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sábado, 3 de noviembre de 2012

PILAR PERIS [8392]





Pilar Peris 
(Nadie mejor que la autora para presentarse, ya que Pilar Peris es totalmente alérgica al uso impropio e improcedente de las palabras)  
Nacimiento: Nací en una ciudad rodeada de mar y naranjos pero Aragón me ha fascinado desde que puse los pies, el corazón y la mirada en Zaragoza.
Estudios Permanentes: La Experiencia, La Filosofía y la Música. La Poesía las reúne a las tres y las supera. Por eso voy en busca de ella o ella de mí.
Títulos: El PIV (Poesía que intensifica la vida) La Poesía es mi salvoconducto ante el desvarío y el exceso de hiperrealidad que nos rodea. Es un ejercicio de resistencia y libertad, un escudo contra el odio y la insensatez.
Estado: Me entusiasma la docencia, pero mucho más la vida solitaria de las letras donde me refugio para no llorar por la belleza.
Ocupación: Cultivo grietas. De ellas brotan palabras llenas de arrebatado amor por la existencia. Las mimo, miro dentro, las cuido y las saco fuera con mis ojos de Gorgona buena, antes de que “el afuera” las devore irremediablemente.






Poemas:




PALLAKSCH 

Debería contar hasta diez.
Frenar el ímpetu de mis acaloradas reacciones.
Domesticar la furia.
Anestesiar la torpeza espontánea de cada afecto
antes que la insensatez los sumerja en
una irrefrenable y desafortunada cascada
de palabras que hieren como dardos. 
Debería usar comodines y trampantojos.
Guardar los triunfos de la baraja.
Sustituir la confrontación y el diálogo
por el silencio ambiguo y cómplice. 
Debería esperar paciente a que el habla
encaje su momento propicio.
Husmear como el topillo y el lémur
sin hacer ruido.
Cubrir el corazón de rábanos, cominos y madreselvas.
Esquivar la verdad
para dormir tranquilo.
Callar para no dañar al amigo.
Y sacudir en la trastienda
el mantel de las emociones
lejos de los actuales sistemas protocolarios. 
Debería ratificar el sí y el no con el silencio de los actos.
Pues quizá exista un lenguaje vacío que
diga y oculte terriblemente, sin palabras,
lo que somos y no queremos ver.





VÍA LÁCTEA

-Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque vendrán días en que se dirá: Dichosas las estériles, los vientres que no engendraron y los pechos que no amamantaron. Entonces se pondrán a decir a las montañas: “Caed sobre nosotras”; y a las colinas: “!Aplastadnos!”. Porque si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?

LUCAS, 23, 28-31.

Nutricia y sin redención
se derrama,
sin consagrar lo que
sí consagra el vino.

¿Quién oficia y rememora
cada púbico desgarro,
la punzada en el agrietado pezón,
la asunción del dolor mudo,
en toda mujer encarnado?

Verónica,
tu paño entre las piernas

¿Qué llagas cura?

Y este blanco infinito
donde me vierto
lechosa y cálida,
agria o hirsuta,
hoja tras hoja,
¿es para gloria
del apóstol que
usurpó el Camino?

Ingrávido sino
escuchar en sus
bocas la palabra
que dice injuria y
dice olvido.

Pero tú posees el
misterioso eje
que atraviesa los
entresijos del mundo
y lo empapa de fecundidad.

¡Sal! y
desborda tinta blanca.
¡Sal! y
desmantela signos.
Desclava la urdimbre del madero,
el estrabismo de los patriarcas,
el gran matricidio.

La loba capitolina aúlla.
¡Escucha!

Y lo divino y sagrado
regresará a su lugar.







SILENT MOUNTAIN

Al igual que el sol gozoso abandona
el vacío esplendor del día,
aquel que verdaderamente sufre
se envuelve con el oscuro manto del silencio.
MATILDE WESENDONCK En el invernáculo

Era tácito
tu ensamblaje de
roca y relámpago.
Aciaga mi espuma
de ola inmóvil.
Craso el rubor y
su empalago.

Quebróse el arco.
Cayó la nube.
Perdí mi sombra
al pie de tu estatura
cuando tu cabeza
declinó su peso
sobre mi noche
enardecida.

¡Qué lejos tan cerca!
¡Qué cerca tan lejos!
A fuego lento
la virulencia del frío.

Erguidme, farolas.
Teñid de fósforo el desamparo.
Dadme risas de neón,
látigos por venas.

Nadie se laceró
escarbando por
caminos del corazón
hasta tus tiernos adentros.

¿Nadie?

¿No mudó el ardor en
soplo, y el soplo en
cilicio de piedra?

¿No cayó mi aldaba
como pústula seca?

¿No rodé
como peonza?

¡Catalina, Eloisa!
el Cant dels Ocels
es frívola opereta.

Blue in green.
Blue in green.
Nubes verdes
sobre el suelo.

Aún me sitia aquella alambrada.
Aquellos ojos de lignito.
Aquellos brazos huecos a
ras de la ternura.
Y el tacto imposible,
de las manos, huido.

¿En qué oscura luz
reverdecen?

¿Qué rala intersección
fusiona tu escucha y
mi poema,
tu oído y
mi palabra?

¿Qué aquiescencia me
guía?

¿Qué confín
extemporáneo?

¿Qué atlas?

Bajo el Silencio de la montaña.
En el reino de los relojes
fláccidos.
Sin sesgo,
ni postura,
ni albedrío.

Allí donde el dolor
sabio
enmudece.

En el reverso del lenguaje.

Allí cabe el hueco.
Y arden las imágenes
que para siempre

nos miran.







DESCONFÍO DE LA LUZ

Por ganar esta luz vine y estoy aquí ..


¿Por qué están hechos nuestros ojos para llorar y para ver?
LEÓN FELIPE, Ganarás la luz

Más vale cerrar los ojos. Aprenderás más de la sombra
que de la apariencia de las cosas.
EDMOND JABÉS, Un extranjero con, bajo el brazo un
libro de pequeño formato

Desconfío de la luz
como de mi cuerpo
que arde lentamente
a pesar de la lluvia.

¿Conoce el sol la noche?
¿Conoce el día su luz y el afán
inmisericorde por doblegar la
vana persistencia de los charcos?

La vista no configura
espacios para el canto.
La mirada es alma clandestina
que gime y gira como
un derviche en el desierto.

Yo no vine
ni estoy aquí
para ganar esta luz.

Yo no vine a
levantar mi falda
ni a exhibir palabras en
una falla que premia
ninots indultats.

A pleno sol
los ojos celebran el
esplendor de la luz.
Yo vislumbro en la sombra
su trágica insurgencia.
Pues mi voz nunca
alcanzará la palabra.
Torpe y empeñada en
escarbar del subsuelo
la raíz.

En silencio escucho,
custodio y velo
todo aquello que
nace de la oscuridad
y a la oscuridad
regresa








Las palabras no suplen tu ausencia.
Anudan nuestro desasimiento oblicuo y lo trenzan.
Taladran el vacío. Ahondan la huella
infructuosamente.

¿A dónde irá el mágico triángulo de tu sonrisa
inscrito en mi frente como inmaterial vestigio?
¿A dónde la comisura equilátera de tus labios
sedienta de mi pozo núbil y abstruso?
¿A dónde la suavidad de tus manos
abiertas como conchas
para sostener mi cabeza?
¿A dónde las volutas desplegadas por el éxtasis
en los capiteles desconchados del alma?

Oh! Noche oscura,
cuerpo desprendido como rama a merced del agua.
Del goce desgajado en incauta y meliflua llama.
Inabordable como la distancia que nos separa.
No vayas a llorar desde tu ser ficticio.
No quieras enderezar el zigzagueo de la flecha.
El amor amortigua lo que el deseo desordena.

Canta. Estamos vivos.
La vida me vive en el poema,
y sólo ahí te puedo amar.

Sólo la voz sondea aquello que nos surca,
la savia que el árbol no puede compartir,
las cumbres que desligan bosques y montañas.

Sólo la voz alcanza
la ingravidez que me realiza y
me devuelve con el canto tu belleza.

Oh! Noche, líbrame de la mirada.
Dame la voz plena que salve a Eurídice de Orfeo.

                                   (The dark nigth of the soul)






III

 Todo hombre tendría que anhelar ser desdichado 
para preservar a otro de la desdicha.   
                               E.M CIORAN



Doy la espalda al fuego y
a la lumbre incandescente
sin fondo y sin fisura
que anega  en oleadas
mi paisaje interior.

Y en el éxtasis que brota
de esta infinita amargura
mi sufrimiento te preserva,
ama y celebra tu existir.

Pues sólo así
la encarnizada jauría
del infortunio y la desdicha
resarcirá su sed en
mi cruenta y
descarnada llaga.

Lejos de tu arnés y
de la artesa
que orna
el umbral de tu casa.





FISURAS


[En su libro "Poesía y realidad", Roberto Juarroz afirma que "el poeta es un cultivador de grietas", un artífice de fisuras, de espacios donde poder despojar a la realidad de su apariencia inmediata para desentrañar lo más profundo: aquello que reside más allá del simulacro constituido por el simple acontecer de los fenómenos.

En este nuevo poemario de Pilar Peris ( FISURAS, Olifante, 212) -atravesado por referencias literarias y plásticas que rinden homenaje a otros creadores y contribuyen a ampliar la dimensión simbólica del texto- la fisura aparece como aquello que permite el brote desde lo interior, la herida a través de la cual se manifiesta el fervor de la sangre, la hendidura que, provocada por el impacto de la vida, deja a la persona expuesta y sin corazas. Silvia Castro Méndez] 




PRANAYAMA

Soplo. No respiro.
Horado el vacío.
Las páginas sin palabras que  
escribe el libro de cada acontecer.

Desde el iglú de mi mudez magiar
golpeo la mampara de tu transparencia,
como mosca cegada por la luz.

Soplo. No respiro.
Amalgamo el dolor al vértice luminoso de la risa.
Modelo vidrios y cálices mercuriales pletóricos de nubes,
mares sin senda contra el légamo de la aurora y su tunante rocío.

Voy donde la mañana no lleva.
Asida a las raíces que el árbol ignora.
Prendida a la enramada que dibuja sensuales pinceladas,
verdes llamaradas, estertores piramidales
en los confines cenitales de la tarde.

Soplo contra los templos sagaces y
sus confusos escuadrones de polillas.

Contra las bocas enharinadas y pusilánimes.

Contra el goteo de  redes y pértigas que
decapitan al girasol impidiendo su giro.

Contra la arena que cubre el cielo de dunas, 
la escalera sin peldaños,
la tez sin gesto, 
los túneles infernales que cada estación
atraviesa Perséfone para nacer.

Contra la leprosería del amor.

                          Soplo para reparar mi fuga,
desde el hueco neumático de
campanas que tiemblan en mis manos
como algas sinuosas ventilando oxígeno.

Ofrezco resistencia al tiempo incoercible,
a la losa marmórea que fragua
aquello que el alma no necesita abastecer.

Soplo para irrigar en la mirada
el lagrimal esmerilado de una luz extinta.
Para no sucumbir a la succión, el golpe y la deriva.

Las palabras traen aire y aliento.

Respíralas conmigo.

Que no las coagule el olvido

Que el ruido no las mutile.

Que ardan con el mismo soplo vital
que alimenta y mueve mis ventrículos.

Y desde la pira del silencio,
cimbreantes y firmes,
sus cenizas fermentarán
contra la nada y el miedo a morir.







BOCCA NUOVA

En la desnudez flagrante de la astilla.
Ahí. JORGE RIECHMANN


Ahí donde va la palabra con su mancha torda.
Ahí donde su emanación golpea y perpetúa sensaciones
que resquebrajan el fuselaje de lo que vemos.
Ahí donde el tiempo preterido salta
como el mandril, de rama en rama,
y el día nos dirime su noche refractaria.

Ahí donde lo imprevisto habla.
Oscura incandescencia de confrontaciones.
Conmoción de lo real que asoma
a través del enjambre angular
en el envés del ser y su caída.

Bajo el brezo y la pérgola
de aquello que decidimos amar.
Incorporada, híbrida,
absorta a la luz vegetal.
Junto al gusano que teje su hilo
contiguo al mío y habita la
manzana que probablemente morderé.

En el bajel que avanza imperturbable
hacia el confín de la isla bockliniana.

Ahí donde va la palabra,
umbilical y flamígera,
hija del agua, el aire y el relámpago,
escanciada en escritura mordaz,
huella palmaria que al duelo releva.
Vendetta entre palabra y mundo.

Asida al trapecio de las interrogaciones últimas,
junto a la sandalia que el filósofo olvidó
al pie de un inhóspito y activo cráter.

Ahí quiero llegar 
para rozar la plenitud de la belleza.
Cuerpo a cuerpo contra la idea intangible y
escurridiza que reclama hacerse real
a base de inspiración, trabajo y sacrificio.




"El vasto susurro de las imágenes", 
ganador del XXI Premio de Poesía 
"Santa Isabel de Portugal" 
convocado por la Diputación de Zaragoza






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