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domingo, 28 de noviembre de 2010

2355.- ALBA GONZÁLEZ SANZ


Oviedo, 1986. Licenciada en Filología Hispánica y máster en estudios feministas, en la actualidad realiza su tesis doctoral. Vive en Gijón. Forma parte de la coordinación del proyecto Hesperya, asociación cultural que, entre otras cosas, publica una colección de poesía y organiza el encuentro nacional La Ciudad en Llamas. Ejerce la crítica literaria en el blog La Tormenta en un Vaso. Poemas suyos han aparecido en publicaciones como Hesperya, Nayagua, Bar Sobia o Mephisto. Participa en las antologías La edad del óxido (Laria, 2008) y 50 maneras de ser tu amante (Puntos Suspensivos, 2010). En los últimos meses de 2010 aparecerán La urbanidad del ladrón (Eclipsados) y Apuntes de espera (Torremozas, XI Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven).

Blog: http://www.albagonzalezsanz.wordpress.com/





Anárquica distribución de elementos

Una autobiografía es la suma de las mentiras que se pueden contar.
Yo soy tres elementos en desorden:

la niña participando en pruebas de cross,
sin poder dar marcha atrás, saltar la cinta, detener el paso;
la niña que odia el deporte porque en él no se puede perder

la adolescente acomplejada por no ser bonita,
lista sí, pero con las piernas demasiado grandes;
piernas que ni siquiera me sirvieron para correr

la mujer (joven, oscura) que aún fuma a escondidas,
elige los libros que quiere leer, la forma de abrocharse las camisas, la barra de labios;
las agujas del reloj decidiendo por ella sus pasos inseguros.

Mi autobiografía es la suma de las veces que mentí,
las que lloré,
las traiciones y soledades que vi a mis pies,
que regué en silencio.

Mi autobiografía es un fracaso inicial, la certeza de la muerte.
Asumir el absurdo para ver
los estragos que en vosotros causa la esperanza.

De La urbanidad del ladrón







La abuelita de mentira sostuvo mis primeros balbuceos
al pie de una cocina de carbón.
Luego, en la muerte,
la viudez se resumía en esos zapatos bajos,
poco tacón,
punta redondeada y los hijos
que los miran por no observar
el féretro.

Mi madre, mi hermana y yo sentadas
seis bancos detrás, en diagonal.

Y llorábamos.
En el pueblo las querencias se distinguen de la sangre
por los bancos en la iglesia;
el derecho a dolerse
entre la estanquera y el señor del pan.

De La urbanidad del ladrón






Anacronismo

Algo pasa con la luz
que llega a la cama,
su muerte sostenida
en una exacta velocidad.

Te despierta un rayo
y todos tus músculos
agradecen un calor
de otra vida.

Algo pasa con la luz
que anacrónica
se inserta en nuestros días
abarcando estas mañanas
con un halo de duda,
de premonición.

¿Cómo saber qué estrella
aún titila habitada;
cuál sirve de epitafio
a este amor que empieza?

De Apuntes de espera

Publicado por las afinidades electivas - España





No son celos, mi amor,
es la amenaza de Gretel desnuda en la cama
mientras te ve llegar, garbanzo tras garbanzo.

Quizá se canse
y tenga la puerta atrancada,
lo mismo un Gigante se hizo sopa de sus huesos.

Mejor, piensa Gretel, las fauces del lobo feroz,
un caldero de bruja malvada a medias con otro.
Mejor todo eso que sucumbir a los cuentos.

Caperucita se quedó en el bosque, amor,
pasó de alimañas, de la abuela.
No son celos,
es no creer en palabras.

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