María Elena Cruz Varela (Colón, Cuba, 1953). Periodista, poeta y novelista cubana. Líder del grupo disidente cubano Criterio Alternativo. Condenada por el régimen de Fidel Castro, después de un juicio sumarísimo, a dos años de cárcel. Después de sufrir prisión y torturas, fue liberada.
Abandonó Cuba y vivió un tiempo en España, antes de trasladarse a Estados Unidos. Ahora ha vuelto a España para vivir en Madrid.
Obras
Dios en las cárceles de Cuba (testimonio)
2006: La hija de Cuba (novela)
2003: Juana de Arco: el corazón del verdugo (novela)
2001: La voz de Adán y yo (poemas)
1992: El ángel agotado (poemas)
1991: Hija de Eva (poemas)
1987: Afuera está lloviendo (poemas)
1986: Mientras la espera el agua (poemas)
Reconocimientos
2003: Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio, por Juana de Arco: el corazón del verdugo.
2001: Premio Emilia Bernal.
1995: Premio Mariano de Cavia de la prensa española.
1989: Premio Julián del Casal (Cuba), por Hija de Eva.
Canción de amor para tiempos dífíciles
Difícil escribir te quiero con locura.
Hasta la misma médula. ¿Qué será de mis manos
si les roban la magia sonora de tu cuerpo?
Difícil. Muy difícil un poema de amor en estos tiempos.
Resulta que tú estás. Feroz en tu evidencia.
Resulta que yo estoy. Contrahecha. Acechante.
Y resulta que estamos.
La ley de gravedad no nos perdona.
Difícil es decir te quiero en estos tiempos.
Te quiero con urgencia.
Quiero hacer un aparte. Sin dudas y sin trampas.
Para decir te quiero. Así. Sencillamente.
Y que tu amor me salva del aullido nocturno
cuando loba demente la fiebre me arrebata.
No quiero que me duela la falta de ternura.
Pero amor. Qué difícil escribir que te quiero. Así.
Entre tanto gris. Tanta corcova junta.
Cómo puedo aspirar la transparencia.
Retomar esta voz tan desgastada.
Esta costumbre antigua para decir te quiero.
Así. Sencillamente. Antiguamente. Digo.
Si todo es tan difícil. Si duele tanto todo.
Si un hombre. Y otro hombre. Y luego otro. Y otro.
Destrozan los espacios donde el amor se guarda.
Si no fuera difícil. Difícil y tremendo.
Si no fuera imposible olvidar esta rabia.
Mi reloj. Su tic-tac. La ruta hacia el cadalso.
Mi sentencia ridícula con esta cuerda falsa.
Si no fuera difícil. Difícil y tremendo.
Plasmaría este verso con su cadencia cursi.
Si fuera así de simple escribir que te quiero.
El ángel agotado ( Poemas)
El que se calla, hace la historia con el silencio. Y el que habla, hace la historia con la palabra. Pero no podemos pensar que la historia es algo fuera de nosotros, una suprarrealidad a la que no tenemos acceso. Rechazo rotundamente que el peso de nuestros próceres me niegue la posibilidad de ser una hacedora de historia..., y con ello estoy defendiendo mi derecho a equivocarme"
María Elena Cruz Varela
Considerada una de las voces poéticas de mayor fuerza en Iberoamérica, María Elena Cruz Varela vivió en sus propias carnes la represión política. Fue condenada por el gobierno cubano de Fidel Castro a dos años de cárcel por encabezar el movimiento de intelectuales pacifistas conocido como Criterio Alternativo. Durante su estancia en la cárcel se la torturó y las amenazas no cejaron cuando salió en libertad. Se la acusaba de difundir propaganda enemiga. Pero ella decidió que debía seguir con su vida. Se exilió y desde entonces ha vivido en Estados Unidos y también en España. Como activista siempre ha combatido la represión y la injusticia, la falta de compromiso ético o el mutismo. Su activismo ha sido reconocido, hasta el punto de haber sido nominada para el Premio Nobel o el Príncipe de Asturias de la Concordia.
Como escritora ha publicado varios libros de poesía, entre ellos, El ángel agotado, publicado en 1991, escrito en Cuba. Es este el libro más querido por la autora porque supuso toda una extenuación, un desnudamiento en el paréntesis de la vida. Además de este libro son destacables: Mientras la espera el agua (1987), Afuera está lloviendo (1989), Ballad of the blood! Balada de la sangre ( 1995) en edición bilingüe. Destacan además las novelas Juana de arco: el corazón del verdugo, publicado en el 2003, o el más reciente, La hija de Cuba (2006). La autora ha recibido diversos premios literarios entre los que figuran el Premio Nacional de Poesía Julián del Casal, el Premio Mariano de Cavia de Prensa Española en 1995 y el Premio de Novela Histórica “Alfonso X El Sabio” por Juana de Arco: el corazón del verdugo.
Asegura que lo que mueve al ser humano a seguir trajinando por una vida llena de sinsabores y pequeños triunfos es la búsqueda de la felicidad. Ella confiesa su incondicional sometimiento a la literatura, esa revelación maravillosa sin la que no podría vivir, de hecho…No más acariciarlos levantándoles el polvo que han acumulado en las solapas, saltan, gracias a la alquimia del alma, los versos primeros, entremezclados, sin clasificar, amasándose los unos a los otros y ahí no hay distinciones, no hay grados, sólo fascinación por la musicalidad (…).
“Pero lo hermoso es sólo el comienzo de lo terrible
que todavía podemos soportar. Y lo admiramos tan sólo
en la medida en que, indiferente, rehúsa destruirnos. Todo
ángel es terrible.”
RAINER MARÍA RILKE
EL ÁNGEL CAÍDO
Mira David.
Cómo se encrespan los últimos corceles de la tarde.
Cómo se insubordinan.
Cómo aclaman triunfantes las voraces trompetas.
Pero ya no recuerdo cómo llegan las cosas a nombrarse.
Pero es que ya no sé.
Se me pudren de infamia las prendas de ir viviendo.
Y soy un ángel más.
Un ángel que se agota. En la corte agotada de los ángeles.
Mira David.
Cómo se agitan los corceles finales.
Cómo acuden al grito triunfal de la trompeta.
Anuncian que hay que huir. No importa a dónde.
No importa a qué país de miniaturas.
No importa a qué proyecto.
O espejismo. Yo sólo quiero huir.
Evadir los escombros del íntimo desastre.
Si pudiera negarles el don de la palabra.
Es que han mentido tanto.
Nos traicionaron tanto. La esperanza es tan frágil.
Es tan frágil la tierra prometida.
Los ángeles se exilian en bandadas.
Renuncian al instante de las revelaciones:
nos han mentido tanto.
Y soy un ángel roto dejándose rodar por las alcantarillas.
El agua inmunda es sólo
una verdad vaciada entre tanta mentira.
Migajas. Sólo nombro migajas. Es muy serio
cumplir treinta y siete años. Y ser un ángel roto.
Violento de llorar en la vigilia.
PLEGARIA CONTRA EL MIEDO
Volando está la voz. Su frágil marioneta
con hilos invisibles.
Finísimas agujas hilvanan dulcemente
en tenue claroscuro sobre el mantel del tiempo.
Del tiempo que nos deja. Que nos levanta en vilo.
Que a veces. Por azar. Nos multiplica.
Lenta. Muy lenta. Leve. Miro a mi alrededor.
Entono esta plegaria contra el miedo. Contra el miedo
del hombre que se arrastra. Silba. Vuelve a escupir.
Maldice. Vuelve a escupir. Alaba.
Se duele. Me lastima. Se dobla. Me desplaza.
Contra ti mi plegaria. Plegaria contra el miedo.
Mezcla de horror y júbilo. De fibra lacerada.
Contra mi lado oscuro. Contra las aguas mansas.
Contra ti. Contra todo. La voz.
La voz. La frágil marioneta.
La débil manecilla pendiente de la voz.
La voz sobre su eje.
Aquí dejo el renglón de mansedumbre.
Aquí será la voz. Lenta. Lenta aclama la voz.
Se torna rictus. Regresa a los nostálgicos colores.
Imploran los que fuimos tan muertos por el fuego
y volvemos llorando al ojo de agua.
DIES IRAE
El ojo es el paisaje que sobre él se cierne. Acorralándolo.
Rota la antigua alianza revela agonizante
que el paisaje es redondo. Que redondo es el ojo.
Que saberlo
no salva de tanta inmensidad indiferente.
Mis hijos amputaron sus embriones. Decidieron crecer
entre el azar y el miedo con sus prerrogativas.
Casuales ellos mismos descubren que están solos. Saltan.
Se quiebran. Gritan. Y mi vientre se espanta
ante la gran pupila tumefacta del ciclope.
¡Ay, Ulises, cuánto nos cuesta este regreso a Ítaca!
¡Cuántos cuerpos dolientes
Pudriéndose en nombre de la sobrevivencia!
Mis hijos van buscando su isla en mis rincones. Cortan.
Destazan. Tiemblan. Buscan en mí el paisaje
redondo para el ojo. El ojo es el paisaje. Saberlo
no nos salva del punzante atentado. De la afilada lanza.
¡Ay, Ulises, cuánta ceguera cuesta
esta arena blanquísima!
¡Cuánta cuenca vacía!
¡Cuánto cadáver triste meciéndose en la playa!
¡Cuánto. Cuánto nos duele este regreso a Ítaca!
LA TRAMPA
No obstante, sólo puedo alegar a mi favor
que a veces cedo.
Caigo en minúsculas trampas que nos arma la vida.
En trampas como jaulas para cazar gorriones.
Que algunos días. ¡Oh, días específicos!
Al abrir el balcón. Al asomarme y ver
con todos los sentidos. Y oír con todos los sentidos.
Y oler con todos los sentidos. Soy un terco violín
en evidencia. A veces –excusa delirante-
la vida se me vira como un juego de cartas
mostrándome los triunfos.
Me enamora con labios nuevecitos.
Me apremia. Imprescindible. Un cuarto movimiento:
novena sinfonía de Ludwig van Beethoven.
Como una credencial. Un aquí está mi mano.
Mis millones de manos.
La piel se me estremece de piedad infinita:
El hombre mata. Muere. Miente. Roba. Claudica
de espaldas a esa música en un afán voraz de permanencia.
Confunde libertad con desplazarse.
El hombre duerme armado contra los otros hombres
y contra el hombrecillo
que habita los rincones más claros de su pecho.
A pesar de esa música. A pesar del balcón.
Del sol que estreno. A pesar de esa Oda feroz a la Alegría.
De la limpia mañana
que niega los despojos de la cena de ayer.
No obstante, digo. La vida hoy se presenta como un traje.
Y sé que es una trampa. Pero cedo. Y me dejo embriagar
y acepto cualquier tregua. Y soy una espiral.
Un balancín. Un coro. Porque sucede a veces
que al abrir el balcón. Al asomarme y ver.
Y oír. Y oler. Con todos los sentidos.
La vida me ha sacado bajaras de la manga.
No obstante, sólo puedo alegar a mi favor:
Es una trampa. Y me dejo caer.
ELOGIO A LA BELLEZA
Sin flores ya. Sin frutos. Perdida la raíz y la memoria.
He aquí que ahora pretendo
sucumbir al milagro violento de mi rosa.
Mi rosa cardinal. La de los vientos.
Un nerviosismo púrpura esclavo entre dos páginas.
No sé de dónde viene este clamor de cisne.
No sé ni en qué mentir. No sé si miento.
No sé si una palabra puede servir de enlace.
De puente que no cruzo u me traiciono. Un hombre.
Un eslabón perdido. Hombre que es una brecha
abierta ciegamente desde el fondo.
Se hace un punto innombrable entre dos estaciones.
Ésta es mi rosa. Pura deidad bicéfala.
Ésta otra vez mi rosa.
Serena encrucijada donde todo es posible. Todo es riesgo.
Todo salto es la vida. Laberinto perfecto.
Los finísimos hilos conducen sin piedad hacia el regreso.
Donde todo es origen.
Embriones del perdón en que alimento
la afilada costumbre de mi rosa. La rosa nos condena
entre sus pétalos. Clemencia necesaria.
Los óleos. El incienso.
La antorcha en las alturas ilumina el ritual. El sacrificio.
Los ojos ya no pueden
seguir enamorándose en sus órbitas. Y caen. Devorados.
Y hambrientos. Y felices.
Dejándose inmolar por la belleza.
Sobran los ademanes elocuentes.
Asistan a esta guerra desarmados.
Déjense arrebatar los instrumentos.
No giman. No argumenten. Para qué.
Contra qué defendernos.
Mis manos se resignan sobre el incauto pecho.
Magnífica virtud del abandono. De rodillas. Mujer.
Ante la rosa. Sin gloria. Sin blasones.
La soledad se ahoga en el misterio.
Allí comienza el hombre. Se termina. Sostiene su batalla
brutal con la pureza. De nuevo ante la rosa.
Es el comienzo. El fin.
Separo suavemente su cáliz de mis dedos. Aquí estoy yo.
Aquí queda la rosa. La belleza.
La indestructible rosa de los vientos.
CANCIÓN DE AMOR PARA TIEMPOS DIFÍCILES
Difícil escribir te quiero con locura.
Hasta la misma médula. ¿Qué será de mis manos
si les roban la magia sonora de tu cuerpo?
Difícil. Muy difícil un poema de amor en estos tiempos.
Resulta que tú estás. Feroz en tu evidencia.
Resulta que yo estoy. Contrahecha. Acechante.
Y resulta que estamos.
La ley de gravedad no nos perdona.
Difícil es decir te quiero en estos tiempos.
Te quiero con urgencia.
Quiero hacer un aparte. Sin dudas y sin trampas.
Para decir te quiero. Así. Sencillamente.
Y que tu amor me salva del aullido nocturno
cuando loba demente la fiebre me arrebata.
No quiero que me duela la falta de ternura.
Pero amor. Qué difícil escribir que te quiero.
Así. Entre tanto gris. Tanta corcova junta.
Cómo puedo aspirar la transparencia.
Retomar esta voz tan desgastada.
Esta costumbre antigua para decir te quiero.
Así. Sencillamente. Antiguamente. Digo.
Si todo es tan difícil. Si duele tanto todo.
Si un hombre. Y otro hombre. Y luego otro. Y otro.
Destrozan los espacios donde el amor se guarda.
Si no fuera difícil. Difícil y tremendo.
Si no fuera imposible olvidar esta rabia.
Mi reloj. Su tic- tac. La ruta hacia el cadalso.
Mi sentencia ridícula con esta cuerda falsa.
Si no fuera difícil. Difícil y tremendo.
Plasmaría este verso con su cadencia cursi.
Si fuera así de simple escribir que te quiero.
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