jueves, 19 de abril de 2012

6696.- HÉCTOR FAGA



HÉCTOR FAGA nació en Mendoza (ARGENTINA), en 1945. Es poeta, narrador y autor de varios libros de preceptiva empresarial. Ha publicado el libro de minicuentos "Ciento un cuentos que siento uno".




A pesar del día

¿Dónde está el cielo,
entre las nubes o en mi espacio?
Hoy es color abril y sin embargo siento frío.
La lluvia silenciosa me devuelve la memoria.
En la calle,
el empedrado brilla bajo la luz solemne
de una luna que no alcanza
a descubrir su rostro
y se destiñe entre vapores.
Un semáforo me guiña
invitándome a soñar sin entornar los párpados
mientras la lluvia repiquetea
sobre los vidrios empañados.
¡Y ese frío mortal que me atraviesa!
Suspiro una ilusión: sólo un instante más
y después, noche.




El otoño desgaja los espacios

Pétalos de nada cubren el paso de las horas.
Un hombre llora al costado del camino.
Nadie conoce su congoja.
Nadie ve la nieve en su cabello,
los surcos en la cara, la mirada triste.
Sólo el hombre y su destino gastado por el tiempo.
Sólo el hombre y el silencio que lo abruma.




Las lágrimas del ladrillo

El dolor es más en el silencio.

Sangra el ladrillo lágrimas de tiempo,
de promesas rotas y pactos incumplidos.
Sangra soledad de angustias,
de esperanzas marchitas,
de futuros improbables.
Sangra distancias sin forma,
verdades sin destino
y ceguera del poder.
Sangra roja sangre de hermanos
que nunca conocimos.
Sangra y no cesa
aún ahora.




Esperanza

Hay prisiones de música y sentidos
que ruedan indiferentes.
Son serenatas de tiempo
que subsisten al horror
y se desnudan en las miradas pobres.
Son cenizas de un amanecer nublado
que proclama verdades ignoradas
y oculta glosarios de ternura,
sucesiones de penas
que marcan a fuego los espíritus,
distancias que acontecen,
caminos que se cruzan.
Y la virtud inalterable
de reclinar la cabeza y soñar.





Nostalgia

Los recuerdos caminan
por una línea de suspiros.




Las voces

Hay voces que reclaman las congojas,
que se pierden por rendijas apenas insinuadas
hacia un territorio de aridez creciente
que no permite que la flor reviva
ni los pájaros canten.
Son voces acalladas,
cascadas de amarguras,
formadas a dolores, despecho y miserias.
Son voces que suenan en voz baja
en los pasillos oscuros
donde la indiferencia reina y el frío se acumula.
Son voces que destilan sonidos sin palabras.
Son voces que resuenan
en silencio.





VERTICAL

El día canta su adiós
y estoy de pie.





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