YANETTE SEPÚLVEDA
Yanette Sepúlveda es una poeta nacida en San Javier (Chile), en el año 1965. Fue Profesora de Estado en Castellano, titulada en la Universidad de Talca. Trabajó como docente en diversos colegios de la región del Maule. Publicó los libros Huellas del Silencio (1991) y Cuentos mágicos (1993).
Falleció el 11 de agosto de 1994, dos meses antes de cumplir los 30 años de edad en misteriosas y trágicas circunstancias que aún se investigan.
Antes de su muerte escribió una premonitoria carta a la Directora de la Revista Safo María León Bascur, en las cuales relata sus vida como maestra en la ciudad de Empedrado, su relación vocacional con sus desposeídos alumnos, sus inquietud de conocimientos que le hacían estudiar, pese a sus dolorosa y decepcionada condición, un postítulo en administración en la Universidad Austral y su profunda depresión por la falta de espacio para los talentos jóvenes. Dos días después de esta desesperada confesión la encuentran de rodillas, ahorcada con un cable. Su trágico final es todavía un misterio, las causas de su muerte no han sido esclarecidas totalmente.
Siendo estudiante de pedagogía conocí y compartí algunos apuntes con Yanette y el recurso que guardo de ella es la de una joven alegre, intelectualmente inquieta y movediza, con unos grandes ojos negros que parecían escudriñar más allá del horizonte, aficionada al tabaco, solía fumar permanentemente.
Cuando Mario Meléndez me entregó el libro póstumo de Yanette Sepúlveda, pensé que sería un homenaje más de los que los vivos se sientes obligados a hacer a los muertos, para liberar las almas que han enredado trágicamente sus brillantes y desconocidas vidas… Sin embargo después de leer la antología, creo que éste es un homenaje a la poesía y – como decía Meléndez – a una de las grandes voces femeninas nacidas en la región. Pienso –al igual que lo hace Gabriel Rodríguez - “¿Dónde estaría la maestra si viviera?¿Cuántos libros, cuanta poesía, cuantos sueños?.
La poesía de Yanett, si bien tiene rasgos característicos de la poesía femenina, en cuanto a la queja amorosa y al amante distante, tiene a su favor una exquisita conjugación lírica, de figuras rotundamente logradas. En el poemario los versos parecen premoniciones, presentimientos de una tragedia próxima e inminente, de un testamento lírico, que pese a toda la angustia vivida por la poeta, es un canto a la alegría: Te dejaré una caricia: Te dejaré una caricia / y no una hecatombe de aves / rodando por tus manos / no un resumen de quejas y llantos / no el sol sangrando hecho barro / Te dejaré un abrazo / para todos lo momentos / no un mantel cóncavo / ni un puño alzado desde adentro / Quiero que cuando pase / el tiempo de mi tiempo / veas las puertas llenas de sonrisas / la ventana hacia la calle / el pie descalzo reconociendo la tierra / una alondra circulando / hacia todos los zapatos / No quiero que te duela mi llanto / que no seques mi herida / y que no entiendas esta mañana / mi maleta sin despedida”. El poema Disculpa sintetiza la desazón que siente la poeta por el medio indiferente que rodea al artista: “ Disculpa/ no vine a esgrimir bemoles / a doblar tu vida / a buscar oblicuas razones / No vine a recoger serpentinas / ni a patear con mis palabras tu horizonte /…/ Vine sin cuenta bancaria / traje sólo mi piel / y dejé en tu mesa / las palomas tanto tiempo atadas / Son mías las sonrisas / también el cascabel / que colgué en tu puerta / Son mías las colillas de cigarro / y este silenciosos fuego lleno de utopías / que no alcanzas a ver / Disculpa / no quise distraerte / ni acabar con tu organización / tan solo por abrir la puerta y entrar hoy”.
ENTRARÉ EN LA MUERTE
Y OTROS TEXTOS
(Selección)
No tengan pena
por mi soledad
es la soledad
quien tiene miedo
de mí
ME ESCRIBE UNA CARTA
CON SUS OJOS
Me escribe una carta
con sus ojos
supone que no veo la firma
ni los peces suicidas
revolviendo el piano
mientras la noche
se toca la frente
Huelo como tartamudean
sus paredes
se le encogen los zapatos
y una catedral nocturna
apaga sus campanas
al atravesar el vidrio
donde me he puesto yo
Hombre de carátula y cemento
por tantos años
pisando el universo
hoy me paro frente a ti
y no puedes ocultar
el derrumbe de tus pupilas
TE DEJARÉ UNA CARICIA
Te dejaré una caricia
y no una hecatombe de aves
rodando por tus manos
no un resumen de quejas y llantos
no el sol sangrando hecho barro
Te dejaré un abrazo
para todos los momentos
no un mantel cóncavo
ni un puño alzado desde adentro
Quiero que cuando pase
el tiempo de mi tiempo
veas las puertas llenas de sonrisas
la ventana hacia la calle
el pie descalzo reconociendo la tierra
una alondra circulando
hacia todos los zapatos
No quiero que te duela mi llanto
que no seques mi herida
y que no entiendas esta mañana
mi maleta sin despedida
QUÉ MÁS DESEABAS DE MÍ
Qué más deseabas de mí
Si me viste enredada
en cada sombra del reloj
seguí las huellas
que dejaba tu aliento
y esperé los caminos de tu alma
Qué más querías de mí
Ahora mi pecho
pide un minuto
para enrollarse en el caracol
del nunca jamás
QUIERO QUE SEPAS
Quiero que sepas
que he puesto
una lágrima desnuda
en la mejilla que ocultas
La lluvia la dejé en tus manos
hacia donde irán a beber
los sueños ajenos
Un pájaro arranqué de tu alma
y lo convertí en verso invisible
Desde sus alas añosas
vuelan todas las promesas
para no amarme
Y junto a ese pájaro
vuelo cada día
alzando mi piel y tu nombre
sus plumas usan tus palabras
Me he propuesto no amarte
PÍNTAME CON LA TIERRA
Píntame con la tierra
el esqueleto de un corazón
que sea tan derecho y perfecto
para que olviden estas manos
el agujero que hiciste en mi costado
CONSEGUIRÉ UN DÍA DE ÉSTOS
Conseguiré un día de éstos
atrapar el aire en un vaso de agua
para vivir mañana
con ese mismo cielo
que escondí en el zapato
Será ese mismo día
que en los ojos
te habite la esperanza
QUIETUD
Antes que me disparen
el universo y sus galaxias
antes que me acribillen
el cansancio del cosmos
y el moho de la tierra
en este caos sin idioma
quiero que me dejen
observar el nacimiento
de una hoja en esa rama
ILUSIÓN
Subiendo
el niño atrapó la estrella
la encerró en sus manos
No tenía cinco puntas
eran diez como sus dedos
La estrella se acurrucó
en sus huesos cubiertos de carne
y las puntas se enterraron sin sangre
Conservó la luz, conservó la estrella
El niño tapó la estrella
pero la luz huía por sus ojos
y bajaba por su boca el olor a cielo
en las diez heridas tenía la estrella
Bajando
el niño aplaudió su libertad
y las llagas subieron
PADRE
Padre viene jugando
con una sonrisa en los cabellos
atraviesa con sus pasos
el eje de aromas colgando
en las aves subrayadas de olvido
He hecho regresar un beso
para que quepan todos los abrazos
en las líneas negras de la casa
Padre tomó el barro
que cubrían las flores
extendió las ánforas de sus dedos
en el patio de mi alma
de allí me miraron antiguas muñecas
gnomos, duendes y hadas
Con un temblor en el estanque de las horas
recibí en los ojos
el vidrio de un sueño quebrado
por el tic-tac del viento
ENTRARÉ EN LA MUERTE
Entraré en la muerte
con un silencio de extranjera herida
no sabrán mis amigos
que no hubo en ella
llanto más amargo
ni siniestros misterios
de rincones mansos
más que en el eco desbordante
de mi risa
Entraré en la muerte
con el alma empapada de sudor
por el costado emigrarán
todas las puertas
que no pude tocar
y las algas de mis ojos
aún dormirán
sobre mis pies helados
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