martes, 10 de julio de 2012

7376.- BEN LERNER


Ben Lerner 


Benjamin S. Lerner (nacido el 04 de febrero 1979 en Topeka , Kansas EE.UU.) es un poeta americano, novelista y crítico. Fue galardonado en el año 2003 por su poemario The Lichtenberg Figures, con el premio The Hayden Carruth; la Library Journal lo eligió uno de los doce mejores libros del año de poesía. 


PREMIOS:

2003 Hayden Carruth Award 
2003-2004 Fulbright Fellowship 
Finalist, 2006 National Book Award[19] for Angle of Yaw.
Finalist, 2006 Northern California Book Awards for Angle of Yaw 
2010-2011 Howard Foundation Fellow 
2011 Preis der Stadt Münster für internationale Poesie
Finalist for the 2011 Los Angeles Times Book Award for first fiction 
Finalist for the 2012 Young Lions Prize, given by the New York Public Library 
Winner of the 2012 ''The Believer'' book award 
Finalist for the 2012 William Saroyan Prize for International Writing 

LIBROS:

Poesía

The Lichtenberg Figures, poetry (Port Townsend, Copper Canyon Press, 2004).
Angle of Yaw, poetry (Port Townsend, Copper Canyon Press, 2006).
Mean Free Path, poetry (Port Townsend, Copper Canyon Press, 2010).

Novelas

Leaving the Atocha Station, Coffee House Press, 2011

Antologías

H.L. Hix, ed. (2008). New Voices: Contemporary Poetry from the United States. Irish Pages. 



Muy semejante a un móvil pero sin partes móviles 

Muy semejante a un móvil pero sin partes móviles,
mi instrumento que mide diferencias de potencial (en voltios)
es como un pájaro cantor en un poema en persa. No tengo la menor idea

de lo que estoy diciendo. Sólo sé
que me divierte un poco la retórica
del riesgo y del misterio. Imaginate que mi cuerpo es una

institución local. Imaginate que mi cuerpo es
un monocasco. Imaginá mi cuerpo
mientras los cirujanos sentenciosos de Wichita

aprestan sus plumines. Cuando los primeros estorninos empezaron a toser
sangre, la noche aplicó su cataplasma.  A los muertos austriacos
les emitió su pagaré la luna. Certificó un experto que tu hijo

era incapaz de hacer alguna boludez muy importante.
Y en el aire tu hijo certificó su nombre con un porro.





Nos complace ofrecer un velador 

NOS COMPLACE OFRECER UN VELADOR que se prende y se apaga cuando uno aplaude, cuando uno aplaude con los ojos. Un velador que deja ver en la oscuridad, aunque sin estorbar la oscuridad. Un velador que da luz natural. Un velador que al aplaudir no deja de encenderse.





La rosa (Ben Lerner)

LA ROSA tiene un margen aserrado con minuciosidad, como un poema. Allí se acaba toda analogía. Es un proceso en vías de extinción. Al borde de la córnea y la esclerótica, sólo un instante de vacilación. Privada de visiones celestiales, y libre sin embargo de mayores castigos. En el sueño me dijo que se sentía bien. Igual que el polvo. ¿Con qué podemos comparar la analogía, sino con la hipermetropía? Esta alfombra es del mismo color que la migraña. Recordatorio personal: cambiá de vida. Supongo que las astas palmeadas que presentan los mamíferos ungulados han sido comparadas con candelabros con tanta frecuencia, que ni vale la pena que lo intente. Boludo, qué quilombo tenés en la cabeza. Él dice: “Cada vez que se describen pechos en un poema escrito por un hombre, a una mujer le hacen una mastectomía”. Le dije que esas cosas las decía para ganar un poco de credibilidad,  que es como la distancia pero con privilegios. Esto va dedicado a mi abuelita Oti, apócope de Otra, a quien no conocí. Esto va dedicado a mi abuela Rosita, que ya no se acordaba de su primer cáncer cuando se murió de tanto prepararse. Sus cenizas están en un estante en Cambridge. Esperando que alguien las disperse. Recordatorio personal: esto no lo publiques. Salvo los medio muertos y sus familias, toda la gente del asilo venía de las Indias.  Alfombras del color. Nosotros repartíamos música y morfina. Ella había seguido el dictado de su género noventa y cuatro años de manera admirable.  Pero el día que murió un pelotudo casi me choca con la bici. Se bajó y me pegó. Me cagó a piñas. Yo me puse a llorar. Igual que una mujer, me dijo él. Como si me estuviera dando fuerza.






En mi época 

En mi época, sabíamos ahogarnos de forma verosímil,
renunciar a las siete reivindicaciones de flotabilidad del cuerpo. En mi época,
tenían capacidad de actuar nuestros perfumes, nuestros relojes agotados se quejaban de forma tan hermosa
que la causa empezaba a esparcir sus calorías

como chispas. Con gran ostentación, yo me empecé a quedar pelado. Con gran ostentación,
construí una puertita en mi puerta para perros. En mi época,
éramos hombres razonables. Incluso las mujeres y los chicos
eran hombres razonables. Y había una promesa de placer en todas las preguntas
que aplazábamos. Como una blusa, los crímenes más elegantes quedaban sin enmienda.

Ahora soy el único que sabe
la historia de las formas torvas
que tomaban a la luz invernal nuestras valencias. Oh pueblo mío ¿no

les horroriza cómo declinan estos verbos,
su gran ostentación, sus puertas de tamaños diferentes?





¿De qué vengo a ser yo un antecedente?

¿De qué vengo a ser yo un antecedente?
Me siento como un ruso al afeitarme,
y el último judío de Kansas cuando tomo.
Me recuesto en mi hamaca a tallar jeroglíficos.
Siento la enfermedad, que se propaga por mi cuerpo como una teoría,
y tomo un sorbo del daiquiri negro de la Muerte.

Querida, mi abstracción natural preferida es un árbol,
así que cada vez que veas uno en la autopista,
acordate del caso ablativo en que pongo
tu tilde. (Una guadaña de luna divide
la nube y el relato recupera su empuje vertical).
Oh, esbelta espádice que se proyecta de una estrecha espata,

sos más delgada que los espaguetis, pero no tanto como lo son los vermicellis.
Sos la primera y última Nintendo indígena.








Tengo que manejar muchos kilómetros para decir este remate 

Tengo que manejar muchos kilómetros para decir este remate.
Tengo que manejar muchos kilómetros a la usanza moderna,

que es suicida, debajo de este cielo que exige correcciones. Esta noche
Orlando Duran se sacó de quicio. Se puso a untar todos los picaportes,
cerraduras y espejos de su departamento con gel espermicida.
Expulsar de repente aire de los pulmones

no es una vida hermosa a la usanza moderna. Más bien,
hay que aprender a manejar, a manejar
en el sentido más amplio de la palabra, en un sentido en el que quepan
cómodos otros cuatro sentidos. Esta noche, Orlando

Duran se pronunció a la usanza moderna,
se pronunció como un remate. ¿A esto se refería cuando habló de

“libertad negativa”, cuando dijo:
“el ruido del aplauso con una mano sola es un latido”?

Traducciones de EZEQUIEL ZAIDENWERG 






Hay dos clases de personas en el mundo: 
aquellos que condenan los estacionamientos como monstruosidades,
“las ruinas del mundo roto”, y aquellos
que responden a su majestuosidad emocionalmente.
El 70% del planeta está cubierto de estacionamientos.
El 84% del cuerpo de un hombre es un estacionamiento.
Se han descubierto partículas de estacionamiento
en la sombra permanente de la luna.
Hay terror en lo sublime.
Si los americanos experimentan lo sublime
los terroristas han ganado
“voy a ir a mi auto. Cuando vuelva
voy a matar a todo el mundo.




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