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sábado, 23 de junio de 2012

7216.- LUIS FELIPE VILELA DEL VILLAR


 



LUIS FELIPE VILELA DEL VILLAR
VILELA DEL VILLAR, Luis Felipe (La Paz, Bolivia, 1906-1963).- Poeta y ensayista.
Con estudios en el Instituto Normal Superior de La Paz y especializado en letras en la Universidad de Chile (1947), se desempeñó como profesor de secundaria. Hizo labor de periodista al dirigir ‘El Socialista’ (1933) y ser redactor de otros medios.
Juan Quirós, en 1953, lo definió: "Hay en él otro poeta de la metáfora. Poeta que ama los matices, -aún en su poesía social- con  refinamiento de artista puro. Por eso pule meticulosa y amorosamente sus creaciones. Además en sus aciertos de tipo autóctono, cual sucede en su Canto a La Paz o Chuquiago, recuerda a Pinto y se le puede considerar por este aspecto como a uno de los continuadores de este arte iniciado por el forjador de Uca-Pacha".
Un fragmento de ‘Canto a La Paz o Chuquiago’, dice: "¡Capitana ciudad! / de Alonso de Mendoza y de Murillo / dame la paladina rudeza de tus héroes! / Seráfina Matrona de La Paz de Ayacucho / pon sobre los recuerdos una espira azulada! / Y haz con broncíneos pechos / titánicos y fieros / la invencible muralla de nuestras libertades. / Verde será el laurel que germine en tus sienes / como es roja la ulala del corazón aymara".

LIBROS
Poesía: Clamor. Poemas del exilio (1939).
Antología: Antología poética de La Paz (1950).
Ensayo: Los contemporáneos (en ‘Historia de la Literatura’ de E. Finot, 1964); Las artes plásticas (coautor Fernando Guarachi, 1948).



SOLEDAD

Lejos de mí la fragancia del espliego
y la mística voz de la azucena.

Emerges del paisaje obstinado del sueño
entre palomas bíblicas y estrellas vegetales.

Con un rumor azul de tarde y lumbre de plegaria
que los pájaros mudan en arpegios acuáticos.

Fuente de piedra es tu silencio,
rama ceñida a mi soledad.

Un poco de cenizas abstractas
perfuman tu cabellera de húmeda eternidad.

Vagueo musical aroma la clepsidra
gris del alma
herida por la espada de un lucero...

¡Oh humedecidas sombras virginales,
encrespados celajes de mi orgullo
en el vértigo luminoso del espíritu!

Se arrodilla en tu estancia
el ángel seráfico del alba
e irrumpen centauros de ansiedad en mis venas.

Nostalgia,
viñedo de brumas y de luceros muertos,
¿qué nos queda de ti?...
Las pupilas absortas del esqueleto de los sueños.

Serás la agreste substancia de una espiga,
la imagen sumergida
en las nieblas dolientes de mi sangre...






PRIMAVERA

Primavera sencilla, fresca agua de ternura,
brota de su regazo la mañanita lírica.

Y en- su vestido tenue donde la brisa canta
mis pupilas errátiles repican su alegría.

Fresca lluvia de octubre. Giran las golondrinas
y se llevan el lento carruaje de las nubes.

La Primavera espiga los soles del sendero
y avanza en la llanura luminosa del cielo.

A su paso se encienden mis pensamientos tristes
y en su cintura tiemblan las rosas de mi ensueño.

Luce fragante y pura, su emoción el paisaje,
y medran los arroyos la sombra de los sauces.

La esperanza viajera abandonó sus naves.
Palpita en nuestras almas su lámpara de amor.





EL COLLA

Un paisaje de trinos y de auroras
en la sierra matizan las kantutas.

Detrás la peña agreste de una nube
perfiló su silueta el viejo cóndor.

Vibraron como notas las aguas del torrente
y en la grupa del viento descendió la mañana.

El indómito colla disparó su arco tenso.
Un sollozo ancestral desgarró las montañas.

Y la lírica lluvia de las flautas indianas
con sus manos cobrizas enjugó la mañana.





PAISAJE DE EXILIO

Ingrávidas palmeras
abren sus brazos verdes
sobre el río.

Tórrida calma,
sopor, monotonía

Decórase el profundo
cristal de la mañana
con un vuelo de garzas.

Los horizontes apoyan
en el agua
su soledad.

Viajadora canción
ciñe sus velas.

Y en la undívaga
quietud de la espesura,
se aleja el batelón
de los proscritos.






NOCTURNO

Pata besar tu frente diáfana de estío
brotan de los rosales humedecidas Iámparas.

Solloza su nostalgia el violín de los pinos
bajo la transparente carabela del alba.

iCómo no amar tu nombre, medallón de romance!
Tierna luz de magnolia, aromada de ensueño.

Viene un rumor de orvallo con pies de plata fina,
cuando enciende la fuente su boca estremecida.

¡Oh trémula penumbra, cabellera dorada!
en ti curva el paisaje su fragante sonrisa.

Relucen en tu ojos soles de melodía.
Y en las manos del aire se abren las siemprevivas.




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