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lunes, 8 de noviembre de 2010

1980.- ALFREDO RESCIA

Alfredo Rescia. Argentino. Nacido en la ciudad de Leones, Provincia de Còrdoba, donde reside.
Es Licenciado en Derecho y Ciencias Sociales -Abogado-.
A lo largo de su carrera en el Poder Judicial se desempeñó en el Ministerio Público Fiscal y ocupó diversos cargos en la Magistratura.
En lo que concierne a su actividad en las Letras, en el año 1997, obtuvo el primer Premio de Literatura de la Provincia de Córdoba, por su obra "Postales de Invierno" En el año 2000, por su poemario "Cielos de Enero" fue galardonado con el Premio Luis José de Tejeda de la Municipalidad de Córdoba.
Una porción significativa de su producción poética permanece inédita.


http://esbuenocomunicarnos.blogspot.com/search/label/ALFREDO%20RESCIA%20%28Escritor%29





POSTALES DE INVIERNO


POEMA 5

No sirve gritar
si siempre
queda grito adentro

y pozo que cavar
y encierro fuera del día.

De qué vale
si nunca
se pudre la raíz del dolor.

Y la vida
ardió como el papel,
se fue como una nube.

Y entre cosas
de finita luz
y oscuridad interminable.

el alma
sólo articula muecas.





POEMA 8

La boca llena de insultos.
Vigorosa la pedrada.

No importaban
la roseta ni el espino.

Era el tiempo
en que nada podía acabarse.

Y de repente

tomó el grito
noción de la carne

y supimos del alma
entre fechas de ceniza.







POEMA 12

Poco
es el vino de los Brindis.

La vida
en asiduo trago

bebemos solos.

Y la muerte
es un pan que no se parte.






POEMA 15

Plural
como la arena.

Absoluto
como un planeta.

Oh, dolor,
unánime como la luz.

Todos los verbos del vivir
conjugas.






POEMA 16

No hay lluvia
que colme el hueco de tu mano.

Nada
que se levante del polvo
llena el corazón.

En la tierra,
los sueños
no saben regresar de su ceniza.

Mas, en la noche enorme

una mano
es el fuego que nos basta.






POEMA 17

Y cuando
nos sentimos

con la dicha
en los puños.

Adolescente el deseo.
Abastecido el silo.

Alza la muerte
su cabeza de cobra.





POEMA 22

La última bocanada de un ahogado.
La diplomática muerte del agua.

Nada del sol
que me tocó en la frente

ni del zorzal
profundo de monte.

Sí, el viento
que le dio caderas a la arena,

las islas
ancladas en la lluvia

y el vino
que canta su coraje
en las botellas.

Sí, la noche
que brilla
con los espejos
de un faro desmantelado.
El esquemático invierno.
Este silencio
donde ninguna rama
a crujir se atreve,

este silencio
donde soy
un trapecista sin redes
en la vigencia del salto,
exclamación de pirueta errada,
el miedo de un niño, llorando
en la noche.




POEMA 24

Es el día
un pozo
sin los bordes
de una ínfima posibilidad.

Relincho
de quebrada carrera.

Y bajo el cielo
que cruje
lo mismo que un temor
de vigas y tirantes,

esta desesperación
de minero atrapado.






POEMA 31

También este otoño
tu recuerdo
no caerá con las hojas de los tilos,

ni volará en cenizas
tu nombre,

tu nombre: amoroso bordoneo
de la lluvia sobre el zinc,
y helado navajazo
más adentro
de todos los aconteceres de la carne.





POEMA 39

Pasan los días
como una caballada conocida,
una tropilla que yo mismo herré,

y el corazón, se ilumina
como el claro de un bosque.

Ah, graciosa espuma
rota entre la quilla.

Yo regreso a mi niñez desde tus ojos.







CIELOS DE ENERO



POEMA 8

Es hora.

Ya fue la última lluvia
y el último sol.

Ceniza
que tuvo la edad del fuego.

Donde está
lo que tomó tu puño.






POEMA 12

Pasaste el hierro,

el día sin ventanas,

el pozo de lágrimas
donde cae la noche,

y otra vez
desde otros diluvios
tu paloma
alza vuelo.






POEMA 15

Corre hacia las cosas
antes que las toque el invierno.

Antes
que el paso se te torne breve.

Corre en los veloces días.

Vida adentro,

hasta donde llegue
tu última brazada.







POEMA 22

Lo quieras o no
esto fue la vida.

No hurgue tu mano
en los días idos.

No busques
en soles apagados.

Esto fue la vida:
no poder volver sobre los pasos,
despertar de pronto viejo.







POEMA 32


Tierra
donde los hombres
levantan muros.

Tierra
donde los hombres
cavan sepulturas.

En la noche
preguntamos por la vida.

Y los dioses
que tenemos
no nos sirven de consuelo.


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