Xoán Abeleira, nado en Maracay, Venezuela, o 24 de xuño de 1963, é un escritor, tradutor e xornalista galego.
Fillo de emigrantes galegos, en 1973 a súa familia volta a España, intalándose en Madrid, onde Abeleira inicia a súa andaina coma poeta, narrador, tradutor, músico, xornalista e crítico literario.
En Madrid publica os seus primeiros poemarios Umbral del Centinela/La piel iluminada (Olifante, 1997), volume dobre nomeado ós premios Ícaro de Literatura do Diario 16, Identidades (Hiperión, 1998) e Nueve motivos para un obsequio (Mandala, 2001, unha obra realizada canda a pintora brasileira de sumi−e Lourdes Parente). En Madrid estréase tamén coma autor de literatura pra nenos, coa serie Las aventuras de Nunavut, pola que é elixido “autor do mes” na revista CLIJ.
Alí estuda teatro con José Carlos Plaza e William Layton, dirixe unha montaxe baseada en dúas pezas curtas de Tennessee Williams (Querencia, estreada no Teatro del Mercado de Zaragoza), crea un grupo musical (La República, con disco homónimo), traballa coma xornalista (Cuadernos Hispanoamericanos, El Urogallo, Diario 16, El Público) e como guionista na TVE.
Regreso á Coruña
En 1999 trasládase á Coruña. Esa volta ó país onde naceran os seus pais impúlsao a tomar a decisión de escribir exclusivamente en galego. A partir dese momento publica Magnalia (un “libro de artista” creado coa poeta Olga Novo e a pintora e poeta Alexandra Domínguez), Animais Animais (con dúas versións distintas: unha en Espiral Maior e outra, bilingüe e ampliada, en Bartleby Editores), unha nova versión da serie As aventuras de Nunavut, e un ensaio lírico e fotográfico verbo da obra e da figura de Manfred Gnädinger, “o alemán de Camelle”, titulado A pegada de Man. Participou na dobre estrea (A Coruña e Vigo) do concerto "Música para un Ouveo"-"Música para un Aullido", unha obra para quinteto e recitador creada polo compositor galego Borja Costa a partir do célebre poema de Allen Ginsberg, traducida (ó galego e ó castelán) e interpretada polo propio Abeleira. Na actualidade, 2010, está a realizar un proxecto chamado Fuso Negro no que mestura poesía, teatro e música, xunto a varios músicos galegos [1].
O seu labor coma tradutor abarca xa máis dunha trintena de nomes, entre os que salientan os de Rimbaud, Apollinaire, Breton, Desnos, Char, Artaud, Michaux, Rabearivelo, Esteban, Bonnefoy, Shelley, London, Berger, Ginsberg, Hughes ou Plath.
[editar]Actualidade
Na actualidade colabora coma columnista e crítico literario en distintos xornais:
La Opinión da Coruña.
El Heraldo de Aragón.
El País.
Mantén tres blogs:
Xoanabeleira
Homenajeaallenginsberg (en castelán)
Xalundes xunto aos outros compoñentes do Grupo Surrealista Galego.
Obra en galego
Poesía
Animais Animais, 2001, Espiral Maior, edición posterior ampliada bilingüe galego-castelán, 2009, Bartleby Editores.
As nosas sombras no xardín de Serralves, 2010, Franouren Edicións.
Ensaio
A pegada de Man, 2006, Xerais.
Literatura infanto-xuvenil
O nacemento de Nunavut, 2003, Xerais.
Un día de caza, 2003, Xerais.
O caribú namorado, 2004, Xerais.
Sedna, a deusa do mar, 2005, Xerais.
Traducións
Porca terra, de John Berger, 2007, Rinoceronte.
O viaxeiro astral, de Jack London, 2007, Galaxia.
Obras colectivas
Magnalia, 2000, Espiral Maior, caixa de artista, en colaboración coa poeta Olga Novo e a pintora Alexandra Domínguez.
Negra sombra. Intervención poética contra a marea negra, 2003, Espiral Maior.
A Coruña á luz das letras, 2008, Trifolium.
Erato bajo la piel del deseo, 2010, Sial Ediciones.
Obra en castellano
Poesía
Umbral del Centinela/La piel iluminada, 1997, Olifante.
Identidades, 1998, Hiperión.
Nueve motivos para un obsequio, 2000, Mandala Ediciones.
Traducións
No despertéis a la serpiente: antología poética bilingüe, de Percy Bysshe Shelley, 1994, Hiperión. Con Alejandro Valero.
Iluminaciones, de Arthur Rimbaud, 1995, Hiperión.
Poesías y otros textos, de Arthur Rimbaud, 1995, Hiperión.
Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud, 1995, Hiperión.
A la misteriosa. Las tinieblas, de Robert Desnos, 1996, Hiperión. Con Ada Salas.
Dylan Thomas: amparado por la gracia, de George Tremlett, 1996, Circe.
Carson McCullers: un corazón juvenil, de Josyane Savigneau, 1997, Circe.
Casi sueños. Traducido de la noche, de Jean-Joseph Rabearivelo, 2000, Hiperión.
Escrita luz: antoloxía persoal, de Cesáreo Sánchez Iglesias, 2006, Eneida.
Anna Ajmátova: Anna de todas las Rusias, de Elaine Feinstein, 2007, Circe.
Poesía completa 1956-1963, de Sylvia Plath, 2008, Bartleby Editores.
El azor en el páramo, de Ted Hughes, 2010, Bartleby Editores.
LA LLANURA EN PRIMAVERA
Ahí está vuestro oenach
Vuestro santuario –
La desembocadura interior
Del mar donde confluyen
Vuestro nuevo Más Allá
Vuestro viejo Más Acá
La tierra transformada
En un panal
Policárpico –
Ahora que todo rompe a florecer todo
Gana su jornal
Que los prados y los bosques trajinan
A su antojo sin párroco ni patrón
Que se lo pueda hurtar
Venid
Las abejas dolientes de lo Oscuro
Venid
Las derviches del Pueblo de los Sueños
Libad vuestra flor
Llevad vuestra miel
Vosotras
A quien Nada pertenece
A CHAIRA EN PRIMAVERA
Ei-lo voso oenach
O voso santuario –
A foz interior
Do mar onde conflúen
O voso novo Alén
O voso vello Aquén
A terra devida
Un cortizo
Policárpico –
Agora que todo rompe a xenar todo
Gaña a súa xeira
Que as lamelas e as fragas bourean
Ó doután sen párroco nin patrón
A lla garduñar
Vide
As abellas doentes da Negrume
Vide
As derviches do Pobo dos Soños
Libade a vosa flor
Levade o voso mel
Vós
A quen Nada lle pertence
Tres poemas de su libro original en gallego:
‘As nosas sombras no Xardín de Serralves’
BLACKOUT
¿Cuánto dura ya
Esta noche de azogue
Esta luna abortada
Esta lámpara rota
Todo como un espejo vuelto
Hacia nada cara a su envés?
Ya ni siquiera recuerdo
Cuándo perdí los ojos
Ni dónde
Por qué
Voy tropezando así
Con esto que yo no era
Oscuro y ciego del todo
Solo y a trompicones
Solo y a tientas
Dando vueltas y golpeándome
Con la pared
En el pozo
Sintiendo los estallidos
De las alegrías ajenas
Deambulando en una negrura
Hecha de todas las negruras…
Debiste de ser tú
Quien convirtió el aire
En este ala interminable
De murciélago
Tú quien convocó
Esta marea penosísima
Esta otra maldición
Definitiva sí
Fuiste tú
El día en que huiste
De la casa
De la ciudad
Del país
Te volviste sin dejarme
Ni una sola mirada
Con la que poder alumbrarme
Y al irte apagaste
Lo mejor de nuestras vidas
Todas las luces del Tiempo
TU OLOR ANIMAL
Brede, Brede, tar gys my thie tar dyn ayms noght…[2]
En tu Casa de mil años todo olía
A vaca a silo a esquilmo
Desde la raíz de sus piedras y sus vigas
Hasta la costura de tus tejidos
Las páginas de tus libros
Tus primeros poemas
Rimados tus escasos juguetes
Todos olían
A leche a bosta a orina
Tú y tus hermanos encabronados
Intentabais en vano con litros de agua
Con pobres colonias arrancaros la costra
De una tufarada que sin embargo
A mí me fascinaba me encalabrinaba
Follar anonadado en el animal
Que eras tú cuando
Tú
Mi Señora de Nemi
LA TELA
Cuando entré en la Casa Vieja, tú estabas removiendo las brasas del lar, 1771. “¡A buenas horas, rapaz!”, exclamaron a la vez todos tus difuntos. “¡Quince años de retraso en tu turno de ordeñar!”, me echaron en cara. “Y ahora…”, comenzó uno. “Y ahora…”, continuó la Otra, “ya se pudrieron las ubres de las vacas… de las ovejas… y hasta de las almejas!”, desternillada.
Tu madre hundió la izquierda en la cacerola de cobre vacía, y sacó una taza grande, rebosante de caldo. Luego la derecha en la conejera del sumidero, y una rebanada de candeal inmaculado. Mojó el pan en el caldo nuevo y te lo dio a probar. Pero tú lo rechazaste asqueada, lo arrojaste al suelode un zarpazo. Los añicos de la taza, las gotas del caldo y las migas del pan se transformaron en maíz cuervo.[4]
La gallina se lanzó sobre los granos y los papó codiciosa. El zorro se lanzó sobre ella y papó a la gallina. La perra se lanzó sobre él y papó al zorro. El lobo se lanzó sobre ella y papó a la perra. Y todos los animales, uno en la panza del otro, se convirtieron en una topa de un centenar de quilos que huyó enseguida al fondo de la bodega.
“Ya que no doblaste el espinazo, al menos ve a buscar la topa”, me regañó tu abuela materna. “Y trae una jarra de vino, que hoy estoy... zarrioso”, me pidió tu padre decayéndose en la silla. “¡Pero que sea de la Casa! ¡Del que pisa tu mujer!”
“¡Mi amor, no vayas!”, me apresaste el brazo, me clavaste las uñas sin percatarte. “Allí hay… montones de ratas… y además…” Pero yo no quería que tus padres me tomasen por un blandengue, un quejica de la ciudad. “Entonces ve. Pero lleva esta vela contigo. Y si la llama se apaga, sal corriendo de allí, pues eso significa que ya no queda oxígeno…”
Cuando al fin la divisé, la topa había menguado a la mitad de su tamaño. Aprovechando el fuego, quemé la tela de araña en la que la pobre había quedado presa: la mayor que vi jamás. Tendida entre cuatro o cinco barriles. Goteando una grasa negra, como los jamones y los chorizos encima de mi cabeza.
Posada en el suelo, la topa devino en ti a los siete años, con el vestido de comunión y un collar de cerezas. “Venga, salgamos de aquí antes de que Ella vuelva”, me apresuraste nerviosa, abriéndome los ojos. “Esta vez seré yo quien te guíe.”
Asiendo con la izquierda tu diminuta derecha, y con la derecha el candelero a punto de extinguirse, te seguí por la escalera. “Ten cuidado que la mayoría de los escalones está carcomida. Lo sé muy bien…” Pero, al llegar tú arriba, te volviste de golpe, me escrutaste y me soltaste aterrada, como si yo fuese La Cailleach. Tu grito me aturdió. Me tambaleé y caí rodando hasta perder el conocimiento.
Al despertar y mirar por el sol, ya era noche cerrada.[5]
[2] En la antigua –y desaparecida, ay– lengua de la Isla de Man: “Brígida, Brígida ven a mi casa, ven a mi casa esta noche…” El nombre de la diosa celta Brìdget o Brede parece estar emparentado etimológicamente con la palabra inglesa bride: novia. En otros lugares era conocida como Brigantia…
[4] Una variedad de maíz gallego.
[5] El original entraña un juego de palabras: “ya niebla [m’era: mera] noche cerrada”.
EL HABITANTE REPLEGADO
Un ardid enhebrado en el aire, por encima del río, a través de los juncos.
Ninguno de los elementos podría modificar o derruir este habitáculo en donde se equilibran todas las tensiones. Ante el granizo, flexible, inexpugnable a cada asalto del sol, su estructura se acomoda a los rigores del instante, manteniéndose fiel a su naturaleza.
Ni Este ni Norte, ni Oeste ni Sur. Una guarida radial. Un universo estático. Y detrás, sobre el vacío, el Habitante replegado, confundido con el interior de este paisaje, mientras aguarda el reclamo oportuno para verificar su destreza.
Nada lo apremia. Ayer fue siempre hoy. Lo que importa es ese destello vibrátil que ronda, duda, parte y luego regresa, eternizando su deseo.
Un zumbido lo alerta. El hilo es la señal, la tralla que repentinamente lo azota. Y entonces surge, se abre, veloz, para acoplarse al Visitante en un abrazo.
Ignorante en la oscuridad de la estancia, ajeno a la efusión de las voces que cristaliza el pensamiento, aprende a ser paciente, como la araña.
(Inédito)
SALVA
Te has decidido a avanzar, justo antes de que la tarde te encomendara su racimo. A partir de ahora no te amilanes, no te retrases, no sueñes siquiera con el regreso.
Ante ti, el umbral de este gran pasadizo de piedras. Su aridez es legítima, no engaña. Eres tú quien abrirá las fuentes que en él te correspondan.
Sin lamentarlo, deshazte del legado de hojarasca que fue tu alborozo y tu infortunio. Sólo así, desposeído, podrás reconocer Su rastro en el hayedo.
Mientras dure la jornada, estima los obstáculos, confía en los augurios. Si eres asiduo, el viento enfilará tus huellas. Si eres desleal, tu sombra te volverá la espalda.
Que no te obsesione nunca la promesa del sendero. Aunque no llegues a verla, al final te espera la última baya del escaramujo.
(Inédito)
VIGILIA
(Torre del Andador, Albarracín)
Es la hora franca y su aspereza: una mano arbitraria ha tapado el resquicio por donde entraba el viento que fecundaba a las piedras.
Arquería nocturna. Mirador de la nada. Cenagal de lava cruda y medusas.
Fuera, a la distancia del último beso, la ciudad es una hoguera consumida en su temor, en su bullicio.
He subido a las murallas desprovisto de deseos. Náufrago aéreo, árbol inverso, en el arenal del cielo cultivo mi fatiga, afianzo mis raíces.
Una lechuza desentraña mi nombre sobre la torre. Yo soy San Jorge, enviscado en las nubes, rodeado de murciélagos. En el zarzal que es mi armadura, desovan los reptiles, procrean los insectos. Yo habito el Dragón, el trono del Dragón, con la garganta atravesada por nueve varas de almendro.
¿Eres tu quien gime en los adarves, corazón? Vigía consternado: detén el curso que te atosiga y escucha.
¿Quién habló de mudez en el vacío? Es mentira el silencio. Es mentira el silencio del silencio. Aquí, todo alienta, todo crepita.
Dentro, la mañana se fragua. En este espacio donde apenas cabe una semilla, poco a poco, se abre paso la luz que me gobierna.
El río se yergue. Finalizó la contienda. Bajo el palio violeta de este nuevo horizonte brilla la mirada de un rey. A sus pies yacen ahora mis despojos: mi amalgama de ayer, mi pesado amnios, expurgado por el sol, pálido y reseco.
*El escritor gallego nacido en Maracaibo Xoán Abeleira (el mismo que firmó libros como "Umbral del centinela / La piel iluminada" en Olifante o "Identidades" en Hiperión) me envía estos poemas de su estancia en Albarracín, y los cuelgo aquí. Ha entregado en Xerais un libro sobre Man, el alemán de Camelle, "A pegada de Man", algo así como "La huella de Man". Un libro muy personal con textos y fotos. Su editor Manuel Bragado, que tiene un blog que se titula "Brétemas" le dedica un precioso post.
http://antoncastro.blogia.com/2005/082104-tres-poemas-de-xoan-abeleira-.php
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