sábado, 15 de septiembre de 2012

7964.- AMANDA ESPEJO





Amanda Espejo, CHILE / poeta-narradora.
Pertenece al grupo editor de Revista LA MANCHA y es directora de su versión virtual, desde donde practica un amplio trabajo de difusión cultural.
En género narrativa ha obtenido variadas distinciones en convocatorias nacionales, siendo antologada en ediciones de papel y virtuales.

Ha publicado su poemario NO HAY MÁS QUE ESTO, centrado en algunas de las variantes del erotismo y las plaquets poéticas  ENTRE-LUNAS y DÉCIMAS SOBRE UN BARCO DE PAPEL.  
Actualmente prepara una edición de cuentos, principalmente, los distinguidos en algún certamen o con un significado especial en lo personal.
Desde el año pasado trabaja activamente en la Agrupación Cultural Puerta Abierta Chile México.

Paginas personales:
www.sobrevuelosycaidas.blogspot.com
http://amandaespejo.wordpress.com/




TREINTA Y TRES

Nosotros recitamos.
Mientras se estremece la tierra 
y se desborda el río,
recitamos,
con el alma ungida por una musa alada
(o inventada)
mientras la montaña se traga los años del Cristo.
...33...33...33...33...33...33...33...33...33...
Recitamos a dúo con el rugir del tornado 
el bramido de la ola y el crepitar del fuego
mientras la humanidad toda cae,
se estrella contra los elementos
y su propia tozudez.
Nosotros, los elegidos
recitamos
la epopeya del héroe
los coloquios de la ninfa,
los avatares de la existencia
y el culto a lo bello.
Mientras...
el mundo se cae a pedazos en todas sus latitudes.
La Nova Torre de Babel 
se desploma a nuestro alrededor
mientras nosotros, los sin alma
persistimos en mirar hacia lo alto
buscando, auscultando en cada astro 
o en la luna del espejo.
Me pregunto...
¿Servirá de algo todo esto? 
Con la lengua enardecida de orgullo
en nada aliviaremos la hambruna de los pueblos.
Tenemos tanta poesía dentro y tan vacías las manos que...
no hacemos otra cosa que recitar
para acallar la verdad que zumba en nuestros oídos.
Mas nosotros, 
collage de poetas,
caleidoscopio vivo de grafía,
nunca, nunca supimos descifrar el canto de las aves.







APRENDIZAJE

Entonces, dime...
¿Alguna vez te aprendiste mi espalda?

¿Caminaste a paso firme los adoquines de mi columna
deslizando tu cuerpo por sus lomas de huesos curvos
lamiendo - de paso - la textura leve de mis pecas
y el quiebre altivo de mi cintura?

¿Sellaste con tus labios al final del recorrido
la hondonada tibia donde se guarece 
la última vértebra de la serpiente?

Y si no lo haz hecho...
¿Cómo puedes saber 
quién es la que duerme a tu lado?





CIUDAD DE LA FURIA

¡Oh, maldita sequedad en la garganta del tiempo!

Corre un viento de secano en Ciudad de la Furia
Un algo incierto…cierto presagio de destrucción,
Arrasador indolente de vidas, voces y bosquejos.
Y los amaneceres…¿dónde están los amaneceres?
Estancada la vertiente de dulzores, todo se cubre de amargor y sal.

Corre un viento de secano en Ciudad de la Furia
que ha barrido pares e impares del calendario.
Todo comienza y termina en un punto cero
donde todos los cambios son parte de ninguno.
¿Percibirán la falta de estaciones los que ignorados subyacen?

Corre un viento de secano en Ciudad de la Furia
una fuerza que impele a ascender y a hacer
a desplegar las alas para reptar sobre el suelo,
a maldecir con el alma cada Bienaventuranza aprendida:
no hay Cantar de Cantares para niñas desvirgadas antes del primer beso.

Corre un viento de secano en Ciudad de la Furia,
terco recopilador de huellas, partes y residuos.
Muertos andantes reclaman cercenadas cabezas.
No hay una plaza de mayo para el dolor de sus madres.
¿Podrá el corazón abatido volver a escuchar en paz el canto del ave?

Corre un viento de secano en Ciudad de la Furia
una explosión de ira, de impotencia contenida que todo asola a su paso!
(me cuento en ello), incluido el tierno y eterno germen de la palabra.

Corre un viento de secano en esta doliente mártir  Ciudad de la Furia
mientras…
la guadaña presta del asesino continúa cercenando gargantas.

(Poema en honor a las víctimas de Ciudad Juárez, 
leído en la lectura Escritores  por Juárez, Chile - 2012)





DE UN CORTE

¿Sabes tú lo que es la rabia?
¿La impotencia?
¿La frustración repetida una y otra vez a lo largo de la vida 
sin que melle el cambio de sujeto a nuestro lado?

¿Haz oído rugir al monte o a ese viento que surge sin norte 
ni invierno?
¿Haz percibido el crujir del volcán increscendo que calienta nuestros pasos?
Realmente...¿sabes algo de lo que ocurre enfrente de tus narices?

Cada pregunta es un acicate a la ira, un leño que incrementa 
la hoguera del hastío.

Nada. 

El hastío es frialdad sólo al comienzo. 
Luego arde entre la furia de no poder soslayarlo.

Entonces...¿qué hago con esto?
¿Con esta furia que brota y se escurre por mis dedos, que los tensa, 
los curva y aprieta en el aire en busca de tu cuello?
¿Quieres que escriba poemas, un cuento costumbrista o un relato fantástico?
¡Una tirria sería el reflejo de lo nuestro!

Nada sale de mi boca como no sea desprecio. 
Pena. De la amarga y de la negra
por este castrarse en vida a causa de la costumbre, de lo que digan, 
de lo que esperas.

Y este temblor retenido, este abrazo de muerte gestado a tu lado 
por cada falta, cada yerro, cada engaño...no ha de servir en vano 
llegado el momento.

¡Ay, de tus perversiones mi Mal Amado!
Y de ese existir cobarde que te tatúa el rostro.

La gota, por ínfima que sea ha de colmar el vaso. 
Y el mío, de lleno empapa las sábanas, el cobertor y estos cuerpos 
que noche a noche agonizan en espera de un sólo gesto 
que ha de cortar por lo sano lo que de enfermo...
ya ES muerto.




EL GESTO

Más que el habla...
Tócame,
para que pueda volver
del reino triste de la NADA.

Tócame al contado,
con remitente y en vivo.
Urge el rito con las yemas de tus dedos.

Tócame los dos pechos
para enredarme... paloma...
en el zarzal ardiente de tus manos.

Tócame el vientre desnudo
sol y playa dispuesta
al servicio presto de tu cuerpo.

Tócame entera y en lleno
nalgas, cadera y cintura.
Resbala por mis piernas el dulzor ido.

Tócame con los ojos abiertos
para que yo, La Ausente,
duerma confiada el sueño de la calma.

Tócame al fin con esmero
hasta que ésta, la-sin-forma,
recupere el contorno que hasta ayer mismo,
tú gozabas.







UN NUEVO LÁZARO

Habría que hacer algo contigo...
( Y lo que sea, será)

Salvar las distancias estelares hasta rondar tu Mar Muerto.
Meter las manos al agua un mucho más allá que el codo
hasta jalarte los cabellos e izarte a la superficie.
Habría... que sacudirte suave,
soplar de nuevo en tu nariz el cálido aliento de vida
y hacerte revivir.
Ensamblar tus huesos uno a uno,
recontar las vértebras de tu espalda con dos de mis dedos:
índice y medio, del cuello hasta las nalgas.
Habría que lamerte entero,
hasta barrer todo rastro de sal,
pulsar con mi lengua tus cuerdas vocales,
reafinar en doble escala el bello timbre de tu voz.
Habría que... recomponerte todo,
re-dibujarte el torso, elongar tus brazos y piernas
y reventar tus venas con la fuerza de la erección.
Habría que... amamantarte de nuevo
para recuperar el Símbolo,
alternar derecho e izquierdo ( recordarte las secuencias),
mis latidos, compartidos,
sólo hasta que aprendieras a respirar.
Habría entonces,
que contemplarte rehecho
en el fondo, renacido: un Lázaro fresco, en vivo
sin los tumores de la muerte
ni las llagas latentes de la soledad.
Tendría, finalmente,
que admirar sin dudas tus nuevos colores:
tú, erguido, firme sobre tus dos pies
con la belleza impaga de la desnudez.
Y yo
(pobre aprendiz en el oficio de hacer),
en un gesto cierto de amor
esparciría mi orgullo en la arena,
desgarraría tus dedos de entre mis dedos
y te daría sin miedo la libertad.

Habría, sin duda alguna
que ordenarte:
¡Anda, levántate y vuelve a andar!







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