Marianela Medrano
Es una escritora dominicana que reside en Connecticut, USA desde 1990. Con frecuencia ofrece lecturas bilingües en universidades, bibliotecas, centros comunitarios y otros medios en New York y Connecticut. Así también, ofrece talleres donde se combinan la psicología y las artes, específicamente la escritura.
Medrano actualmente es candidata a un doctorado en psicología, (Institute for Transpersonal Psychology), en California. Tiene una maestría en Consejería (Western Connecticut State University), así también, certificación como terapista a través de la poesía (National Federation for Poetry Therapy). Por los últimos quince años ha trabajado activamente tanto en el campo de la salud mental como en el de las artes y la cultura. Ha colaborado con instituciones de prestigios como la universidad de Yale en New Haven y la Comisión de las Artes de Connecticut, en Hartford, CT.
Tiene publicados los siguientes poemarios: Oficio de Vivir. Santo Domingo: Colección Separata, 1986. Los Alegres Ojos de la Tristeza. Santo Domingo: Editorial Búho, 1987. Regando Esencias/The Scent of Waiting. New York: Ediciones Alcance, 1988 Curada de Espantos. Madrid: Ediciones Torremozas, 2002
UN LUGAR FAVORITO
Ejercicio con John Fox
Esternón adentro por debajo del ala me penetro
La misma alma descosida harapienta que dejé al descuido
Rostros olvidados traslucen
La niña que soy se empina a mirarme
Frescura quemante pregunta por el vestido y los lagartos muertos
A manos de inocentes criminales pero muertos
-un tirapiedras cuelga del recuerdo-
La misma hambre y boca sedienta
Los mismos galopes del desconsolado corazón
Entrecruzados horizontes y esta niña perdida
Los lagartos muertos en su frescura quemante
La carne al descubierto me penetro
-confieso que asustada me penetro-
Mariquitas descoloridas ya no me esconden más
A carne limpia en la verdad me dejan clavada -como una Cristo-
Hay memorias -fotografías en blanco y negro-
El tinte de los sueños míos siempre en colores
Arrojando formas y líneas para que no pueda olvidar
No estoy segura de mi edad ahora mismo
En espiral vuelan las capas de las que he sido
Duele una en el instante certero de la carne
se apuesta en el centro mismo del estómago
Enciende velas en el ardor agudo
Al resplandor se cuela la risueña que
A los quince manipuló un hueco en el cielo
Para confirmar lo infinito
Otra más conspicua alarga una mano para sentir la lluvia
Osa extender la lengua a la húmeda promesa
Oronda crece en la espesura
Esternón adentro me penetro
Diviso un bosque de complicados laberintos
Hay grama verde dejando su olor en el frasco del tiempo
Árboles milenarios de corteza dura a donde van a dar mis alas
Rosales plenos de hermosura y espinas
Abriendo espacios donde vienen a pasearse todas mis yo
Esternón adentro mi lugar favorito.
LA QUE VUELVE
Raíz invertida quiero crecerte Madre
Ascender vertical de una punta hasta la otra infinita
Preludiando voces en pasadizos callados
Fijar en la memoria tu rabia sosegada.
¿Cómo será navegar la corriente amniótica de tus
tantos desgarros?
Tal vez a un descuido de mi padre plantarme semilla
Crecida en raíz andarte entera al andarme.
Quiero andarte raíz Madre
Los lugares rotos que tus torpes dedos zurcen
Yo hija extravagante que al futuro engancha su navío
Me anclo en ti – a mi entraña profunda un
recuerdo tangible se pega-
Madre tú y yo hemos crecido
Exiliadas en latente soledad de multitudes
Solas en el desamor del éxodo
En este ir sin movimientos
Casi no nos vemos en el abrazo
Sin embargo vuelvo
Siempre he de volver.
¿Cómo será crecerme en ti Madre?
En el ángulo de tus piernas beber el líquido
que la pasión de mi padre derramó
¿Cómo será verme coagular en células hasta
crecerme yo?
¿Cómo será verte desde dentro hasta afuera?
Andarte la rabia extraviada en sonrisa pasiva
Quiero extenderme dentro Madre
Raíz invertida partiendo silencios
Crecernos árboles de naturaleza fuerte
¿Cómo será
crecernos
juntas?
POESÍA PARA ELLAS
Preguntaron si era yo
La que había bajado escandalosa por la tarde
La que transformó en grafías la lengua silenciosa de
Sus muchachas
El ojo morado trepándose al silencio
Cayó de golpes sobre la página
Y ya no pude dormir más
La lengua enredada en el miedo comenzó a cantar
A pesar y contra el miedo comenzó a cantar
En las calzadas dejaron sus rúbricas
Suplicaron exilio
Me miraron fijamente sin decir una palabra
El peso de sus memorias
Es la salvaje fantasía que me espanta
Florecen niñas del temblor
Gardenias pisoteadas de la noche
Pulpa milagrosa que me crece en las manos
Les digo que sí
Por supuesto que sí
Que soy la escandalosa paranoia
Pesadilla exhalando peste
Sobre sus borracheras
Que estoy aquí para derribar el falso frente y las caricaturas
Que los poemas son la sonrisa ancha
Por las que niñas resucitan sus muchachas.
DEATH LODGE
Sabe que vendrá la tarde en su descenso divino
Convida a los queridos seres mutilados
En historias que nadie más quiere pensar.
Con voz de pájaro anuncia el rito
-Le crecen alas-
Al preciso momento divisa una abertura por
la que se cuelan almas mustias los de ayer
-los que el tiempo ha empañado aún más-
Les extiende la mano compasiva de su dolor y el de ellos
Le miran como si no estuviera
Encogidos en gestos de hastío –como si no estuvieran-
Insiste de mano abierta
Ellos en no mirarle.
El corazón baja a saltitos
Obediente se apuesta sangrante
Ciegos
Sordos
Mudos –como si no estuvieran- huyen
Presurosos del corazón que a saltitos va detrás.
Sola en el círculo
Espera por las almas vivas que han de saludarle
-Suya la más viva en el ritual-
Rojo brillante el corazón le ilumina
Sonriente se toca el hueco.
Pieza tras pieza se desnuda
Hasta encontrarse las curvas
El camino recto también
-Hay dolor y euforia en el instante-
Se para erguida como le ordena el viento
Besa al sol con un beso arrebatado-calmo.
La del pecho comprimido yace muerta
El instante nada fúnebre–que es un nacimiento-
La esencia vuela del caracol generoso
Tambor incesante el joven corazón
Sale del círculo agradecido
Comienza a bailar su desnudez en el monte
A rítmo de árboles
Viento
Sol
Trae su agua.
Vibrante rojo le llega al pecho
Acuciante dolor arrebata un grito
-al unísono rie y llora-
Espesa piernas abajo milagrosa la sangre
A su más hermosa ella
Da
A luz.
CARA SUCIA
Nació de pie como un augurio
Presta a la batalla nació
El cordón tres veces anudado al cuello
Arrancó de cuajo las raíces a su madre
Dos azabaches brillantes
Desafiantes como el Diablo los ojos
Caimito morado
A plena luz del día hizo sombras
Piernas abajo con un grito de sirena se lanzó
De pie como un augurio creció
Con la tinta de la mala suerte
La abuela no quería una niña morena
De pelo crespo burlando la raza
La abuela no quería otra niña morena
Otra marca incrustada en la estirpe
Otro pelo sediento de vaselina
El discurso bajo el ala
En lugar del pan trajo desgracia
El mundo no quería otra niña morena
Otra piel cantando salves en los montes del Cibao
A la junta vinieron todos
A mirar la afrentosa criatura
La que nació de pie
Con la piel morada azul marino
envejecida por las horas
Anudado al cuello el cordón invisible
El diagnóstico insalvable
Mil veces maldecida criatura
La que nació de pie
Dicen que antes de desprenderse
Mordió el vientre de la madre
Desapercibida jamás ha de pasar
Escandalosa presencia
Escandalosa piel
Escandaloso el pelo
Se pasea por las calles
Fuerza no hay para detener
A la que nació de pie
Con la piel oscura
Con los ojos brillantes
el discurso bajo el ala
Ángel Negro voz cantante
CONSULTA
Que le calme dice
El andar roto y las pesadillas
Estiro la palma
Hasta la otra mano intocable del dolor
Inquieta desde el hondo orificio la historia hace muecas
A los ocho –me dice— La desangró el abuelo
De amor mezquino la llenó
Ya no hubo lugar a dudas
Probeta asquerosa le contuvo
Le traspasó la esencia y más allá
Fetidez de muerte le dio en claveles
Travestí de solapa hermosa
Se paseo por el parque llevándole orondo
Cantole con voz melodiosa ante las multitudes
En sus piernas la sentó a contarle historias
Libre dijo
Cuando en verdad nombró condena
No hubo brisa respiro en el bolero interminable de los quince
Muñeca destripada cedió el aliento
Inclinó el gesto en un acto magistral
Sin rostro se fue a medir esquinas
Sin una sonrisa siquiera Para no arriesgar nada
La del concomordaz envidiado en los burdeles
La de boca silenciada
Como el milagro acunara el vientre
Aprendió a tirarles en las cunetas
Les persiguen -dice- en las noches pardas
Jura que le tiran el corazón a puros gritos
Solemne bajaron las pestañas
Obviando el ojo –la mirada más bien—
El primero fue el abuelo
El mismo carnicero de los ocho
El desmemoriado de manos filosas
Buscando su voz de patriarca en los escombros
Que le calme dice
El andar roto y las pesadillas
Al momento me descubro absurda
De libros y acero me formaron
Jamás a la hediondez darle olfato
Mucho menos dejarle entrar al dolor
Que no soy que no debo
Sólo reloj dispuesto –lo demás es material del día—
Para nada ahora el espejo y la imagen
A su confín doblado en tardes grises
Desciende claridad divina
El abuelo miserable de la historia
Cae fulminado por un rayo
La mano sosegada de mi infanta
Acaricia la frente sudorosa de la pobre
Le digo que todo está bien
Que ha llegado justo cuando otra buscaba su lengua.
DEFECTO DE LA DIABLITA
El pacto lo hice con el fuego
Quémame quémame quémame
Mientras rebusco
Mientras me balanceo
El fuego sintió miedo.
Las Pelucas Delirantes, la poesía de la Generación 80 dominicana
(Antología crítica). Selección, prólogo y notas de José Alejandro Peña
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