Gabriel Chávez Casazola [1972] es escritor, periodista y gestor cultural boliviano. En poesía tiene publicados los libros Lugar Común [Apagaluz, 1999] y Escalera de Mano [Apagaluz, 2003]. Poemas suyos se encuentran recogidos en suplementos, revistas literarias y antologías.
En otros géneros ha publicado La apuesta de Odisea y otros ensayos [Agua del Inisterio, 2000] y cuentos en revistas como Correveidile y Medusa de fuego.
Es Editor de la Historia de la Cultura Boliviana del Siglo XX – Vol. 1: La Música [Agua del Inisterio 2005], y asimismo ha cuidado la reedición anotada de varias obras de autores clásicos bolivianos para este mismo sello editorial.
Condujo el Taller de Poesía de la Universidad Andina ‘Simón Bolívar’ entre 1999 y 2004, y fue docente invitado de Literatura Latinoamericana en la Universidad de San Francisco Xavier.
Dirigió durante tres años el suplemento literario Puño y Letra de la Capital boliviana y ha sido editor de periódicos nacionales como La Prensa, Última Hora y Correo del Sur.
Como gestor cultural, dirigió el Festival Internacional de la Cultura y organizó numerosos eventos literarios, historiográficos y artísticos en la ciudad de Sucre, entre 1999 y 2005, recibiendo la Medalla al Mérito Cultural que otorga el Estado boliviano, el 16 de enero de 2006.
En 2010, Gabriel Chávez Casazola retorna a la poesía con “El agua iluminada”.
BARTIMEO SUEÑA
No puedo ver
mi indigencia como un cayado
golpea a tientas la roca de la noche
quiere beber del agua
que lava la ceniza
de los ojos del mundo
entonces
alguien me arroja un sueño
pasa un dios
limpia mis párpados con su saliva
veo
todos los ríos dividirse
todas las aguas confluir
es más
me hundo hasta el cuello
en el río primigenio
y contemplo los manzanares a su orilla
me tiendo en la hierba
despliego
un muy precioso mantel blanco
que compré allá en Esmirna
vuelvo a comer de la manzana
veo a Eva llegar
Eva que baila
con blancos pies en la mañana del río
el fulgor me enceguece y
despierto
es el veneno de la manzana
no puedo ver
busco el cayado
a mi diestra
a mi siniestra
duerme una mujer
toco su rostro
tiene la cara del dios
pero está ciega.
[de Escalera de Mano, Apagaluz, 2003]
Hubiera preferido cantar blues en cualquier
pequeño sitio lleno de humo,
en vez de pasarme las noches de mi vida
escarbando en el lenguaje como una loca.
A. Pizarnik
1
En el principio fue la palabra
dicha
y la escritura se hizo
La hizo
[la hace]
un náugrafo
exasperado
Un melogramático
buscando
siempre
desa[r]mar las palabras
Quitarles las sandalias
apenas eso
para que puedan caminar
descalzas
6
Hace frío y no quieres escribir esta frase
Es que
La cosa comienza a resonar y
No hay de qué echar mano
Ninguna semilla podrá aplacar tu semoviente
Ira
Ni tostada ni fumada ni
Bajo destilación
Es mejor estar claros
Quisieras acostarte pero
En el caracol
Algo rechina y vibra
No tienes otro remedio que echarte
sobre los pies una manta
De esas a cuadritos
Escribir no más esta frase
Y ponerte tu también a rechinar.
7
Para escalar
a lo indecible
como un albañil has de subir primero
peldaño tras peldaño
el balde de lo dicho
Y aunque nunca te acerques
a la cima
En el momento justo
has de vaciar
el balde
y es preciso además
renunciar a la escala.
[The ultimate to talk
It's the impotence to tell.
Así escribió Emily, la que sabía
de las fronteras del jardín
y de esos anchos senderos
-no recorridos por ella-
que más allí se abrían]
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