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domingo, 9 de junio de 2013

NIKOS PAPPÁS [10.077]


Nikos Pappás (Trícala 1906-1997) es uno de los poetas griegos de la llamada "poesía de resistencia", que cantaron a la lucha contra la ocupación nazi y participaron de ella, o escribieron contra la injusticia social (entre ellos, el precursor Kostas Varnalis, además de Vasilis Rotas, Kostas Thrakiotis, Yannis Ritsos, Nicéforos Vretakos, Antonio Zajarópulos, Tasos Livaditis, Rita Bumi Papá y muchos otros). En 1959 obtuvo el Premio Nacional de Poesía. 


LOS SOLDADOS EXTRANJEROS

Pasan en medio de la noche los soldados extranjeros
golpean el empedrado con sus armas
tienen pasos extraviados y soberbios.
También nosotros tenemos altivo el corazón.
Pasan los soldados extranjeros y cantan
tiemblan la alegría y la patria en sus voces
cantan y golpean nuestra puertas
no saben qué pasó en Alemania
no saben aún las noticias de la radio…

Lo oímos hace unos segundos
lo envió el éter desde allá de Ucrania
peste en los frentes
ruina en las grandes ciudades
están en llamas sus casas
no saben nada, lo sabemos todo.

Cantan en la medianoche los soldados extranjeros
nos atemorizan sus pasos feroces
nos asesinan para divertirse
esta noche no saben nada
esta noche nosotros lo sabemos todo
y les damos la muerte con este secreto…


Este poema pertenece a su libro La noche de cuatro años (es decir, los años de la ocupación) en traducción de Miguel Castillo Didier (Poetas griegos del Siglo XX, Monte Ávila Editores, Caracas, 1981).






Dedicatoria para un poeta del siglo XXI

No has nacido todavía pero te veo yo
irrumpes por la puerta del siglo nuevo
por  la puerta del segundo milenio después de Cristo
por la puerta del primer año del hombre
irrumpes con obras, con manuscritos,
seguro del día de hoy, más seguro del mañana
Indiferente al sombrío ayer que tú no has conocido.
Poeta, la atmósfera en que vivirás
ahogará todo interés por nuestra memoria
asómate empero a nuestras obras como si fueran tumbas
por piedad, o por curiosidad,
aunque el tiempo de llorar haya acabado
aunque las lágrimas se vuelven perlas raras
trata de conocernos a través de nuestra pena
nuestro solo y único marco.
Nuestro siglo no era el último
y sin embargo queríamos creerlo el último
nuestros poemas lo enterraron con montones de coronas
para que tú pudieses venir a él sin muertos
tu avenida es una perspectiva que sube a las estrellas.
Él te obligará a vernos
a ti ávido de esparcir sobre el bulevar del vértigo
— encuentras bello avanzar con desdén hacia tu cima —
un amor semejante a aquel que nos hace arrodillarnos
sobre un guijarro solitario
sobre una florecilla osando elevar su pequeña vida
en medio de los cardos, de los pasos salvajes y las bestias…
Nuestra fealdad te llama
nuestra fealdad que hace más deslumbrante tu belleza
no corras antes de vernos
allá abajo donde nos hemos detenido,
no rías sabiamente allí
donde hemos derramado lágrimas insensatas
no digas que la iluminación de nuestro espíritu era
una luz muy pequeña
que nuestra sangre no tenía color
ni nacionalidad nuestra pasión de cantar.
Alguna gran cualidad tienen tus sueños
por bello que sea tu nombre que en mi delirio me esfuerzo por hallar
tu rostro será límpido y magnífico
como bosquejo luminoso
como el frente reputado del porvenir
en el cual todos los Dioses y yo mismo hemos soñado.
Todos aquellos que, deslumbrados, estudiamos
a los profetas Isaías y Marx
a Poe en sus símbolos tenebrosos y etéreos
a Maeterlinck palpando lo inasible
a Maiacovski precipitándose
con palabras-que-se-mueven-como-máquinas
a Mao Tsé Tung acampando al pie del Himalaya
a Pasternak meditando y llorando
todos aquellos que hemos visto a Gagarin regresar a la tierra
y en sus miradas nuestra Tierra parecida a una estrella
todos aquellos que viajarán por los planetas
y no encontrarán un hombre, ni follaje paratenderse
no te imaginarán como adolecente salvaje
atravesando comarcas vírgenes
habitadas por hombres con sentimientos humanos.
Hombres apacibles como atardeceres
como nosotros también deseamos ser en las noches sin fin
hombres que por esta razón eran burlados duramente
y a quienes se trataba de nota falsa
porque no acompañábamos los silbidos de las serpientes y no imitábamos a los loros…
Tú que vendrás inclínate sobre nuestros libros
(si han sido salvados del fuego del incendio)
encontrarás allí algunas hileras de nuestros sueños
imágenes de nuestra gran visión.
Tan bello como serás
y apacible, todo sonrisa y todo inteligencia,
verás la clara y pequeña bandera que hacíamos flotar
sobre las fortalezas de cemento de nuestra esclavitud
en los tiempos en que temías que tu hermano traicionara.
Cuando leas nuestros versos
reconocerás cuanto miedo teníamos de nacer
para qué lugares nuestros ojos estaban hechos
qué máscara de niño nuestra fuerza aparente llevaba.

Ríos de lágrimas
henchían las grietas profundas de las civilizaciones
desde el antiguo útil de piedra al cerebro electrónico
hemos orfdenado  los siglos al borde del las aceras
con nuestras manos desmontamos los accesos
para que te tengas de pie sin dificultad
para que no tropieces en las piedras
para que te yergas
como rompeolas de cemento pero tierno
protector del pensamiento y de los sueños.
Oh no me preguntes por qué  Fadeiev se suicidó
y antes que él Maiacovski y Esenin
y tantos otros caballeros poetas.
No trates de saber qué le pasó a Isaac Babel
por qué durante cuarenta años Ehrenburg se calló.
Hemos cometido muchas injusticias
para que tú nacieras justo
hemos cometido muchas acciones trágicas y funestas
para que tú llegaras a ser lo que eres
para que tú escribas poemas que se rechazan
para que tú  no sientas ninguna necesidad
ninguna barrera absolutamente ningún miedo.
Cuando pases pensativo ante nuestras tumbas ya niveladas por los años
asimilado a la materia original
golpea rápido los pies para sentir tu paso
forja una nueva internacional para todos los hombres.

No eres un enemigo aunque nos hayas engañado
para tu bienvenida
dulcificamos nuestra amargura
ya que la femineidad de nuestra madre
no espera un siglo más…

Nuestro padre una noche
buscó antes e hora traernos a esta morada
en las entrañas de una mujer.
Bello instante que hace nacer una tragedia
¡nuestra tragedia!
Qué decirte primero… Lo aprenderás todo
en nuestros cantos en nuestros versos lapidados.
Desnudos nos libramos a ti
sin echar estopa-fina-como-tela-de-araña
sobre nuestroscantos bárbaros pero sensibles.
Pero tú, te lo hemos dicho, no eres nuestro enemigo
no hay metros sobre ti para medir las sílabas
y como nosotros tú odias los disfraces;
tratarás de descubrir los verdaderos cantos
dispersos en delgados cuadernos
aquellos que tienen el heroísmo
de no considerar tu luz
como una sombra para su pequeñez
y a los cuales bastará que tu trono se alce
donde fueron enterrados los que echaron las bases.
Yo escucharé tu voz
cuando recién nacido entres en el nuevo milenio
en los primeros peldaños tus pasos me despertarán
puro abierto infantil mi corazón fabricado en otra parte temblará
en una valva en una ciénaga salvaje.
Salud, oh hermano mío, te llamaré
y harán eco los lechos de los ríos
el embrión que viaja en el viento
la patrulla del amor
y lo que mi boca metamorfoseada
podrá encontrar en algún sitio como lengua.
Salud, oh hermano mío,
no sé si fue escrito en papel este poema extraño
si lo he visto en sueños
si he tomado la tinta de la sangre de mi corazón
si eres tú quién lo a escrito o bien  Rimbaud en trance
o quizá Chénier en su prisión
si han ayudado a vertebrarlo
con huesos y guijarros
plantas conservadas en la campana de la atmósfera
milenios pasados…
Te lo regalo
poeta del siglo veintiuno
para que en un legajo lo encuentres
como testamento
que de una época a otra
el muerto deja al vivo.

(Versión de Rodolfo Alonso)










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