ADOM YARJANIAN -SIAMANTO-
Tanto en su obra como en su vida, Siamanto (Adom Yarjanian) personifica el ideal del poeta-héroe. Se lo recuerda como un popular activista y un poeta respetado y aclamado por la crítica. Nació en Akn (Armenia Occidental). Se educó en Estambul y luego en París, en la Facultad de Filosofia de la Sorbona. Viajó por Suiza, Egipto, Londres, Viena y los Estados Unidos antes de regresar a Estambul. Dos de sus antologías poéticas Como un héroe (1902) y La Invitación de la Patria (1903) reflejan su interpretación de las tendencias poéticas europeas hacia finales del siglo XIX. Su estilo, proclive al encantamiento y la ceremonia, y su indignación ante el destino de su pueblo, lo convirtió, rápidamente en uno de los poetas más apreciados de su tiempo. Siamanto se encontraba entre el grupo de líderes intelectuales que fueron asesinados poco antes del genocidio organizado de 1915.
POETA DEL GENOCIDIO ARMENIO
El genocidio armenio, llamado también el Gran Crimen, o el Holocausto Armenio, tuvo lugar en el Imperio Otomano y significó la muerte de entre 600 mil y un millón y medio de personas. Tuvo dos antecedentes: las Masacres Hamidianas, emprendidas por Hamid II, llamado también "El Sultán Rojo", que significó la muerte de alrededor de 300 mil armenios, a fines del siglo XIX, y la Masacre de Adana, cometida por los Jóvenes Turcos en abril de 1909, en un golpe de estado destinado a reinstaurar el régimen hamidiano, y que tuvo entre 15 mil y 30 mil muertos entre la población armenia.
Hay que recordar que este primer Genocidio Moderno, es llamado así porque implica un Estado central que imparte directivas, acompañadas en este caso de tecnología armamenticia y desarrollo de las comunicaciones, que facilitan los asesinatos masivos. En otras palabras, un Genocidio requiere medios y planificación. Así lo refiere Lukas Bärfuss en su novela "Cien días", centrada en el genocidio de Ruanda: "Nos pedían útiles de escritura, y como los lápices no son nada malo, y sin ellos no se puede hacer el bien, como toda buena acción requiere un lápiz, un lápiz y un maestro, un teléfono y una ruta (...) por eso les dimos el lápiz con el que escribieron las listas negras para la matanza, por eso les pusimos la línea telefónica por la que impartieron la orden de matar y por eso les construimos las rutas por las que condujeron los asesinos
cuando salieron a buscar a sus víctimas."
En este caso en particular, a los hombres se los fusilaba y a las mujeres, niños y ancianos se los condenaba a marchas de la muerte al desierto sirio.
También hay que destacar que hubo paralelamente un genocidio 'silencioso': el de la población asiria, que en las ordalías de la muerte de 1890, y durante la Primera Guerra Mundial, así como en el período 1922-25, condujo a la masacre de entre 300 mil y 750 mil asirios en el mismo territorio.
El Genocidio Armenio se inició el 24 de abril de 1915 con la detención en Constantinopla (actual Estambul) de más de 250 intelectuales armenios. Entre ellos se encontraba Adom Yarjanian, conocido por su nombre literario Siamanto.
Había nacido en 1878 y fue ejecutado el mismo 24 de abril.
Por otra parte, Vahan Tekeyan, el único poeta mayor que sobrevivió a la masacre, se encontraba casualmente en Jerusalén en el momento de los arrestos masivos. Salvó su vida de ese modo y vivió exilado en Egipto hasta su muerte.
Diosa armenia Anahit
PLEGARIA A ANAHID EN LA FIESTA DE NAVASART
Oh, Diosa, purgo mi consciencia de todas las religiones indolentes
Y orgulloso, en zapatillas purificadas camino hacia Ti,
Abre, oh Diosa, las puertas de mármol de tu templo. Y permite que lastime
Mi frente ante tus puertas.
Abre, oh Diosa, el altar y devuélveme la fuerza bullente de mis
Ancestros arsácidas.
Óyeme, madre dorada, hermana virtuosa y fecunda,
Dadora de abundancias, patrona de los armenios.
Óyeme esta mañana de la fiesta de Navasart
Cuando se regocija tu gente, y
Permite que me arrodille y ore ante tu ídolo.
Escúchame rosa milagrosa, diosa de pies dorados,
Novia blanca de luz nocturna, amante del sol
Desnudez con cuerpo de luz, vela de Arazmat,*
Permite que nuevamente arda el sol en tu altar.
De pie, aquí, en las colinas de Pakrevant, yo creo en ti.
Yo, que por siglos le rendí culto a Dios, vengo ahora armado
De una lanza.
Soy tu hijo y ante ti, un apóstol suplicante,
Que implora escuches mi lira de Haig, nacida
De la vieja tierra de Koght.
Vengo a ti en las vestiduras de un peregrino, portando
Ramas de bálsamo, verdes y una jarra de plata
Para ungir tus pechos con agua de rosas.
Mezcladas con el agua de rosas están las lágrimas
Que lloran tu destrucción.
Vengo a ti y los ciervos siguen mi sombra
Permite, oh Diosa, que de las montañas fluya otra vez la vida pagana,
Que los hijos altos del sol se vistan de brocado,
Inclinen sus arcos, planten sus lanzas,
Y en el umbral de tus altares claven
Sus espadas en las nucas de toros
Y que de los hombros de las jóvenes y fecundas novias
Armenias vuele otra vez hacia tu imagen
Una bandada blanca de palomas.
Permite, oh Diosa, que revivan y fluyan las fuentes de Vartavar
Y las doncellas comiencen a danzar
Ofreciéndote sus cuerpos mágicos, oh, diosa de la castidad.
Oh, Diosa, después de veinte siglos, ha llegado la hora de la venganza,
Ahora, oh mi diosa Anahid, cuando arrojo los dos venenosos brazos
de mi cruz a los fuegos de tu Altar. Y te celebro, oh madre
Dorada por quemar el hueso contaminado de la costilla del Iluminador.
Oh, Diosa poderosa, belleza sin igual, te ruego,
Entrega tu cuerpo al sol para que te fecunde,
Y de tu útero diamantino des a luz un dios formidable
Para nosotros, los armenios.
Oh, Diosa, concédenos un dios invencible.
Siamanto (1914)
Traducción del armenio al inglés: Diana der Hovhanessian
Traducciión del inglés: Violeta Balián
LLANTO
Tú, un extraño, alma gemela,
que dejas atrás el camino de la dicha.
escúchame.
Sé que tus pies inocentes todavía están mojados
con la sangre de los tuyos.
Manos extranjeras han venido y te han tirado
la rosa sublime de la libertad,
que finalmente brotó de los dolores de tu raza.
Deja que su perfume divino intoxique a todos,
deja que todos -aquellos distantes, tu vecino, los desagradecidos,
vengan y quemen incienso
ante la Diosa de la Justicia
que tú tallaste en la piedra con tu martillo.
Orgullosos sembradores, dejad que otros recojan con sus guadañas
el trigo que madura en la tierra dorada que labrásteis.
Porque si sóis perseguidos por el crudo Mal,
no olvidéis que habéis nacido
para traer el mundo el fructífero Bien.
Camina por las avenidas jubilosas
y no permitas que los contentos vean en tus ojos
aquella imagen de cadáveres y ceniza.
Dispensa al pasante, sea un buen hombre o un criminal.
Porque el dolor Armenio
emerge en la faz de tus ojos.
Mientras caminas a través del cruce-de-caminos del júbilo,
no permitas que una mota de contento o una lágrima
manchen la majestuosidad del dolor.
Porque para los derrotados las lágrimas son cobardía
y para los victoriosos, la sonrisa es frívola, una arruga.
Mujer armenia, con velos oscureciéndote como la muerte.
Tú, hombre joven con angustia nativa
corriendo por tu rostro,
camina calle abajo sin furia ni odio
y exclama: qué día brillante,
qué sarcástico cavador de tumbas...
qué turba, qué danzas, qué alegría
y cuántas fiestas por todas partes...
Nuestras mortajas rojas son banderas de victoria.
Los huesos de nuestros hermanos son flautas...
con ellos hay otros haciendo músicas extrañas.
Pero no tiembles hermana desconocida,
o hermano de destino.
Mientras estudian las estrellas
cobren ánimo, sigan adelante.
La ley de la vida permanece la misma...
los seres humanos no pueden entenderse entre sí.
Y esta tarde antes de la puesta del sol
todos ustedes regresarán a sus casas,
sean éstas de mármol o de barro,
y calmadamente cerrarán las traicioneras
persianas de sus ventanas.
Ciérrenlas del malvado Capital,
ciérrenlas en la cara de la humanidad,
y en la cara de su dios.
Aún la lámpara sobre su mesa
se extinguirá
por los claros susurros de sus almas.
http://inutilesmisterios.blogspot.com.es/
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