viernes, 7 de junio de 2013

ILIÁ ERENBURG [10.054]


Iliá Erenburg
Ilyá Grigórievich (Gírshevich) Ehrenburg (ruso: Илья́ Григо́рьевич (Ги́ршевич) Эренбу́рг; Kiev, Imperio Ruso, 15 de enerojul./ 27 de enero de 1891greg. – Moscú, 31 de agosto de 1967) fue un escritor y periodista soviético de familia judía. Publicó poemas, cuentos, libros de viaje, ensayos, y varias novelas.

Por su temprana participación en el movimiento revolucionario fue arrestado durante cinco meses y expulsado del sexto grado del Gymnasium (centro de educación secundaria) en que estudiaba en Moscú. Participó en el movimiento estudiantil de la Universidad de Moscú durante la revolución de 1905, en compañía de su amigo Nikolái Bujarin. Emigró a París en 1908 y allí empezó a escribir poemas, bajo la influencia de las obras de Paul Verlaine, Francis James y Konstantín Balmont, y además se hizo amigo de Picasso, Apollinaire y Fernand Léger.
Durante la Primera Guerra Mundial Ehrenburg fue corresponsal en el frente. Su poema Rezo para Rusia, fue publicado en 1917. Después de volver a su país de origen, vivió en Kiev (donde trabajó como profesor), Járkov, Kerch, Teodosia y Moscú. También viajó a Georgia con Osip Mandelstam. Por ese entonces mantenía una amistad con Vladímir Mayakovski, Marina Tsvetáyeva, Serguéi Yesenin, y Borís Pasternak, quien leería sus poemas. Más tarde Ehrenburg criticaría la famosa novela de Pasternak Doctor Zhivago por considerarla falsa. Fueron sonados sus romances con Liselotte Mehr y Jadviga Sommer. En su primer matrimonio (1910-1913) con Ekaterina Schmidt tuvo una hija, Irina. En 1919 se casó con su prima Lyubov Kózintseva, hermana del director de cine Grigori Kózintsev.
Aunque simpatizaba con la revolución, no se sintió a gusto con lo que ocurría en la Unión Soviética y se marchó en 1921. Ese año escribió la que los críticos han juzgado su mejor novela, Julio Jurenito, que ridiculiza al Occidente capitalista y al sistema soviético. Vivió en Berlín y Bruselas y desde 1925 en París.
Al proclamarse la Segunda República Española en 1931 viajó con frecuencia a España como corresponsal y escribió España, república de trabajadores (1932). En el Congreso Internacional de Escritores en Moscú, en 1934, se opuso a las tesis de Máximo Gorki que abogaba por la doctrina del realismo socialista. Durante la Guerra Civil Española fue corresponsal de Izvestia y escribió los libros No pasarán (1936) y Guadalajara: una derrota del fascismo (1937). Estos escritos lo reconciliaron con los comunistas.
Posteriormente escribió La caída de París (1941), La Tempestad (1949), La Novena Ola (1952) y El Deshielo en 1954. Ese año viajó a Chile y visitó a Pablo Neruda, a quien había conocido en París en 1937. Fue además por ese entonces un miembro prominente del Comité Judío Anti-Fascista.
Ehrenburg se convirtió desde 1950 y hasta su muerte en una de las figuras soviéticas más visibles, en diputado del Soviet Supremo y mensajero respetado del estado soviético. En 1952 recibió el Premio Lenin de la Paz. Sin ser nunca miembro del Partido Comunista, se movió libremente y visitó distintos países extranjeros, llevando a cabo misiones culturales importantes en pleno período de la Guerra Fría. Se halla enterrado en el Cementerio Novodévichi.

Obras destacadas 

Las extraordinarias aventuras de Julio Jurenito y sus discípulos (1921)
13 pipas (1925)
Citroën 10 H.P. (1925)
Una calle de Moscú (1927)
La vida agitada de Lásik Roitschwantz (1928)
Fábrica de sueños (1931)
España, república de trabajadores (1932)
El día segundo (1934)
No pasarán (1936)
Guadalajara: una derrota del fascismo (1937)
La caída de París (1941)
La tempestad (1949)
La novena ola (1952)
El deshielo (1954)
En busca de Chéjov (1962)



Antigermanismo

Ehrenbúrg fue conocido por su radical antigermanismo. Su odio hacia Alemania le hizo proferir frases como estas:

"¡Soldados del Ejército Rojo, arrancad por la violencia el orgullo racial de las mujeres alemanas!...¡Violad, destruid, matad!"


"Alemania es una puta. Estamos en Alemania. Las ciudades arden y me siento feliz. Los alemanes no tienen alma. Levantaremos cadalsos en Berlín. El terror empuja a los alemanes y a sus hembras hacia el oeste. Alemania puedes dar cuantas vueltas quieras y arder y aullar en tu mortal agonía. ¡La hora de la venganza ha sonado!"


"Los alemanes no son seres humanos. De ahora en adelante la palabra “alemán” es la peor maldición para nosotros. De ahora en adelante la palabra alemán debe golpearnos. Debemos decir no más. No debemos excitarnos. Debemos matar. Si no has matado al menos un alemán en un día, has desperdiciado el día. Si creen que su vecino matará a un alemán, no se dan cuenta del peligro. Si no matan al alemán, el alemán los matará a ustedes. El secuestrará sus familiares y los llevará a su maldita Alemania para torturarlos"

(Julio 7 de 1942).

"Si no pueden matar a un alemán con una bala, mátenlo con la bayoneta. Si hay calma en su parte del frente o esperar la lucha, maten un alemán mientras tanto. Si ustedes dejan a Alemania viva, los alemanes colarán a los rusos y violarán a las rusas. Si matan un alemán maten a otro –no hay nada más divertido para nosotros que un puñado de cadáveres alemanes. No cuenten los días ni los kilómetros, cuenten solo el número de alemanes muertos por ustedes. Maten al alemán –esa es la solicitud de sus abuelas ¡maten a los alemanes!- esa es la oración de sus niños. ¡Maten a los alemanes! –su patria les pide. No fallen, no desistan ¡Maten!"

(Panfleto “Matar” de Eremburg).

"No es suficiente con enviar a los alemanes al oeste de vuelta. Los alemanes deben ser cazados hasta la tumba. Ciertamente, un Fritz con el ojo morado es mejor que uno sin ojo, pero de todas las variedades de Fritzes la mejor es el muerto."

(Ehremburg, Octubre de 1944 en Estrella Roja).

"¡Maten valientes hombres del Ejército Rojo, maten! No hay nada de lo que el alemán no sea culpable. El Camarada Stalin nos ordeno que sacrifiquemos al animal rabioso. Rompan con la fuerza el orgullo racial de las mujeres alemanas. Tómenlas como su trofeo de guerra por derecho. Maten, valientes hombres del Ejército Rojo, maten."






Mayo, 1945
(Fragmentos)

Cuando llegó a nuestra ciudad,
perdidos nos sentimos. De tanto esperarla,
y de atisbar con el alma cada rumor suyo, 
no la reconocimos en las últimas descargas.
Hemos sufrido tanto
con el trajín de los días y las noches;
hasta aquellas diminutas flores
no pudieron florecer esta mañana.
Sólo vi a un chiquillo,
batiendo palmas y gritando,
como si él, inocente, comprendiese
al huésped que había llegado.

(...)
Ella vestía una casaca desteñida,
y sangraban sus piernas arañadas.
Ella llegó, golpeó en la casa,
abrió la madre, la mesa estaba servida.
«Tu hijo —dijo— servía en el mismo regimiento.
Y yo he vuelto y me llaman Victoria.»
Había pan negro, pero más blanco que en los días negros.
Y las lágrimas eran más salobres que la sal.
Con gritos festejaban todas las capitales del mundo,
aplaudían, cantaban y bailaban.
Y sólo en aquella apartada aldea rusa,
dos mujeres solemnemente estaban en silencio

(Traducción de Lila Guerrero).





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