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viernes, 21 de octubre de 2011
5185.- BARTOLOMEO VANZETTI
Bartolomeo Vanzetti fue un inmigrante italiano residente en Estados Unidos, activista político de corte anarquista. Fue asesinado en la silla eléctrica junto a Nicola Sacco por un crimen que no cometieron.
Nació en Villafalleto, en el Piamonte, en 1888. Le gustaba el estudio pero sólo pudo hacer la escuela. Empezó a trabajar a los 13 años de edad, eran 15 horas diarias sin descanso semanal, sólo tenía un asueto de tres horas dos veces al mes. A los 20 años de edad decide abandonar Italia. Llega a Norteamérica en 1908. Lo espera un largo peregrinar en busca de trabajo, muchos días de hambre, sin ni siquiera un lugar donde descansar. Recibe en su andar el desprecio de los patrones, la solidaridad de sus iguales. En su oficio de confitero no encuentra plaza fija. En muchos lugares lo echan a los pocos meses de trabajo. Trabajó de picapedrero, albañil, foguista, barredor de nieve. Hacía jornadas de 12 y 14 horas en verdaderos tugurios insalubres, recibiendo, por ser extranjero, la mitad del jornal de un norteamericano, de por sí bajo. Con ansias de leer y estudiar se quedaba de noche, después del trabajo, dormido sobre los libros. "Aprendí que la conciencia de clase no era frase inventada por los propagandístas, sino que representaba una fuerza vital, real, y que aquellos que comprenden su significado no son ya simples bestias de carga, sino seres humanos". Sus palabras, como sus escritos y alegatos están llenos de fe en la clase obrera y en la revolución. Se define como ferviente libertario, como anarquista, porque siente que "solamente en la libertad podrá surgir el hombre a su noble y armoniosa integridad".
Su convicción clasista y de pelea lo lleva a participar en huelgas y mítines, a colaborar en la creación de sindicatos. Es en 1913 que comienza a participar activamente en el movimiento obrero. En 1916 estalló un gran conflicto en la Plymouth Cordage Company y allí estuvo Vanzetti en primera línea, dirigiendo la huelga. Salen victoriosos, conquistan sus reclamos. Después sufre persecución, es incluido en las listas negras, tiene seguimiento policial durante 18 meses, es el castigo de la clase dominante. Más difícil le es entonces conseguir trabajo. Cuando es detenido en mayo de 1920, su ocupación es vender pescado en la calle. No había abandonado la lucha en ningún instante, estaba en ese momento organizando la movilización contra el asesinato de Andrea Salsedo. Su condición de agitador lo llevó a la cárcel. Fue injustamente declarado culpable junto a Nicola Sacco del asalto y homicidio del pagador de una fábrica, Frederick Parmenter y su escolta, Alessandro Berardelli, en el pueblo de South Braintree, Estados Unidos, el 15 de abril de 1920 (ver: Caso Sacco Y Vanzetti). "Permanezco siete horas en un lugar lleno de gas, 40 minutos en un patio polvoriento, 16 horas en una estrecha celda... Tal es mi vida diaria, salvo en los días de fiesta en los que debo permanecer de 21 a 23 horas en mi jaula". Después de siete años de prisión, fue asesinado en la silla eléctrica. Hasta el último momento conservó su actitud firme y digna, todo un símbolo de ejemplo para la clase obrera en la que tan profundamente creía.
A 80 AÑOS DE LOS ASESINATOS
DE NICOLA SACCO Y
BARTOLOMEO VANZETTI
Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti eran dos inmigrantes italianos que fueron ejecutados en 1927 en Estados Unidos, acusados injustamente de un robo millonario. Su muerte causó un escándalo internacional y fuertes protestas, sobre todo en Europa aunque también tuvo grandes dimensiones en Latinoamérica, debido a las escasas e insuficientes pruebas reunidas en contra de los italianos. Para muchos, la ejecución se debía básicamente a su doble condición de inmigrantes pobres y de anarquistas.
Cuando se pensaba que la presión política internacional se encargaría de lograr una revisión del caso, fueron condenados a la silla eléctrica en el estado de Massachusetts. Antes de morir, Nicola Sacco se volvió hacia los testigos y gritó: ¡Viva la anarquía!
Años después, en 1977, Estados Unidos revisó el caso constatando numerosas fallas en el proceso judicial, reconoció oficialmente el error y pidió disculpas a los descendientes de Sacco y Vanzetti. En un contexto social en que Estados Unidos temía la llegada del comunismo, se debía dar una señal potente de que el pensamiento socialista y anarquista sería fuertemente vigilado y castigado. Sacco y Vanzetti fueron exonerados de manera simbólica el 23 de agosto de 1977 por el entonces gobernador de Massachusetts, Michael Dukakis.
Nota:
Las últimas palabras de Bartolomeo Vanzetti ante la corte que lo
condenó a muerte fueron incluidas como un auténtico poema en la
antología de Seldem Rodman:
Anew Anthology of modern Poetry
. Ed. by Seldem Rodman. The Modern Library, NewYork, 1938
y posteriormente en Poetry of freedom
, Ed. William Rose Benet andNorman Cousins. The Modern Lybrary,
New York, 1945
Último discurso en la corte
He estado hablando mucho de mí mismo
y ni siquiera había mencionado a Sacco .
Sacco también es un trabajador,
un competente trabajador desde su niñez, amante del trabajo,
con un buen empleo y un sueldo,
una cuenta en el banco, y una esposa encantadora y buena,
dos niñitos precioso y una casita bien arreglada
en el lindero del bosque, junto a un arroyo.
Sacco es todo corazón, todo fe, todo carácter, todo un hombre;
un hombre amante de la Naturaleza y de la Humanidad;
un hombre que lo dio todo, sacrificó todo
por la causa de la libertad, y su amor a los hombres;
dinero, tranquilidad, ambición mundana,
su esposa, sus hijos , su persona
y su vida.
Sacco jamás ha pensado en robar, jamás en matar a nadie.
Él y yo jamás nos hemos llevado bocado
de pan a la boca , desde que somos niños hasta ahora,
que no lo hayamos ganado con el sudor de la frente.
Jamás...
Ah, sí, yo puedo ser más listo, como alguien ha dicho;
yo tengo más labia que él, pero muchas , muchas veces,
oyendo su voz sincera en la que resuena una fe sublime,
considerando su sacrificio perpetuo, recordando su heroísmo.
Yo me he sentido pequeño en presencia de su grandeza
Y me he visto obligado a repeler
Las lágrimas de mis ojos,
Y apretarme el corazón
Que se me atorozonaba, para no llorar delante de él:
Este hombre al que han llamado ladrón y asesino y condenado a muerte.
Pero el nombre de Sacco vivirá en los corazones del pueblo
y en su gratitud cuando los huesos de Katzmann
y los de todos vosotros hayan sido dispersados por el tiempo;
cuando vuestro nombre, el suyo, vuestras leyes, instituciones
y vuestros falso dios no sean sino un borroso recuerdo
de un pasado maldito en el que el hombre era lobo para el hombre...
Si no hubiera sido por esto
yo hubiera podido vivir mi vida
charlando en las esquinas y burlándome de la gente.
Hubiera muerto olvidado, desconocido, fracasado.
Esta ha sido nuestras carrera y nuestro triunfo. Jamás
en toda nuestra vida hubiéramos podido hacer tanto
por la tolerancia, por la justicia, porque el hombre entienda
al hombre como ahora lo estamos haciendo por accidente.
Nuestras palabras, nuestras vidas nuestros dolores-
--¡nada!
La perdida de nuestras vidas –la vida de un zapatero y un pobre vendedor
de pescado- ¡todo! Ese momento final es de nosotros,
es agonía de nuestro triunfo.
(de antología de poesía norteamericana de José Coronel Urtecho
y Ernesto Cardenal)
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