miércoles, 16 de marzo de 2011

3614.- JOSÉ LUIS ESPARCIA


José Luis Esparcia Gil

Nacido en La Encina (Alicante) en septiembre de 1956.
Ha publicado:
Poesía: ”Canto de Tierra”, “Septiembre”, “Cuaderno de Budapest”, “Ciudades” y “A Córdoba”. Coordinador de la antología “La memoria y la Sangre”.
Novela: “La Austeridad de los Sánchez”
Cuento: “La Confidencia”, “Ultima Voluntad”, “El Amor discreto de Agripina Ardores”.

Incluido en antologías de cuento y poesía. Colaborador en revistas literarias y de temas generales.

Premiado en los certámenes: “Antonio Machado”, “Lodosa”, “Dulce Chacón” y “La Pluma Exacta” de cuentos, y “Ateneo de Alicante”, “Oliver” y otros, en Poesía
Conferencias: En España y en varios países




TRES VIEJOS TRENES
(Amor, Vida, Muerte)





TRES VIEJOS TRENES

No es un hombre ya lo que esta piel cubre,
lo que en este aire va respirando;
no es un hombre que un día
llevó su sangre viva
por feraces oteros de esperanza.
Quisiera ser un hombre
en el sentido humano,
en el sentido del fuego y el agua
y la tierra misma que identifica
los surcos, las huellas de las heridas.
Quisiera ser aquello
que en otro tiempo pudo ser de todos.









AMOR






A VECES
A veces eres todo.
Eres,
de atrás hacia delante,
un vaso cierto
para la sed que ya es constante.
Eres,
al filo de la calma,
el ojo al horizonte,
grácil copo elegante.
Eres,
sobre nieve esperada,
la camisa suave
que la carne desata.
A veces eres todo.
No ceso en el recuento
y estás en todo viva,
riente como un mar
sin anclas ni codicias.







TU CUERPO
Tu cuerpo es invicto. Es.
Invicto es único, bello,
única belleza, vida
en palabras pronunciadas,
abiertas en dos orillas
como el amor en los labios.
Es para un tiempo de rúbrica.
Tu cuerpo es la pura rúbrica.








GRATIA PLENA
Al fin te encuentro,
palabra de lo eterno.
Al fin golpea
el corazón esta camisa
hecha de hilado vértigo.
Cuán desolado el pálpito
que me condujo
hasta lo inaccesible
de tu aroma mirífico.
Los cuerpos indomables;
las lenguas abrasadas
al pie de helados
volcanes; las calladas
amalgamas de besos
hacia el fin condenados.
Te encuentro y vivo,
pues vivir es materia
que te requiere,
oh, encumbrada,
macerada palabra
por quien te esculpe,
ahora y en la hora
de nuestra vida,
AMOR.







DESPUES DE TODO
Después de todo hay un mar silente.
Después de todo, algún gesto viene
y se queda habitando en la destreza
de manos tan leves como las olas.
Y aun así resignación no falta,
ni un hueco de azul para la espera.
Después de todo es lo que tenemos,
además de una camisa olvidada
para los días de triste evidencia.
Después de todo, nada es necesario;
acaso un resto de amor malgastado,
para poder amar después de todo.





José Luis Esparcia con Antonio Gamoneda




A VECES
A veces me recuerdas
un cuerpo enemigo.
Bendito el tiempo
en que las lilas duermen
y el labio todavía joven habla
de venturosa excitación, de rúbricas
incandescentes bajo lo anhelado.
A veces amarte es abrir lo máximo
la luminosa espera.
Allí donde la vida sale airosa
y se condensa el deseo de verte,
de recuperar la calma tan dulce,
que confundir tu cuerpo
es amoroso acto,
solitaria canción que a ti te debo.









PUEDO ESPERAR
Yo puedo amarte sin rudeza.
Amarte bajo los árboles discretos
que se empecinan en la calma
y hacen de la luz
un cálido trámite
en los cuerpos ajenos a su acecho.
Puedo esperar por si un día llegas
y compruebo que en ti pervive
la razonable belleza de otro tiempo,
no necesariamente pasado.
Puedo esperar, por si fuera cierto
que tu mirada conmueve
las vides y aún enciende
las horas de tanta espera.
Puedo amarte y esperar,
y amarte en cada espera,
y esperar porque te amo.








NOCTURNO SIN CHOPIN
Cual resto de cordura,
dejaste tu braga a la luz épica
de una playa sin nombre.
Resucitaste todo tu esplendor
y se tomó mi vida la revancha
de noches sin tus muslos en el alma.









SIEMPRE JUNTOS
Un día de estos, al mediodía,
cuando solemos mirarnos con ojos
sutiles de libertad anhelada,
iremos con más pasión que otros días
allí donde los muros enrojecen
y engullen ígneos y agotados cuerpos.
Solemos soñar esto siempre juntos
y, a veces, cuando el sol ya se ha dormido,
sin mirarnos, enlazamos las manos
como si lo hubiéramos conseguido.









VIDA







JUVENTUD
“Vida es ser joven y nada más”
(Vicente Aleixandre)
Si vieras como yo
esas alas de agua,
vendrías a mis ojos con las manos
hechas de lentitud,
de fervor al silencio de las calles,
al incienso oculto de algunas plazas.
Qué cierto el dolor cuando ya no pasa
y espera y nos ve alejarnos luego.
Qué luces de tantos rostros
al respirar a lo lejos.












PRIVILEGIO
Sea un fértil juego
allanar la madera,
preparar el viento antes de marzo.
Un juego para las tardes de invierno;
hecho de aquellas peregrinaciones
que un día fueron vidas
ausentes, caricias ya muy lejanas.
Pero un susurro cálido
también escucha y habla,
y se esparce por la piel sin más fuerza,
pues los años se extienden,
fronteras esquilmadas.
Y el calor se afana junto a los ojos,
viendo al viento de marzo
correr infantil sobre las besanas.









AQUELLOS AÑOS
Recuerdo la soledad de la luz
quebrada, su candor
de tiras amables grises y blancas.
Entre la henchida calma
aprendí a oír y a decir la vida.
Y en los espejos duchos
del tiempo algún rostro
creció sobre las hojas.
Y lo recuerdo, pues la lluvia llama
a veces con sus dedos
de juventud lejana.











AQUELLOS DÍAS
Canción afortunada.
Pausa en el tiempo débil.
Un arco en la memoria
para que el fuego hiberne
donde tu azul derrama
o fuente de cosechas
o corazón inerte.
Fuga o canción de verte
son los días del tiempo
cuando el recuerdo nace
y emerge jardín vida.








A Pablo García Baena
La fuerza no falta; pero tal vez
sea inútil exponerse mientras
las necesarias sutilezas
no estén ya ancladas y bien seguras
en el paisaje de cada alma.
Has visto moverse la claridad
como un gesto reconocido,
casi hiriente, pero has resistido,
como las raíces sin miedo,
cuanto ha llegado en el desconsuelo.
El día decae, no hay en él verbo
ni aliento mesurado;
pero resistes,
pues supiste retirarte a tiempo.











A Vicent Andrés Estellés
Eres mi hermano, Vicent.
Siempre lo supe, aunque estabas lejos
y apenas unas pocas veces nos hablamos.
Siempre supe que hablarnos
no era tan importante como decirnos.
Y afilé aquellas uñas con que los versos
a veces plantan cara
al claro e incontestable silencio.
Fuiste mi hermano, Vicent,
mi ensimismado, mi lejano hermano.
Tu mirada cruzándose
en los terreros del este, del sueño;
tu mirada de ángel
que lloraba hacia dentro,
me dijo tanto
que todo estaba dicho.
Serás mi hermano, Vicent,
así lo escribí y así debe ser,
sin otra condición que tu paciencia,
tu vigorosa paciencia de hermano.










A MIqel Martí i Pol
Dan ganas de acariciarte.
Llueve un día, otro día
es la calma.
Todo pasa.
Digo mejor casi todo,
porque hay cosas que alimentan
el deseo todavía
vivo de reposar sobre
algún resto de bondad,
de soledad luminosa
y alegre como el pasado.
Pero ahí te quedas, lúcido
como tu viento callado,
cual pecado que sonríe
en tus labios porque sabe
que son el verso idóneo
para ir en paz pasando.











A Leopoldo de Luis
Quiero decirte algo desde el alma
(doy por sentado que yo albergo una,
o me alberga a mí ella; Voltaire bien lo sabía).
Quiero decirte, amigo Leopoldo,
que aquí seguimos aún, que tú sigues
abriendo mi alma (la que yo albergo)
con el simple hecho de tus pequeños
ojos que aún no se cierran del todo.
En las tardes de calma te lo digo
con voz pequeña, débil, arbitraria;
tan interior es la voz del recuerdo;
tan sola y derrotada a veces,
que tan sólo por necesidad sale.
Y en ella la claridad de tu mano,
amigo Leopoldo, tan vida y sombra,
tan alma, tan amigo necesario.







A Concha Zardoya
La luz en sí no sabe
explicar cada día.
Despierta tranquila y ahí se queda,
esperando ojos como los tuyos,
signos de añada alegría, aurigas
de colores diversos, quizá víctimas.
Pero es luz y basta.
Es día o tu soledad amada.









A Claudio Rodríguez
Habrá que mirar entre
los dedos por si la vida guardara
aún ciertos secretos.
El pan se va agotando
sin que haya otro trigo que lo renueve.
Y aún es tiempo de siesta y silencio.
Pensamos en los días ya morados,
en las sonrisas de salvia y romero,
y el pan agotándose aquí, tan cierto
que no valdrá la pena un remedio.
Habrá que mirar entre
los pliegues de cuanto reposa, sólo
por aceptar cuándo será el momento.










A Manuel Gahete
Es tiempo de memoria,
tiempo de aplacar las hoces en celo.
Más allá de la mañana que avivas,
está la sombra incierta.
Es hora de vivir.
Parece incorrecto que así se diga,
pero a veces todo pasa y no queda
nada más que una canción muy antigua.








SOLEDAD EFIMERA
A ti, vencedora de todas las soledades
Bien conoces la tácita
muerte de algunas esperas.
Tus ojos perfectos llevan
el amor en su grupa
de alazanes nocturnos
y parece imposible desbocarlos.
Pero el silencio, a veces,
es pradera incitante.
Y urge el galope sobre otros labios,
alejarse hacia el sur abierto y limpio,
para que luces, camino y alma
sean único destino.









MUERTE









TODO ES DE PIEDRA
A veces todo es de piedra
y todo pesa
de una forma excesiva, muerta.
Dan ganas de no ser;
Ni de irse ni de quedarse,
simplemente de no ser
y así desbordar
la tentación de cuanto abunda,
o creemos que hace abundante un sueño.
Es todo a veces del color que ciega,
y todo inasible,
casi sin cuerpo posible,
porque los ojos no sobrepasan
la niebla del ego absurdo.
También dan ganas de no ver,
de invocar el hálito escaso
de las noches sin curso,
desorientadas,
hasta que el tiempo impone sus reglas.
A veces todo es igual,
exactamente igual
a una piedra ciega, sin remedio.









De un silencio a otro
a veces me pierdo.
Pregunto en las oquedades
de palabras sin dueño,
en los restos de miradas
que quedan en el suelo
como estela de batallas
perdidas sin remedio.
De un silencio a otro
a veces no me encuentro.
Dudo, exijo la calma
que no contempla el fuego.
Y al fin, en la distancia
a que quedan dos cuerpos,
de un silencio a otro
algo de muerte ostento.









TRANSICIÓN
A mi padre
Y se hizo la tarde,
sus filos de piel sinuosa,
sus comercios fieles en el corazón.
Y caminamos callados,
cuidando los planetas de la boca,
sus habitantes cristalinos
como el agua de labios que amanecen.
Se hizo aquella tarde
por encima de los cantos infieles,
y la tomamos,
como si todo fuera imposible,
para que todo viviera en nosotros.









UN NIÑO AMANECE EN GAZA
Hay noches que son suicidas
y muy a tu pesar
se llenan de luz impropia,
de amaneceres turbios,
opulentos de la sucia
ebriedad y desgracia.
Resistes y te conmueve
el hambre de otros ojos,
tan limpios y tan núbiles,
que destrozan el alma
más que un mar de misiles.







YA ES TARDE
La tarde de siempre,
la tarde de vivos
y muertos ya plenos.
La tarde por donde
tú y yo caminamos
junto a la esperanza.
Tarde por las dunas
de tus ojos baja.




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