Lucas Soares (Buenos Aires, 1974) es doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Docente de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y en el Centro Cultural Ricardo Rojas (UBA). En poesía publicó El río ebrio (Paradiso, 2005), El sueño de las puertas (Alción, 2007) y Mudanza (Paradiso, 2009). Poemas suyos aparecieron en diversas publicaciones impresas y virtuales.
con la mitad del cuerpo hundido
cruzamos un mar entre bandadas
de tábanos, cada tanto algún barco
nos ignoraba y la cabeza de un perro
nadaba convencida hacia la orilla
apenas dimos con una playa dibujaste
con la punta del pie en la arena
la vuelta recorrida que el agua
borró enseguida
recién en el momento del despegue miré
por la ventanilla ovalada del avión
las primeras nubes, la ciudad
como un scalectric
dejaba atrás un lugar
apenas entrevisto
pensé que si el avión
explotara en el aire
moriría al menos con una
frase tuya en la cabeza
De. "El sueño de ellas" (inédito)
la cama cucheta
donde nos masturbábamos
juntos mirando un punto muerto
de la habitación, vos arriba yo abajo
comparando técnicas
no era en verdad
un punto muerto sino
la claraboya de vidrio
puntiaguda de un techo
todo descascarado
en la que tu hermana menor
incrustó de golpe su cara
descubriéndonos, entre risueña y espantada
en plena situación
vos yo tu hermana menor
el punto de vista
de un placer compartido
la coronita plateada
que me pusieron en tercer grado
para tapar un diente
partido al medio
por un compañero
que me tiró de la pierna
mientras estaba sentado
en la parte de arriba
de una cama cucheta
dar de frente contra el piso
el paso del tiempo
la coronita
se aflojaba
se me salía
me la volvía a poner
despegándose a veces
en los momentos más inoportunos
como ese día en que te invité a salir
la chica más linda de tercer grado
yendo al cine juntos
de la mano de tu mucama
cruzando la 9 de julio
la coronita se afloja
se cae al piso
el semáforo en verde
ya no hay tiempo
para recogerla
los autos se nos vienen encima
desde la vereda
veo pasar las ruedas
por encima de la coronita
te mentí que se me había
caído algo
para ir a buscarla
en medio de la avenida
toda abollada
la coronita
abrirla con las uñas
y volver a colocármela
para entrar al cine
toda la película
tocándome
la coronita
rozando con el pulgar
sus contornos abollados
desde ese día me cuesta
recién ahora te lo digo
reírme de una mujer
la noche en que alcancé
tu madurez
en un restorán de Congreso
donde aprendí a comer solo
y a mirar a las parejas
comer en silencio
a correr
por la orilla del mar
los ojos cerrados, mi cara cortando el viento en dos
encrespados pensamientos
mojándome los pies
olas que estiran su vida hasta donde pueden
a ver cuál de todas pienso
llega más lejos en la orilla
el ritmo del oleaje se confunde
con el del cuerpo y los pensamientos
el sol reverbera en la espuma
secando la arena mojada
que deja el pensamiento en su reflujo
como el negativo de esa fotografía
que fuimos quemándose de a poco
la inocultable
soledad del anfitrión
en cada nueva
mudanza
el día de mi cumpleaños
en que me explicaste
que separarse
es como despertar
recién mudado
de Mudanza (Paradiso, 2009)
“esta cosa”
le dicen a la mente
los maestros zen
*
en china al hijo único
se le llama “el pequeño emperador”
para “esta cosa”
lo importante es el encuadre:
la muñeca decapitada
flotando en un balde de agua
y una polaroid de tu hermana
en la cocina con un falso elvis
*
al pequeño emperador le gustaría
escribirlo todo:
la vieja que mirando el puesto
desde la ventanilla del colectivo
dice las flores que caro que son
“esta cosa” es la paloma
atascada en la ventana
como memoria posada
sobre un cable electrificado
*
el pequeño emperador es un ex
guerrillero devenido documentalista
que en su departamento frente a la playa
recuerda cuando preparaba atentados
y la pastilla que podía matarlo
en caso de que la operación fracasara
“esta cosa” es la vieja
en silla de ruedas
que maltrata con la vista
a la empleada que la asiste
*
el pequeño emperador
vive de un cartel
colgado en la vía pública
por eso prefiere que no
lo miren muy de cerca
por una cautela
instintiva que tiene
“esta cosa” es a veces
una obra de arte golpeada
y otras el producto sin vender
en la góndola del supermercado
*
el pequeño emperador adora dormirse
mirando los globos en el techo
pero sufre cuando el ventilador
los golpea con saña y los globos
en vez de alejarse se quedan
ahí para ser golpeados
De Esta cosa y el pequeño emperador
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