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martes, 4 de enero de 2011
2942.- RAMYA CHAMALI JIRASINGHE
Ramya Jirasinghe nació en Sri Lanka, en 1971. Es poeta y ensayista. Realizó estudios en la Universidad de Londres en The School of Oriental and African Studies. Obtuvo un BA en Literatura Inglesa del American International University in London. Ganó el Primer y Segundo Premio del National Youth Awards por Blank Verse y Essay, respectivamente. También recibió el Graetian Award y The Channels Magazine Poetry en 1997.
Ramya Jirasinghe (Sri Lanka, 1971)
Inéditos en español
Sin título 1
Vámonos ahora,
mezclando sangre con sangre
otra vez y de nuevo
sobre playas forasteras,
sobre denso hielo
Lisboa
En el Jardín Tropical,
trepé por un muro bajo
y arranqué brillantes naranjas
Mandarinas.
Maduras.
Felices en reconocimiento,
ellas nos hicieron señas a través
de la familiaridad del sabor
en el jardín desierto donde
árboles foráneos languidecían entre
el calor salino y seco.
Mas eran frutas descompuestas.
Un descubrimiento insignificante,
un hecho aún más triste por su corazón podrido
abrasado en climas ignotos,
como las frondas de los bananeros
oscilando bajo las ventanas del monasterio
confundidas por su propio proceso.
Solamente las flores-Zapato
parecían haberse adaptado
para florecer en toda su profusa gloria
a lo largo de los pasillos del hotel y en los parques de los paseantes,
avergonzando al Monumento forjado en la arrogancia de la historia
que poco vio.
Y nada descubrió.
La serpentina
Una mujer incineró sus monstruos aquí,
en los acogedores brazos de sus
profundos inconscientes.
Mas ahora, congelado está el estanque,
apenas una superficie gris y agrietada,
sometida su extensión a
la helada anual.
Afuera, ignorando los flujos naturales,
nos sentamos en las bancas de un parque
golpeando el hielo invernal con
sacos cien por ciento de lana y guantes disparejos.
Nosotros no formaremos parte de procesos.
Nuestra sangre rehúsa congelarse y se derrite
con los vientos invernales.
En cambio, aprehendiendo sueños,
vislumbrando el flujo de la vida a contra sangre,
nosotros no aniquilamos monstruos,
y viajamos de ida y vuelta sobre sus espaldas
dejándolos lamer nuestra sangre.
Esperando las lluvias
Agrietados,
nuestros corazones.
La sangre ha fluido
dejando las venas colapsadas
ahogándose por su color.
Bocas secas, abrasadas por
la falta de humedad esperan
avaramente
las primeras gotas de
los cielos.
Los tintes, rojos alguna vez, se han
tornado negros,
y esperan los torrentes que a borbotones
correrán sobre ellos
para disolver los recuerdos de su
existencia,
hasta que los corazones, renovados,
las venas palpitando al ritmo
de la nueva lluvia,
se preparen de nuevo para el deletreo
de la sangre.
Traducciones de Rafael Patiño
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