Gerardo Flores (Chalco, MÉXICO 1984).
Es Licenciado en Literatura Hispanoamericana. Premio Estatal de la Juventud, Tlaxcala 2011. Obtuvo el segundo lugar en el Primer Premio Nacional de Poesía Joven “Jorge Lara”, Yucatán, 2009; Premio de Poesía “Dolores Castro”, Tlaxcala, 2008. Autor de los poemarios Este corazón un tigre enloquecido (Tlaxcala 2010) y Contramar (Veracruz, 2011).
Su obra aparece publicada en diversas revistas regionales y nacionales como Arteria (suplemento cultural del periódico El Sol de Tlaxcala); Círculo de poesía. Revista electrónica de literatura, Vozquemadura. Revista electrónica de poesía alternativa, Destiempo, Revista El humo, entre otras. Ha sido antologado en la colección Doscientos años de poesía mexicana, (inv. y sel. de Jair Cortés y Berenice Huerta, Tlaxcala 2010); El rapidín. Microrrelatos Iberoamericanos 2011 (Cascada de palabras, DF, 2011) y Poemas para un poeta que dejó la poesía (Cuadernos del Financiero, DF, 2011). Actualmente vive en Tenancingo, Tlaxcala.
Nombradía
Yo la nombraba bajo este cierzo,
como suelo nombrar las estrellas
cuando la noche llega
en la punta del cielo.
Así, con la voz desnuda y transparente,
como el agua que revienta
sobre las copas de las flores,
inminente.
Era su nombre la luz en mi aposento.
Era su nombre la huella de los días.
Era su nombre la única palabra que sabía.
Era su nombre parte de mi cuerpo.
*
Yo que nunca supe todos sus nombres,
ahora recuerdo todas sus bocas y todos sus gestos.
*
Todos los cuerpos que ella era,
todas las casas que la habitaban,
todos los caminos que a ella llegaban,
son la letra de un nombre que sólo ella y yo conocemos.
Y lo he sembrado en el viento
para que germine en cada bocanada,
para que cada letra al hacerse palabra
ya la esté anunciando.
*
Yo la nombraba bajo la estela de la esperanza
como ahora nombro sus manos,
enumerándola por todas la avenidas de mi alma.
Así sé que cada árbol y cada calle
también saben pronunciarla.
Geográfica
Es tu cuerpo
la geografía perfecta
de mi insomnio.
De tu piel a mi piel
sólo nos basta el deseo,
Amor.
Tu cabello,
un arroyo melódico
de agua nocturna.
Son tus dedos
granos infinitos
de dulce azúcar.
Son los días
tus pies de ámbar
por donde voy.
Tu voz, mi voz,
ese relámpago,
en la oscuridad.
I
Algo en el aire camina desvalido y peligroso,
cruje, rasga los árboles.
Todo está cubierto de una pureza negra.
Nadie habita más el cuerpo dolido.
Ni la sangre caliente puede evitar tanta furia,
ni los oídos tercos evaden tanto silencio.
Algo anda en las entrañas,
algo que huele a miedo y a muerte.
Hay sueño, hay dolor,
la herida no cesa.
La misma noche, las mismas cosas,
poseen un grado de odio.
Nada vuelve a la luz; y las sombras,
antes invadiendo cada hebra de este corazón,
retornan a su guarida hinchadas de más sombra.
II
Qué.
Oscuro.
Camino.
Es el amor.
III
¿Para qué le sirven al hombre los días felices,
las noches tranquilas,
la vida en paz?
Al hombre para qué le sirve tanta alegría
o demasiada vida,
si es el corazón quien siente
toda la maldad, quien busca la venganza,
quien clava los cuchillos sobre el alma
de quien odia.
Sólo el corazón es quien dicta las sombras y la luz.
IV
No habla, la mirada lo pierde todo.
Las manos enrojecen con cada latido,
rojo y más rojo;
la luna roja, el cielo rojo.
El corazón negro hace que todo explote
en diminutas brasas de fuego.
Entonces el odio nace,
la ira anda a tientas
y la muerte ya sabe su camino.
(De Passionaria)
Rogaste al cielo volver a tu casa
para morir o para sentir el fresco ritmo de los amigos
oler el humo de la leña cuando hace frío
pediste volver hablar de los recuerdos de tu infancia
re-correr el muelle donde la arena dibujó en otra fecha
en el mismo día tu nombre y el de ella
rogaste volver
pero ahora mismo
quisieras no haber vuelto
y sientes cómo se hiela la sangre
Otra vez sientes reconocer el paso de la noche
tu sombra y tu canto y tu vida
pero no bastan
ahora las hurracas te están llamando desde tu costa
no habrá tiempo de decir tu tragedia
nadie sabrá que allá en otra tierra
pisotearon tus huesos y envilecieron tu cuerpo
pero eso no importa porque los hombres como los árboles
mueren de pie y sin llorar
pero también sabes que eso es mentira
porque ahora mismo se te nublan los ojos
y una espesa lágrima opaca tus deseos
Sí
ésta es tu casa
aquí creciste con la hierba
tu pueblo miró hacer en tus labios la risa
corriste entre la muerte y la tierra
sí este es tu pueblo de cal y ceniza
míralo
en tus ojos está su color transparente
sus árboles altísimos
tu naranjo triste y carcomido por la lluvia
tu perro amarillo con su marsupial herida taladrando sus huesos
y te honra saberte hijo de doña Silvia
la matrona del pueblo
sí esta es tu casa donde conociste el amor
y lloraste ante su espejo rugoso
reconócela
Ahora recuerdas un tiempo al que ya no perteneces
miras cómo las calles eran solas
con bancas empolvadas y en ellas una escultura impávida
y azucenas en los patios
tú mirabas
llevándote a los ojos tus dedos llenos de barro
deshacerse a lo lejos
el llamado del cielo hasta advertir el rayo verde
pensabas (eso creías) en ser el mejor de los hombres
pero tu corazón pagano
oh loco y triste corazón
adoraba sólo un deseo:
amar a quien después la vida te destrozaría
(De Este corazón un tigre enloquecido)
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