en Londres. Su obra está marcada por el intimismo, la melancolía y la consciencia de la estética escrita.
Obra
O País dos Outros, 1959
Reino Submarino, 1962
Máquina de Areia, 1964
Mangas Verdes com Sal, 1969
A Ilha de Próspero, 1972
O Escriba Acocorado, 1978
Memória Consentida: 20 Anos de Poesia 1959-1979, 1982
O Corpo de Atena, 1984
O monhé das cobras, 1997
Obra Poética, 2003
Un poema de Rui Knopfli
II. Patria
Un camino de grava suelta que lleva a ninguna
parte. Árboles con nombres como casuarina,
eucalipto, chanfuta. Plácidos, los ríos también
tenían nombres con que solíamos designarlos.
Tal como las aves sobrevuelan bajo el chaparral
y el bosque rumbo al azul y al verde más denso
y misterioso, habitado por dioses y duendes
de una mitología que no aparece en los tomos y tratados
que a tales asuntos suelen consagrarse. Después,
con campos vallados, elevaciones y mesetas, y más ríos
entrecortando la sabana, y árboles y caminos,
aldeas, pueblos y ciudades con hombres dentro,
el paisaje se extendía hasta perderse de vista
en el capricho de una lengua imaginaria. A eso
llamábamos patria. A veces, de cierto rincón
oscuro, erguíase un canto bárbaro y doliente,
el cristal súbito de una carcajada, un sollozo
inefable, la lasciva sordina de los cuerpos enlazados.
O tambores de paz simulando una guerra
que no habría de anunciarse de forma
tan remota y convencional. Pero la sangre irrigó
la tierra, estremeció el corazón de los árboles
y mis hermanos, mis enemigos murieron. Se hablaban
una sola y varias lenguas y a eso,
por extraño que parezca, también lo llamábamos patria.
De cuatro paredes quedaron las piedras. Con las chapas
de zinc y la madera herida de las vigas,
una casa. Partes de un cuerpo
desmembrado, dispersas al acaso; viento y silencio
las atraviesan y no dura en ellas la memoria
que en mí, residual, subsiste. Sobre escombros debería,
quizás, llorar la patria y la infancia, los muertos
que antecedieron a la muerte, el primer y postrero
amor. Cuatro paredes derruidas al acaso bastaron
para que, en lo que era solo mundo, entrase todo el mundo
y el polígono demarcado, conservando aún
su configuración original, fuese recorrido
por un escalofrío extranjero, una premonición de hielos
e invierno. Algo alteraba imperceptiblemente
su perfil, minado por secreta, obstinada enfermedad.
Semejante a cualquier otro, el lugar volvía, meta
y punto de partida, conceptos que, como la línea imaginaria,
circunscriben, y del todo eluden, lo esencial.
Rodeado por sombras y árboles, el camino de grava,
que supuestamente conducía a alguna parte, abríase
al mundo. La experiencia reduce, empero,
la segunda a la primera de las aserciones: por el mundo
no se llega a ninguna parte; se restringen ficción
y paisaje a lo exiguo, mas esencial: legado
de palabras, patria es solo la lengua en que me digo.
(De O escriba acocorado, 1978; Traducción: Luis María Marina)
CAMINO
Me doy cuenta de pronto.
Sigue el viaje de los años.
Pasó el tiempo de las moras
y de las naranjas robadas,
la flor de la lluvia dorada
para chupar el gustito a azúcar.
Sueño con un paisaje de cedros
que nunca he visto.
Me apetece dejar el cuerpo dormido
junto a la radio
e ir a paser por las ramas de los árboles
y sobre los cables del teléfono.
Nada que hacer,
pesado de amarguras y desiertos
sigue el viaje de los años.
Traducido por El transcriptor del libro O País dos Outros (1959), recogido en Memória Consentida: 20 anos de poesia, 1959-1979. Biblioteca de Autores Portugueses, Biblioteca Nacional/Casa da Moeda, Lisboa, 1982.
ESTRADA
Súbito apercebo-me:
Segue a viagem dos anos.
Passou o tempo das amoras
e das laranjas furtadas,
a flor da chuva de ouro
para sugar o gostinho a açúcar.
Sonho com uma comprida paisagem de cedros
que nunca vi.
Apetece-me deixar o corpo adormecido
junto ao rádio
e ir passear pelos galhos das árvores
e sobre os fios telefónicos.
Nada feito,
pesada de agruras e desertos
segue a viagem dos anos.
MEMORIA DEL AGUA
Gestos y palabras que creí
escritos a fuego
en la dura pared del tiempo.
De pura piedad se los bebió
la memoria del agua
que, no reteniendo nada,
a todo da sepultura.
De su libro Mangas verdes com sal (1969), incluído en Rui Knopfli. Memória consentida. 20 anos de poesia 1959/1979. Imprensa Nacional – Casa da Moeda, Dezembro 1982.
Poema traducido por El transcriptor
MEMÓRIA DA ÁGUA
Gestos e palavras que crera
escritos a fogo
na dura parede do tempo.
De pura piedade os bebeu
a memória da água
que, nada retendo,
a tudo dá sepultura.
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