Esmeralda Berbel nació en Badalona en 1961. Ha publicado, entre otros libros, El hombre que pagaba noches enteras (Nihil Obstat, 2000), Trátame bien (2004, Alba y Edicions 62), Alismas (2006, Ellago) o Calma corazón, calma (2008, Ellago). Ha sido también antóloga y coordinadora, como lo demuestran, en 2011, No se lo cuentes a nadie (Demipage) y 27 de sep. Un día en la vida de los hombres (Carena Ediciones).
"De muy joven me levantada cuando aún no había amanecido para ir a entrenar al Blume, fueron mi profesor y mi amiga Ana Domínguez los que empezaron a regalarme y prestarme libros sin parar. Mis primeros cuentos los leyeron ellos. Gané premios que me animaron a no olvidar que escribir era posible. Estudié filología a los treinta. Publiqué hace diez años, en abril, mi primer libro de relatos, al que siguieron libros de poesía, de cuentos poéticos, de testimonios, de entrevistas, de diarios y de cartas. Cuando pienso en mi vida atrás, me doy cuenta de que escribir es ir atravesando los ríos y hacer visible el espacio de las barandas, las que me llevaban a un ático, a un gimnasio y a una máquina de escribir. Para cualquiera de esos espacios he necesitado las manos, su agilidad y su tempo".
Actualmente imparte cursos de Creación Literaria en la Escuela de Escritura del Ateneo Barcelonés y en otros centros públicos y privados.
esmeraldaberbel@hotmail.com
I
... y querrás entrar sin tocar la penumbra de la puerta, se colará la voz por la grieta sin tocar el ácido de los baldes, sin atisbar el agua del pulmón. Cercar cualquier voz que no te nombre y lanzar pájaros. Y delimitar tabiques
... querrás entrar sin tocar el sótano
Sin respirar el sueño
Sin escribir una sola carta
... la voz lanzada en la noche como una vena cubierta por un saco brama y escupe. Y es en ese pecio que me llega un dolor oxidado
... entrar animado por las voces que pugnan a todo aquel que no te reconoce y lanzarle una voz amniótica. La puerta sin luz se tornará tu fortaleza. Sin tocar la carne
Sin respirar
Sin hacer ningún gesto que te descubra
Sin escribir ni una sola carta
... la grieta luxará la boca desplazando el dolor del sótano junto a todo este aire y este cercar lejos del corazón
... ningún tabique desnombrará el ruido que hacen los baldes al chocar una y otra vez con los huesos de las manos tampoco el ir por la superficie conseguirá tapiar la penumbra que se desdobla en el día y en la noche
II
una mesa de ping pon
el eco de la raqueta
en mi cuerpo
que prescinde
del turno
veintiún golpes,
de frente
creer
que es posible
amarnos
veintiún golpes
y un viaje en coche
hasta mi casa
Secuaz el corazón que adolece en las tramas,
vértigo de un paso,
el primer momento.
Secuaz
aquel gesto que precipita al derrame.
No me digas más
lo que invalida
lo que agota.
Del libro "Calma corazón,calma"
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