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martes, 9 de noviembre de 2010

1987.- VALENTÍN CARCELÉN



VALENTÍN CARCELÉN
Nació en Albacete, España (1964). Es poeta, traductor y profesor de Inglés en la Educación Secundaria. Ha sido traductor de poetas británicos, tales como Samuel Johnson, Seamus Heany y Philip Larkin, entre otros. Como traductor ha publicado: Poemas sueltos, una selección poética de Philip Larkin (Diputación de Albacete, 1995) y el largo poema “Londres” del escritor inglés del Siglo XVIII Samuel Johnson que fue editado en España por primera vez bajo el sello editorial La Reducida Compañía del Sur/Colección Libros del Sur en 2004. Sus poemas y traducciones han aparecido en importantes revistas de literatura como Barcarola, Feria, La Siesta del Lobo y La Isla desnuda, entre otras. Su obra figura en algunas colecciones antológicas, entre las que se destacan: Poetas de la confitería (Universidad de castilla – La Mancha, 1999), la antología de la poesía manchega contemporánea preparada por Miguel Casado, Mar interior (Junta de Comunidades Castilla – La Mancha, 2002), Alfileres. El haiku en la poesía española última de Josep M. Rodríguez (Ayuntamiento de Lucena, 2004) y Poetas de Albacete hoy: La Confitería (Diputación de Albacete, Junta de Comunidades de Castilla – La Mancha, Almud, 2006). Ha publicado los libros de poesía: La Pradera Asfodea (1993), Cámara oscura (Diputación de Albacete, 1999) y Diario ausente (El toro de barro, Cuenca, 2004).



17 DE JULIO

Las vacaciones.
Y con ellas, al fin, la desaparición.
Recostarse y mirar el techo:
claroscuro en los cielos de escayola,
y en los rincones, telarañas sucias.
Ascensión al estado de las nubes,
purgatorio de la renunciación.
Allí hay mosquitos cortejando lámparas,
Y un esfumato de vencidas luces
es el aire que, más que aspirar, huelo.
Aquí, todos los viernes
Y todas las jornadas de la vida
Se conjuran ahora para contradecirme.
Las dos y media de la madrugada:
ya el recelo me gana.
Bajo al mundo, sediento,
narciso, pez de labios
entre las comisuras.


22 DE JULIO

Yo surcaba los mares de la espera
cuando el teléfono marcó la hora
del asentimiento.
Y eran cauces de sed lo que sonaban.

Si 39 grados no son
suficientes para salvar las márgenes
del río de una sobredosis
de urbanización,
¿qué hacemos aquí hablando de política?


VIERNES, 24 DE JULIO

Integras, como lluvia de verano,
las preguntas al cielo y las respuestas
de la tierra.

Asumes los tempranos malabares
del sol, diosa encendida, y luego integras
los cirros de poniente con el medio
día. Sólo yo sé cuánto darías
por decir siempre entre paréntesis,
y ponerle otro acento a la palabra nube.

Amante de los oscuro, aquí me quedo.
Integras, caprichosa,
apenas viene el día,
el dulce provenir del desayuno
con la literatura prodigiosa
que esconde sus bostezos.


30 DE JULIO

Después de tantos días sin cartas ni mensajes,
bienvenido el recibo de la luz
y también bienvenida, a las diez menos cuarto,
la dorada quietud de la mañana.

Echaremos de menos estos días,
lo sé. Habrá otros iguales, mas nosotros,
no podremos disfrutarlos, tan cansados.
Quizás haya otros mejores, ¿por qué no?
Pero tú y yo, postrados,
veremos en la lluvia un calendario.

Sé que no quiero ser mayor,
sé que no quiero ser mejor.
Lo que quiero es vivir estos días de ahora
y recibir, de vez en cuando, cartas.
Aunque sólo contengan, en azul,
la oscuridad exacta del recibo de la luz.


5 DE AGOSTO

Todo cuanto recuerdo
de ayer, como un paréntesis del tiempo,
es la consciencia natural
de mi apego a lo cotidiano.

Resido, como roca milenaria
al fondo de la civilización,
entregado a lo más banal –
hace un rato afeitándome,
cambiando después un pañal,
ahora leyendo a Landero –
y olvidado por todos los hoys
que habitan mi diario.

Hablo de ayer como si hablara
de algún antepasado o de un mundo perdido
del que sólo quedara
constancia en las ruinas arqueológicas
o fósiles ocultos
bajo las cuencas de mis ojos.


MARTES, 11 DE AGOSTO

Visión del olmo-arbusto retoñado
en la cuneta, junto a ubérrimas
tierras de regadío,
entre los girasoles incrédulos mirándolo
y los signos de admiración
que rematan las cañas de maíz.

Yo, también sorprendido,
tengo, sólo por eso,
por bien empleado este viaje
por esta carretera comarcal
tan poco transitada, hacia no sé
exactamente dónde.

Pero este árbol, mitad
verde, mitad seco, pugnando
por la resurrección que dos
aspersores le otorgan,
me ofrece, sin saberlo, un norte más sabio.
El final de un trayecto.

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