MARINA CORONEL
Nació en Resistencia, Chaco, Argentina (1982). Es estudiante de la carrera de Letras de la Universidad Nacional del Nordeste. Fundadora del café literario “Oral” (2005-2007) Obtuvo el primer y segundo premio rubro poesía en el concurso literario provincial “Alfredo Veiravé” en el año 2006. Partricipó de la antología poética de autores jóvenes, chaqueños y correntinos Ida y vuelta. (2007). La antología poética Poesía chaqueña. Entre la tradición y la vanguardia (2009). Publicó el poemario Bocas que no saben (2009) Actualmente es coordinadora de talleres literarios impulsados por la Dirección Letras del Instituto de Cultura de la Provincia del Chaco.
ese hombre
el hombre
amansado en la tarde
o en la noche
de su dolor
se desencadena de su boca
la voz se le estira hasta la palabra
y es lo mudo lo que le cuesta
acostumbrarse a paladear cenizas
a rumiar ortigas bajo la lengua
tal vez se obligue a matar la sorpresa
con un tiro de gracia en la nuca
o entre los ojos
que es lo mismo
cansado de vomitar ayeres
meterá el dedo en el grito
y rascará con automatismo de loco
las urgencias
abrirá la garganta por completo
para tragarse la muerte
de memoria
felicidad artificial
amargura de amargas quejas/
alambres
retorcijones en los dedos
soplos /amurados/
un aullido aleatorio
y una pequeña bronca germinando
bajo tus pies de niebla
prohibido hablar
una posición bastante incómoda para ser sombra
resuelta a moverse con la primera
orden del día/
el asfalto la desluce/
y toda chatarra
toda mugre que queda
pegada a su zapato
se dilapida ante la vista
cada vez menos pura
saberse sombra es
saberse humano
demasiado hombre para deletrear caras
demasiado grave
para abrir la boca
/una posición de silencio
es un lugar de sombra/
todo lo demás
queda prohibido
se huele en las paredes
el sudor de las tormentas/
un efecto de pájaro manco
ondea los techos
/no iré esta tarde/
la sala se desborda y crece
/no me iré esta tarde/
un soplo erguido se decide y entra/
cae/ caigo/ de rodillas
bailando se desmorona lentamente
/no iré/
la mugre persiste en los tapices
y la lámpara titila
pero sin voz
/ya es tarde para éso
aunque arrecie
no iré más/
lo otro
el cuerpo
que soy
me trae
la premura
y un calor
que ocupa
los baldíos
/tengo
el peso
de una semilla
roja/
todo lo demás
/lo otro/
fluye
no se puede
dibujar
la tierra
en ahogos
de ese rastro
ella
camina aquí conmigo
siente el sarro de la noche en las esquinas
el zumbido pétreo de las calles a estas horas
y mira aquel álamo donde se humedecen las luces
vencida de añil
aspira el tabaco
las heridas
acurrucada canta sin garganta
como un coral amenazado de mieles
como una caricia árida
agreste
de su mano que tiembla
con un rostro abandonado
pozo
un pálpito de huesos
en la carne del que olvida/
la palabra como un mapa
y un pozo de sal
llevándose la carnada
/mis ojos ahora tocan fondo/
y un pozo de sal
llevándose la carnada
/mis ojos ahora tocan fondo/
un pálpito de huesos
en la carne del que olvida/
la palabra como un mapa
y un pozo de sal
llevándose la carnada
/mis ojos ahora tocan fondo/
y un pozo de sal
llevándose la carnada
/mis ojos ahora tocan fondo/
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