Marta Noviembre nació en 1976 en Barcelona y vive en Madrid. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Tras trabajar en prensa diaria y televisión, se especializó en gestión de gabinetes de prensa para ONG, actividad que desempeñó hasta 2009. Ese mismo año cofundó el Entrelíneas Librebar, un café literario especializado en la promoción de escritores y editoriales independientes, así como en la organización de eventos literarios.
Hasta ahora ha publicado los poemarios El código de los heridos (Ed. del Primor, 2010) y Catálogo de lágrimas (Ed. Poesía eres tú, 2009), y ha sido antologada en Jam Sessions Bukowski Club 06-08 (Ed. Escalera, 2008), El Tejedor en… Madrid (La Única Puerta a la Izquierda Editorial, 2010), y Poetas en los Jacintos, (Zoográfico, 2011).
Actualmente prepara un poemario ilustrado, mantiene un blog, y ocasionalmente escribe reseñas en revistas online. Para ganarse la vida es formadora ocupacional y traductora.
Era triste añorarte,
sentir el tiempo
como una brecha separando continentes,
engullendo rutinas,
reduciendo a polvo los lugares comunes,
y el avance de la certidumbre
como un animal sibilante augurando fines,
borrando huellas,
presagiando que nada, nadie, volvería a ser,
eso era lo más triste
de añorarte.
Del poemario inédito Propios y extraños
Editorial Poesía eres tú.
Quise
Lo supe,
lo vi,
quise,
sin pensar que querría,
sin saber que entonces
lo supe,
lo vi,
quise.
Ahora no aparto los ojos,
no puedo apartar los ojos,
no quiero apartar los ojos,
siempre estás,
siempre tu voz,
siempre tú.
Te escojo a ti,
borro
las invasiones,
las entregas,
las búsquedas,
el castigo
el naufragio,
la pérdida,
la nada
el ansia de darme,
la pena de regalarme,
el miedo de verme
muerta de hombre
y de fe.
Mentirosa compulsiva
Mentiras,
sólo digo mentiras.
Caen de mi boca espesas
con ellas tapo mis grietas,
fina capa de piel sintética,
y salgo a la calle, a ser de verdad,
a vivir episodios de mentira,
a regalar redes tupidas de mentiras,
a defender una mentira
más grande que yo misma.
Cubierta de mentiras de pies a cabeza
me siento ante a ti y miento.
Y tú,
no dices absolutamente nada.
Serendipia
Al escondite,
en idas y venidas de miedo acrobático,
de heridas selladas con silicona,
alguien enciende luces mientras yo las apago
a otra hora, en otro lugar,
y a veces pienso, y a veces espero,
y a veces me canso, y me pierdo
para que me encuentren de nuevo
una noche a la semana,
con el mismo vaso medio vacío,
con los labios confusos en mueca de beso,
con las palabras torpes del inicio continuo.
Al soltarme de una mano siempre creo
que debería haber besado más,
dicho aquello, mirado más lento,
pienso que siempre me dicen no pienses,
y yo pienso que porqué me lo dicen,
si a mí me gusta pensar que puedo
saltar camas sin culpa y de mutuo acuerdo
cuando por un rato no se me ocurre nadie mejor
para el hueco que guardo entre las costillas,
aunque sea con quien no debía,
aunque acabe preguntándome
quien dijo que esto es suficiente.
Qué pasa si a partir de ahora
sólo beso en la boca.
Sólo bésame.
Odio cuando guiñas un ojo para decirme adiós.
Voy a quedarme así, bocabajo, para que recuerdes el lunar en mi espalda,
la curva de este culo,
los pies suspendidos en signo interrogante.
No voy a mirarte.
Odio ver como traes de vuelta la coraza.
Voy a quedarme así, la cara hundida en la almohada,
para luego recordarte como hace justo cinco minutos.
Quiero verte siempre como hace justo cinco minutos.
Desnudo.
Siempre.
Latentes, opacos, tupidos,
abiertamente cerrados
entre las ganas y los miedos,
entre las ansias y los huecos.
De piezas perdidas
o engranajes desencajados,
resquicios, fisuras,
hendiduras, grietas,
entre lo que creemos y los que sentimos,
entre lo que sentimos y lo que queremos.
Ingentes, de vértigo,
entre tú y yo,
entre mí y yo.
De años luz, infinitos,
entre lo que imaginé que sería
y lo que soy.
Por tapar, por saltar,
por conquistar, por invadir.
Espacios que creía
que inundarías tú
y debo llenar yo,
sin saber cómo.
El código de los heridos (Ed. Del Primor, 2010)
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