Poeta y dramaturgo estadounidense cuya poesía, elocuente y enérgica, expresa su desdén por la sociedad humana, a la que consideraba condenada por su violencia y depravación. Nacido el 10 de enero de 1887 en Pittsburgh, Pennsylvania, Jeffers estudió los clásicos por su cuenta. Se graduó en el Occidental College y después estudió medicina e ingeniería forestal. Desde 1914, Jeffers y su familia vivieron aislados en la costa montañosa de Monterey, California, hasta su muerte el 20 de enero de 1962 en Carmel. Jeffers trasladó al ambiente californiano relatos bíblicos y clásicos. Su poema 'La torre de más allá de la tragedia' (basado en dos obras de teatro de Esquilo), del libro Tamar y otros poemas (1924), está considerado como su mejor obra. Otros libros posteriores son El semental (1925), La mujer de Punta Sur (1927), Cawdor (1928), Querido Judas (1929) y El aterrizaje de Thurso (1932). En Daré tu corazón a los halcones (1933) expresa su creencia en que, para sobrevivir, las personas deben transcender su humanidad adoptando la estolidez de las piedras o la soledad de los halcones. A causa de su incondicional veneración por los valores no humanos y su aislamiento de la II Guerra Mundial, Jeffers cayó en desgracia. Sin embargo, su Medea (1946) resultó ser un gran éxito. Sus últimos libros fueron El hacha de doble filo y otros poemas (1948) y Hungerfield y otros poemas (1954).
Ama al cisne salvaje
Ama tus ojos que pueden ver
tu mente que puede oír
la música, el trueno de las alas,
ama al cisne salvaje.
A los picapedreros
Ellos los talladores de la piedra, oponen al tiempo el mármol,
eternos derrotados,
retadores del olvido, almuerzan sus cínicos jornales,
sabiendo que la roca se parte,
las inscripciones se caen,
las letras romanas y sus cuadrados miembros
se escaman durante el deshielo, se gastan bajo la lluvia.
El poeta también,
construye su monumento, burlándose:
pues el hombre será borrado, la gozosa tierra habrá de morir,
el bravo sol perecerá ciego,
ennegrecidas las profundidades de su corazón:
y ellas las piedras todavía estarán allí
como lo han estado durante siglos,
y el dolor del pensamiento hallará
la miel de la paz en los viejos poemas.
Versión Merceditas Lennon-Esteban Moore
Roca y halcón
Éste es un símbolo en el que
muchos pensamientos trágicos
se observan
en el brillo de sus propios ojos.
Esta roca gris, detenida sobre la colina
en la costa, allí donde los vientos marinos
no permiten que el árbol se desarrolle,
recibirá las visitas del terremoto,
y registrará la época de todas las tormentas.
En la cima de esa roca
posa sus garras un halcón.
Éste es tu emblema
el que colgarás en el cielo futuro,
no la cruz, ni la colmena;
pero sí esta brillante energía, esta oscura paz;
conciencia bravía, unida
al desinterés final,
vida y muerte sosegadas,
los ojos verdaderos del halcón
unidos al cuerpo místico de la piedra
que el fracaso no podrá destruir
ni el éxito inundar con su orgullo.
Versión Merceditas Lennon-Esteban Moore
PARA UNA
I
Le construí una torre cuando era joven-
Mas su muerte no anhelo-
La construí con mis manos, y colgué
Las piedras en el cielo.
Viejo pero aún fuerte escalo la piedra-
No, su muerte no anhelo-
Trepo ásperas gradas como hiedra,
Luego lloro en el cielo.
Nunca llores, nunca llores.
II
Nunca te asombres, querida.
Espera el cambio,
Nada es extraño.
Vimos a la raza humana
Sus mil sueños capturar,
Todos excepto la paz.
A los hombres, como Cristo,
Afanarse más y más
Y en lo más alto colgar.
Sin envidia por las aves,
Concedido el viejo ruego
Por unas alas: Por eso
El duro cielo de Londres
Con cascos de semental
Sobre los techos caerá.
Estos son años que menguan,
Al abismo caen sus moles,
Nunca llores, nunca llores.
Pon tus ojos en la hondura.
Mira lo que cae al pozo
Con asombro religioso.
III
Ya no es sólo Europa la que decae
En la sangre y el fuego.
Es este un fin que ha tentado a los hombres
Desde hace mucho tiempo.
Quizá con el último estertor llegue
Paz a las almas. Sé
Que no a la mía hasta que encuentre y diga
Las cosas que yo sé.
IV
Mañana retomaré de nuevo aquel pesado poema
Sobre Ferguson, hombre celoso y engañado
Que berreaba por la verdad, la verdad, y que no pudo soportar
Su primer y mínimo destello. Ese poema me aburre, y espero que aburra
A cualquier alma dulce que lo lea, por ser de alguna forma
Yo mismo, pero ante todo mis antípodas;
Mas habiendo dado a la pesada artillería la señal de fuego
Debo insistir hasta el final.
Esta noche, querida,
Olvidemos todo eso, eso y la guerra,
Y aislémonos un poco más allá del tiempo,
Tú con este whisky irlandés, yo con vino rojo
Mientras las estrellas pasan sobre el océano desvelado,
Y en algún momento tras la medianoche escogeré para ti algunas
Y te haré una corona; hablaremos del amor y de la muerte,
Temas sólidos como la roca, viejos y profundos como el mar,
Admitiremos nada más oportuno, nada menos real
Mientras las estrellas pasan sobre el océano eterno,
Y cuando ellas se desvanezcan habremos pasado bien la noche.
SEÑAL DE AVISO
Tú, civilizado, clamas cómo volver a ser humano: esto te lo dirá.
Vuélcate hacia afuera, ama las cosas, no a los hombres, aléjate de la humanidad,
Deja a esa muñeca mentir. Considera si te gusta cómo crecen los lirios,
Reclínate sobre la piedra silenciosa hasta sentir su divinidad
Enfría tus venas, mira las estrellas silenciosas, deja a tus ojos
Escalar los grandes peldaños y salir de la fosa de ti mismo y del hombre.
Las cosas son tan hermosas, tu amor seguirá a tus ojos;
Las cosas son el Dios, amarás a Dios, y no en vano
Pues hacia lo que amamos crecemos, compartimos su naturaleza. Al final
Mirarás atrás sobre el resplandor de las estrellas y verás que incluso
La pobre muñeca humanidad tiene un lugar bajo el cielo.
Sus virtudes renuevan sus mosaicos a tu alrededor, las virutas de pujanza
Y enfermedad; pero ahora eres libre, incluso para llegar a ser humano,
Pero nacido de la roca y el aire, no de un vientre de mujer.
Fin del continente
(Antología mínima)
Selección y traducción de G.A. Chaves
Presentación de Robert J. Brophy
Ediciones Germinal, 2010
El libro contiene 70 poemas líricos de Jeffers, el poema narrativo “El semental ruano” (Roan Stallion) y un ensayo de Jeffers titulado “Poesía, gongorismo y mil años”. También incluye traducciones de dos poemas en homenaje a Jeffers: “El retorno de Robinson Jeffers” por Robert Hass y “A Robinson Jeffers” por el Premio Nóbel polaco Czesław Miłosz.
Comentan en la contraportada el poeta y traductor mexicano Pablo Soler Frost y el poeta estadounidense Dana Gioia.
El poeta Robert Francis recuerda aquí a Jeffers en la primera estrofa de su poema “In Memoriam: Cuatro Poetas”:
I
Piedra de mar su torre sobre el mar,
Piedra de mar alzó, no de marfil.
Piedra de mar fue su arte y su pasión
Y halcones en picada le mordieron el corazón.
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