REINALDO JIMÉNEZ MORALES
Nació en Almuñécar (Granada) en 1969. En Granada estudia Magisterio e inicia estudios de Filología. En Murcia, donde ha trabajado como maestro de Audición y Lenguaje, entra en contacto con diversos grupos culturales de la Región, y cofunda el grupo “Espartaria de poesía”, de cuyo Consejo de Redacción actual forma parte.
Además de su labor como maestro, ahora en la pequeña localidad granadina de Jete, realiza ponencias e imparte cursos para docentes en torno a la creación literaria como recurso en las aulas y participa en actividades relacionadas con los libros y la literatura: talleres de animación a la lectura y la escritura, tertulias, conferencias, presentaciones, recitales, lecturas, etc.
Parte de su obra poética se dirige al público adulto, pero también cuenta con diversas publicaciones de literatura infantil y juvenil en poesía y teatro.
LIBROS PUBLICADOS
Adultos:
Poesía
O la sien sobre el lodo, Cuadernos de Poesía Espartaria. Ed. Espartaria. Lorca 2000.
Al paso volador de las perdices, Ed. Fundación Enma Egea, Cartagena, Murcia, 2001
(VII Premio de poesía ENMA EGEA de Cartagena 2001).
Paisajes sobre el agua, Ed. Agua Clara, Colección Anaquel de poesía, Alicante, 2003
(VII Premio TARDOR de poesía de Castellón 2002).
El vuelo único, Ed. Algaida, 2006 (X Premio de Poesía Alegría de Santander 2006 25 EDICIÓN DE LOS CERTÁMENES LITERARIOS JOSÉ HIERRO)
Infantil-Juvenil:
Poesía
Poecuentos, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga. Caracol, Málaga, 2003.
Poecuento de navidad, Ed. Ayuntamiento de Lorca, Murcia, 2003.
Don Quijote cabalga entre versos, Ed. Everest, Rascacielos, A partir de 8 años. 2005.
Operación bellota, Ediciones Brosquil, Valencia, 2008.
Teatro
La Bella no Durmiente, Valencia, 2005. Editorial Carena (traducido al catalán)
Más vale títere en mano, Valencia, 2004. Editorial Carena.
La manzana, Valencia, 2006. Editorial Carena (traducido al catalán).
Poemas del Libro "O la sien sobre el lodo"
OCTUBRE NUEVAMENTE
Solíamos, recuerdo, los domingos
tras un tibio café en las cristaleras
lentamente vagar sobre los muelles.
Era octubre recién inaugurado
con finísima lluvia y con tristeza
sobre las cosas todas. Y la playa
era un latir de olas, una lucha
con los últimos signos del verano.
Yo recuerdo aquel tiempo de abandono,
la obligada clausura del estío
sobre el puerto y el viento indagador
en las palmeras...
Y nosotros
bajo el cielo plomizo de la tarde
y el espacio invadido
por la ausencia.
Aquello que nos fue tan cotidiano
tumano, Amor, el beso de domingo
y la costumbre de asir la soledad
de aquel paisaje -
se repite esta tarde en la que octubre
nuevamente
- y la lluvia-
nos trajo hasta los muelles.
AMANECE,
se ha instalado en el aire
un tibio sol y algunas aves cantan
en las huertas cercanas y parece
que este otoño benévolo quisiera
no vencer con su vértigo las hojas.
Al fondo del paisaje, en el lindero,
unas hogueras hienden la mañana
y sobre el campo de oro se ha extendido
un hálito de vida inesperado.
Yo dejo mi tristeza de costumbre,
el quemado rastrojo de mis huellas,
cruzo el alféizar donde está mi sombra...
un tibio sol y algunas aves cantan
en las huertas cercanas y parece
que este otoño benévolo quisiera
no vencer con su vértigo las hojas.
Al fondo del paisaje, en el lindero,
unas hogueras hienden la mañana
y sobre el campo de oro se ha extendido
un hálito de vida inesperado.
Yo dejo mi tristeza de costumbre,
el quemado rastrojo de mis huellas,
cruzo el alféizar donde está mi sombra...
¡ Señor, Señor, qué bien saberse vivo
cuando todo crepita !
ES MARZO
Debiste regresar de los lugares
donde entonces viviste envuelto por la dicha.
El tiempo lacerado y los cielos veloces
hicieron que en el ocre de la tarde
el día feneciese.
Hoy contemplas cansado las naves que han partido,
tus sueños como pájaros
que huyen en desbandada.
Y transido recorres un tiempo cancelado,
buscando los vestigios
y arañando las sombras
de lo que fue tu vida.
Debiste regresar de los lugares
donde sin darte cuenta,poco a poco,
el olvido y el musgo
instauraron al fin su hegemonía.
Acaso en el recinto
de lluvia que habitaste,
y de oxidado aire, de ceniza,
quisiste persistir
ya parte de tu muerte.
Mas proyectas tu sombra una hermosa mañana
sobre los blancos muros y tranquilo suspiras
ante el diluido azogue de tu arrasada
historia...
Es marzo,
has emprendido
el regreso a la vida
y luchas por vencer.
Gravedad de tu sombra.
Del libro "Al paso volador de las perdices"
AL – MU´TAMID
Al paso volador de las perdices
al- Mu´tamid lloraba hace diez siglos:
Ojalá no probéis
la triste lejanía de los vuestros,
ni el corazón tengáis tan apenado,
ni los ojos llorosos por vuestros hijos idos.
No acabéis como yo.
Hace de esto diez siglos
con los pies engrillados.
Sólo describo – dijo – la humanidad de siempre.
Yo soy al- Mu´tamid.
Proteja siempre Dios a las perdices.
AL – MANISI
Celindos
Yerbaluisa
el pálpito
del aire
el remanso
del río
madreselvas
alondras
las fontanas
aljibes
la brisa
en los naranjos
el coro
de la tarde
Al – Manisi
cierra los ojos
mira.
ABU AHMAD BN. HAYYUN
Desterrarme del Sur
jamás podréis.
Aquí habrán de volver
mis ojos incendiados
cuando julio prepare las vides y el aliento
del verano campee en el henar.
A por mieses soleadas
he de volver un día
en que nadie me espere y el olvido
tenga ya preparada la hornacina
repleta con mi ausencia,
piedra tal vez,
prímula dadivosa,
yo sé que el Sur me aguarda.
Del libro "Paisajes sobre el agua"
PAISAJES SOBRE EL AGUA
Transparencia del mar en la bocana,
el viejo maderamen. Se deshace
la luz sobre los mástiles. Un vaho
de salitre. Contempla
la mañana (es temprano, a lo lejos, muy pronto
arderá el sol sobre las casas blancas)
un hombre que no cree merecer el prodigio
de ese instante. Tiembla,
rompe sus ojos contra el fondo verde
que en otro tiempo creyera impenetrable
y siente hermoso el día y el silencio
es una plenitud que contuviera
en su pecho un fulgor irrepetible.
Se oyen voces lejanas. Mira un hombre
paisajes de su vida sobre el agua.
Vuelan unas gaviotas.
Asciende la mañana.
LA HOJA
No soy más que esta hoja
del otoño que cae y en su vuelo me ofrece
su ingrávida belleza que conduce a un abismo
que a mis ojos es sólo.
Reconozco el instante de su errar
en el aire: ese viento invisible que a veces
en silencio la aquieta y en la tarde le otorga
su levedad más pura; o violento dispersa
su indolente temblor.
Ella es ritmo del aire en su no ser
bogando hacia el lugar
que mis miedos abisman y me hacen
aún más triste que ella
y vulnerable.
LOS AMANTES
Cómo podrá perderse en el confín
del tiempo este momento,
contra qué oscuridad se romperá
su luz, qué lejanía
lo borrará por siempre y de qué modo.
Ahora estás desnuda y en el cuarto
en penumbra tu cuerpo desbarata las sombras.
Quizá un dios nos contemple
desde su cima umbría que se haga de la luz
que del amor nos roba y en su fe
aguardemos acaso esa limosna amarga
de este instante que huye:
haber sido dichosos en el amor del otro.
Qué esta lumbre de ahora en su ser
permanezca. Qué solamente sea
ofrenda nuestra carne para su eterno fuego
y que esta luz se salve
de su impiedad oscura.
la luz sobre los mástiles. Un vaho
de salitre. Contempla
la mañana (es temprano, a lo lejos, muy pronto
arderá el sol sobre las casas blancas)
un hombre que no cree merecer el prodigio
de ese instante. Tiembla,
rompe sus ojos contra el fondo verde
que en otro tiempo creyera impenetrable
y siente hermoso el día y el silencio
es una plenitud que contuviera
en su pecho un fulgor irrepetible.
Se oyen voces lejanas. Mira un hombre
paisajes de su vida sobre el agua.
Vuelan unas gaviotas.
Asciende la mañana.
LA HOJA
No soy más que esta hoja
del otoño que cae y en su vuelo me ofrece
su ingrávida belleza que conduce a un abismo
que a mis ojos es sólo.
Reconozco el instante de su errar
en el aire: ese viento invisible que a veces
en silencio la aquieta y en la tarde le otorga
su levedad más pura; o violento dispersa
su indolente temblor.
Ella es ritmo del aire en su no ser
bogando hacia el lugar
que mis miedos abisman y me hacen
aún más triste que ella
y vulnerable.
LOS AMANTES
Cómo podrá perderse en el confín
del tiempo este momento,
contra qué oscuridad se romperá
su luz, qué lejanía
lo borrará por siempre y de qué modo.
Ahora estás desnuda y en el cuarto
en penumbra tu cuerpo desbarata las sombras.
Quizá un dios nos contemple
desde su cima umbría que se haga de la luz
que del amor nos roba y en su fe
aguardemos acaso esa limosna amarga
de este instante que huye:
haber sido dichosos en el amor del otro.
Qué esta lumbre de ahora en su ser
permanezca. Qué solamente sea
ofrenda nuestra carne para su eterno fuego
y que esta luz se salve
de su impiedad oscura.
Del libro "El Vuelo único
EL BÚHO
Clareaba la aurora de febrero
y la tierra exhalaba un vaho de humedades.
Era el paisaje todo
evocación de un alba remotísima,
de un mundo apenas
recién inaugurado.
Sorprendido
del sol, sobre la cumbre
que trazaba el tendido de unos cables eléctricos,
se hacía de quietud su estampa muda.
Supuse que vendría de otro tiempo,
no del recinto de la noche. Hablo
de ese confín donde prendiera un día
con su prístina llama la conciencia.
¿Era de todo cuanto nombra
la luz al desleírse testigo, o solamente
el ciego espectador de un mundo en llamas?
Levantó luego el vuelo hendiendo el aire
-hasta entonces intacto- hacia el cobijo
de un robledal tallado en la distancia.
Huía de la luz, como yo huyera,
a un paisaje interior donde se erige
un mundo sin contornos.
un mundo sin contornos.
Y alcé también con él
un unísono vuelo. El vuelo único.
EL PANTANO
Algo queda en nosotros más allá del instante
en el que contemplamos.
Algo
que sin saberlo ya estuviera
en el limo de nuestra inteligencia,
y que pertinaz busca
el paisaje solícito de su decantación.
Así he llegado al lecho
fantasmal de un pantano que las largas sequías
desecaron. Emerge
entre el lodo un osario de ramas y de juncos
del que pende el ropaje
de las pálidas algas. A los lejos,
apenas espejismo,
la lámina del agua y unas cárcavas
blanquecinas al fondo hieren la tierra estéril.
Y he sentido de pronto
que en esta hostil belleza no reside
la emoción consabida que extraemos
de ese páramo yermo de soledad y fangos,
que acaso inatendida esa emoción
preexiste en el oscuro
légamo donde se hunde el pensamiento.
Mirar es agitar la luz o el lodo.
EQUILIBRIOS
Un temblor desoído, una pujanza,
rige todo si adviertes. Un equilibrio al cabo.
Y ese oficio nos lega un miedo predecible;
como quien caminara al borde de un abismo.
Cada fuerza está en pugna
con su fuerza contraria.
Una cuerda invisible tensa el mundo.
Y tan sólo ese afán es perdurable:
sucumbe en su promesa cada fulguración;
en el celado envés de lo que prevalece
la fiebre de existir exhorta
la inminencia.
Cada contrario es del otro su impostura.
No una transmutación, una alternancia,
un ardid de equilibrios nos gobierna.
Contra la eternidad
un solo instante.
Web del autor: http://www.reinaldojimenez.com/index.html
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