sábado, 23 de octubre de 2010

1801.- DANIEL RODRÍGUEZ MOYA


Daniel Rodríguez Moya (Granada, 1976) es un poeta español
Codirige el Festival Internacional de Poesía Ciudad de Granada junto a Fernando Valverde Rodríguez (fundado por ambos), que ha contado entre otros poetas como Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, Gonzalo Rojas, Francisco Brines y Raúl Rivero. Es licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada (UGR).En 2001 obtuvo el Premio Federico García Lorca de Poesía, convocado por la UGR, por el libro 'Oficina de sujetos perdidos'. Además, ha publicado 'El nuevo ahora', en la editorial Cuadernos del Vigía.Con su último libro, 'Cambio de planes', obtuvo en 2007 el VI Premio Vicente Núñez en Córdoba, publicado por la editorial Visor. Ha publicado la primera antología de poesía nicaragüense del siglo XX que se edita en España: La poesía del siglo XX en Nicaragua (Editorial Visor). Trabaja como periodista en televisión.
Bibliografía
- Días idénticos a nubes (Ed. Dauro) Granada 2001
- El nuevo ahora (Ed. Cuadernos del Vigía) Granada 2003
- Oficina de sujetos perdidos (Ed. Universidad de Granada/Fundación Federico García Lorca) Granada 2003
- Cambio de planes Ed. Visor Madrid 2008
- La poesía del siglo XX en Nicaragua Ed. Visor Madrid, 2010



POEMAS DE: DÍAS IDÉNTICOS A NUBES


Resultan tan extraños
tus pasos acercándose a mi casa,
tu voz que se desliza por la puerta
que no sé si decirte pasa, amor
o cóbreme el recibo de septiembre.






NOCTURNO (DESDE JUNIO)

No sé por qué las noches desde junio
parecen recordar salas de espera,
territorios de tránsito,
la cama de un motel de carretera
levemente deshecha por el amor furtivo.
Me pesa el aire denso de la estancia
que fue el cobijo amable de mis juegos,
los sueños de otro yo que ahora parecen
el puzzle que en el fondo del armario
se sabe sólo piezas sin orden aparente.



En este tiempo hostil propicio al odio...
Ángel González

Sabes bien de la lluvia.
Has medido su pulso en los tejados de invierno
y en los cristales
has secado sus lágrimas.

Tú conoces el charco que a menudo se forma,
que cubre la ciudad, que la transforma
en un extraño espejo.
Y todo es un reflejo
de una vida inestable,
creíble al menos, soportable.
En este tiempo hostil que ahora es costumbre
conoces la palabra incertidumbre,
mas, milagrosamente
mantienes la esperanza casi intacta
de un futuro mejor.



LAS NOCHES

A David Fernández Varón


Aunque las noches sean
tan sólo un eufemismo de la muerte,
un refugio de alcohólicos,
de pasos inexactos por la calle,
en sus resquicios vivimos la vida
más dulce.
Bebemos los tragos amargos
como si sólo fueran
las copas de licor que se calientan
después de haber hablado demasiado.




SPLEEN

Hoy sólo sé que existo y amanece

Javier Egea

A Isabel Chillón

No es un buen comienzo, ya lo sé, para un poema.
decir que el tiempo pasa lentamente,
que no existe un lugar para el reposo
en esta vida tibia que parece
un circo de fantasmas,
la voz de un niño ahogado que se escucha
al fondo de los pozos y el silencio
de tardes de verano en la alameda.
No existen las palabras necesarias,
un verbo que descubra en estos versos
un fondo de sorpresa o esperanza.
Hoy sólo sé que existo, y amanece
el alba incierta que hemos presentido,
oscura y sucia.
No es un buen final para un poema, ya lo sé,.
decir que estoy cansado, que no quiero
pensar que en una tarde de verano
el tiempo detenido en este cuarto
ha mellado una parte de mi vida.





POEMAS DE OFICINAS DE SUJETOS PERDIDOS
Premio de Poesía, Federico García Lorca, año 2001



I
A Rafael Guillén

Y qué si el viento mueve nuestros pasos,
los vuelve más ligeros, casi sombras,
y todas las esquinas nos arañan,
o muerden nuestra vida,
arrancan de los cuerpos la esperanza.
Poco importan las cosas que no pueden tocarse,
que no poseen contornos,
y pierden la tibieza.
Nunca pude amar nada que fuera transparente.
Qué importa el viento que se empeña
en una dirección y empuja todo,
qué importan las distancias insalvables
superadas
si no tenemos formas cuando llegue
el último recodo del camino.
Será imposible entonces
sentir el tacto, el roce de una mano.





NIÑA SALTANDO BAJO LA LLUVIA

Tus cinco años
saltando bajo la lluvia de octubre,
más tarde conocieron que la vida
tiene forma de charco,
sin límites precisos y oscuridad brillante.
Tus cinco años,
que miraban al cielo casi ingrávidos,
tardaron en saber
que no eran las de Bécquer
aquellas golondrinas que cruzaban
oscuras avenidas, bulevares insomnes.
y mil bosques de antenas donde buscar refugio.
Tus cinco años
han quedado varados
en una inmóvil dársena
de un puerto abandonado:
la memoria.




VI
A Alfonso Cabello Bergillos

Queda un eco impreciso
en los pueblos de costa
de las remotas olas de otro tiempo,
que ha dejado en las piedras
un redondo perfil de tacto líquido
y una voz lejanísima,.
un rumor de caballos en la noche.
Del agua, será del agua o del viento
ese hilillo sonoro que se escucha,
ese jinete oscuro que se acerca,
estas quemadas naves.
Del viento o de la bruma
vendrá el miedo ancestral que es presentido
sobre la arena virgen.





XVII

Desde estas altas rocas innombrables pudiera verse el mar..
Pablo del Águila

Desde este faro ciego es imposible
que pueda verse el mar,
entrever los contornos de la costa
como la gente que en los barcos
va diciendo adiós,
y son esas gaviotas que se alejan,
espuma transparente,
las huellas más efímeras que arrastran
jirones de palabras,
los ecos de una voz que desde el puerto
se carga de paciencia y vuelve al pueblo.
Qué lejos cae de aquí el acantilado
y, sin embargo,
qué cerca siento el vértigo,
la ambigua sensación de la caída
entre el placer del vuelo
y el miedo a la certeza de la muerte.

He salido a la noche sin cubrirme,
desnudo a un viento lívido que a ráfagas
estrella contra mí todos los nombres
lde aquellos que se ahogaron.
Mañana arrancarán y no habrá indulto
a marzo en la pared de una cocina,
dormitorios sonámbulos,
consultas de abogado y oficinas.
Acercarán el año un poco más
a un pretérito imperfectamente conjugado.
Será de abril entonces mi presencia
nocturna en la atalaya, en este faro
de improbables visiones.
También presentiré brisas salinas,
aunque sé de memoria lo lejos que está el mar,
y cuántos espejismos crea la lluvia
cuando golpea la piel de las ciudades.



DÉJÀ VU

Ya estuve antes en este poema.
Reconozco al fantasma que se esconde
y vaga por sus versos,
pero hace tanto tiempo que perdí
más que el miedo la fe,
que apenas si me inmuto cuando a veces
hace chirriar de noche las metáforas.
Me es fácil acertar qué encontraré
detrás de cada verso, después de cada coma,
mas verte me ha dejado sorprendido,
y te hablo con franqueza,
aquí no te esperaba.
Me has mirado y me has dicho
"No fue nada difícil dar contigo.
El asesino vuelve siempre al lugar del crimen".



POEMAS DE : CAMBIO DE PLANES




JUGUETES ROTOS
Broken bicycles. Tom Waits

En esos muros blancos de la que fue mi infancia
se amontonan las ruinas de la felicidad,
complejos engranajes,
con el polvo de un tiempo casi intacto,
soledad detenida de mis juguetes rotos.

Pasaron tantos marzos sobre mi piel ingenua
y cuántas vueltas ciegas dio la rueda
de aquella bicicleta,
desarmado esqueleto que ahora duerme
el sueño de lo injusto
y de la vida cierta.
Quién sabrá que esos ejes oxidados
rodaron a la misma
velocidad que un sueño.
Imposible escuchar la voz del tiempo
que se ha quedado atrás.
Imposible correr, sentir el aire tibio
del final del verano sobre el rostro,
entonces con asombro ante el camino.



EL ORO DE LOS DÍAS
Verflossen ist Gold der Tage
George Trakl

Pasa un día que es una pendiente.
Y quién de los que estamos
aquí agarrando el aire y su sentencia,
como mirando el tiempo
que gasta un autobús
en cruzar la ciudad y regresar,
se siente con la fuerza
que el miedo nos exige en estos casos.
Abrazamos el oro de los días
y nada vale más que las conversaciones
o ese hueco de tiempo que se queda,
que obliga a retrasar todas las frases
e impone en cada labio
un temor a que todo se convierta en silencio.


REGLAS DEL JUEGO

De las cosas que nunca
tendrán un tacto estéril de ceniza,
un desaparecer inevitable,
prefiero quedar lejos.
Amo los días que no niegan
su levedad sobre los calendarios,
la luz antigua de una vela
que sabe que camina hacia lo oscuro
y con todo lo acepta.
El temblor de una torre reflejada en el agua,
las promesas que tienen al tiempo por testigo.



POEMA DE AMOR

Para sentir lo tibio
de las últimas horas de septiembre
hubo un tiempo extinguido
por los acantilados
como la luz que se descuelga
y se ahoga sin grito
en un mar de basalto.
No volverá el acuático rumor
ni un chillido violento de gaviota.
Cuando el invierno sea
la última verdad a que agarrarse
y todas las ciudades nos cierren sus murallas,
entonces te diré
que una y mil veces,
sobre los mismos pasos,
repetiría la vida contigo.


ATARDECE EN ULLAPOOL
A Fernando Valverde


Hay costas que dibujan trayectorias,
imaginadas líneas sobre playas
siempre invernales, siempre luz opaca,
y el olor a petróleo que se obstina
sobre todas las brisas.
Y es así que las piedras, las castigadas piedras,
aprendieron del agua y su constancia.
Puede que el Mar del Norte no distinga
las luces, los pequeños barcos intermitentes
en la quietud salada de Ullapool.
Es mejor no pensarnos.
Mientras atardecemos,
que la brizna encendida del último minuto
se retenga en mis ojos.
Así podré gozar para siempre esta pérdida.


INTUICIÓN DEL MAL

Más arriba del puente,
en la orilla derecha del Neretva,
han crecido los árboles.
Sus ramas ya se mecen con el viento.
Son altos y han hundido sus raíces
en ese barro húmedo.
La nieve cubrirá el próximo invierno
las montañas del norte,
el camino hasta el río,
y una losa con musgo:
Majda Besic fundiéndose en la tierra.


CAMBIO DE PLANES

No sirven los pronósticos pactados
si al abrir la maleta
encuentras mucho menos equipaje,
un hueco inesperado.

Qué lleva a deshacer un libro casi escrito,
a firmar un final que inicie un nuevo párrafo,
a tener la certeza de que es hora
de la huida adelante,
y de un cambio de planes.
Los días se suceden como alondras
y de pronto un disparo destroza esa cadencia.
Lo sabe en su rumor el viento de la tarde.

Hay un lago que puede reflejar
la angustia y la esperanza de su orilla,
del que todo ha perdido,
del que todo lo espera.



WEB DE DANIEL RODRÍGUEZ MOYA

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