sábado, 3 de noviembre de 2012

XABIER DE LIZARDI [8378]



Xabier de Lizardi
José María Aguirre Egaña (1896 - 1933), conocido por Xabier Lizardi, poeta y escritor en lengua vasca.
Relevante escritor vasco en euskera de principios del siglo XX. Junto con Lauaxeta es el principal representante da la literatura eusquérica de preguerra. La estética simbolista ha hecho que se le compare con Juan Ramón Jiménez.
Aguirre firmaba con el seudónimo de Xabier Lizardi por el que es conocido, aunque también firmó con los de Zarauztar Sabin y Samaiko Zulo. Su escasa obra, centrada principalmente en sólo dos libros, Biotz-begietan (En el corazón y en los ojos) escrita en 1932 y la antología póstuma Umezurtz-olerkiak (Poemas huérfanos) publicada en 1934, en los que plasma una poesía de tipo intimista, impresionista donde se debate entre la materia y el espíritu esta basada en la naturaleza y la mitología del País Vasco. Es la transición del romanticismo al simbolismo en la literatuta vasca.

José María Aguirre nació en Zarauz Guipúzcoa País Vasco (España) el 18 de abril de 1896. Cuando tenía 12 (otras fuentes dicen que contaba 10 años de edad) años se trasladó a Tolosa junto con su familia. Allí estudia bachillerato y recupera el euskera que tenía casi olvidado.
En 1917, con 21 años, se licencia en derecho en la Universidad Central. Se casa con Francisca Eizagirre con 27 años de edad y entra, en el puesto de gerente, en la fábrica Perot, dedicada a la construcción de telas metálicas.
En 1926 participa en la fundación de la entidad cultural Euskaltzaleak en el seno de la cual realizó diferentes proyectos. Trabajó para dotar al euskera de las alas de la sabiduría como él decía y soñaba con un periódico en dicha lengua.
La primera vez que utiliza el pseudónimo por el que se le conocería fue en la conmemoración del día del Euskera en Mondragón (Guipúzcoa) el año 1927, bajo la dictadura de Primo de Rivera.
En 1930 participa en el certamen de poesía vasca en Rentería donde presentó las poesías; Otartxo utsa (El cestito vacío), Paris'ko Txolarre (El gorrión de París) y Agur (adiós). En el certamen del año siguiente celebrado en Tolosa en honor al poeta Emeterio Arrese presentó el poema Urtegiroak (Las estaciones del año). Este poema ha sido calificado como "su obra cumbre" por Ariztimuño.
Al año siguiente, en 1932 publica el libro Biotz-Begietan (En el corazón y en los ojos) y es galardonado con el premio Kirikiño por el artículo Etxe barne bizia (La vida dentro de casa). También ven la luz en la revista Antzerti (teatro) las obras Laño ta izar (Niebla y estrella) y Bi aizpak (Dos Hermanas).
Con 36 años de edad, sin haber tenido tiempo de desarrollar todo el potencial que tenía, murió en Tolosa el 12 de marzo de 1933.
Los libros Umezurtz-Olerkiak (Poemas huérfanos) e Itz-Lauz (En palabras llanas) fueron publicados después de su muerte al igual que su obras dramática Ezkondu ezin ziteken mutilla (El chico que no se podía casar) que vio la luz en las páginas de la revista Egan en 1953.

Su obra

Poesía

XX. mendeko poesia kaierak (cuadernos de poesía del siglo XX), 2000, Susa: Edición de Koldo Izagirre.
Biotz-begietan (En el corazón y en los ojos), 1932, Verdes-Atxirika.
Olerkiak (poemas) 1983, Erein: edición de Juan Mari Lekuona, Ángel Lertxundi y Xabier Lete.
Umezurtz olerkiak (Poemas huérfanos) 1934, Euskaltzaleak
Lizardi (frenedo), 1975, Valverde.

Teatro

Bi aizpak (Dos hermanas), 1932, Antzerti.
Laño ta izar (Niebla y estrella), 1932, Antzerti
Ezkondu ezin ziteken mutilla (El chico que no se podía casar), 1953, Revista Egan

Artículos

Itz lauz, (En palabras llanas) 1934, Euskaltzaleak.
Kazetari lanak (trabajos de periodista),1986, Erein - Asociación de editores vascos)




CANCION DEL VASCO VIAJERO
        Xabier Lizardi, 1931


                Al preclaro Don Miguel de Unamuno,
                en comunicación de nuestra insolente audacia.


INVITACIÓN AL VIAJE

Dulce voz de mi pueblo,
blanca esposa de mi mente:
dame tu delicada mano,
ven suavemente,
dejemos por un tiempo el País Vasco.






FLOR SILVESTRE

Hermosa es nuestra fecunda lengua,
hermosa, ciertamente, cubierta de helecho:
¡ojalá pronto extraigas, Poeta,
de la flor silvestre, miel,
y del bosque, esencia vasca!

Y si así fuese la voluntad de Dios
como es ferviente deseo mío,
¡surja cuanto antes el creador
del Poema cumbre,
vasco en fondo y forma,
de nuestro pueblo!






LENGUA UNIVERSAL

Pero yo, lengua campestre,
te quiero también para todo:
elevada en las alas del saber,
viejo el cuerpo, joven el espíritu,
fibra eterna bajo la pálida piel.






POR LOS CAMINOS DEL ENSUEÑO

No temas, mi Bienamada:
quiero sacarte de tu aldea,
mostrarte orgullosamente
por el mundo, porque nada hay
tan hermoso como tú.

Esposa fértil de mi mente,
el nuestro es un viaje nupcial.
Te pido, Señor, que al final de nuestro camino
nos otorgues, fruto del amor y de la inspiración,
muchos hijos de ojo limpio.

Mar sereno, azul pradera
de hierba igualada y linde redondo:
¡qué embrujo tiene tu amanecer!
Ahí aparece, esplendoroso,
el ágil disco que mide nuestra existencia.

Un archipiélago bajo el sol...
En la mar inmensa, una vela...
Refugio de árboles exóticos,
tamizado por azules lienzos.
Ahí, quizá, reposaba Gerbault el solitario...

Hacia la cintura del mundo, amplios desiertos,
mortíferos arenales abrasados...
¡Cuántas veces vieron los ojos del viajero
plantas y fuentes en este aire:
pura arena cuando llegó a ellas!

Boguemos al país de los hielos,
quizá hallemos huellas de nuestros antepasados:
¡cuántas mareas
hicieron antaño,
impermeable al hombro y en la mano el arpón!

Blanca la tierra, negro el océano:
un pedazo de hielo es nuestra nave...
¡Divina soledad!
Una solitaria ave, alas desplegadas,
vuela hermana de las nubes...

Cantemos aquellas largas noches,
aquellos crepúsculos de rojo fuego...
¡Hombres viviendo bajo la nieve,
tierra improductiva,
tan diferente de nuestro País Vasco!

Grandes urbes, colmenas humanas:
ir y venir de locos,
inventiva, iniciativa,
agitado comercio.
¡Que nuestra capacidad de adptación sepa asimilarlo!

Asume todo cielo y todo clima,
y cántalo amorosamente...
Prepárate a cualquier requerimiento:
debes de ser capaz de expresar
el modo y el matiz de todos los humanos.





SUBLIMACIÓN

Y si se agotasen los temas terrenales,
en alas que Sol no pueda derritir
(no como las de Icaro)
volemos juntos a los cielos,
hasta llegar a las estrellas azules.

Traducción: Xabier Lizardi / Koldo Izagirre






GORRIÓN PARISINO

Gorrión, gorrioncillo
del centro de París:
¿ni la gritería de la Bourse
—asamblea de locos—
es capaz de intimidarte,
perfecto insolente?

Llegas directo
a la cúpula
de un foco apagado
comiendo una migaja robada:
de uno a otro,
ocupas los ángulos de su sombrero.

A cada salto,
una mirada al suelo:
¡menudo tunante!
No necesitas fijarte mucho
para volver hacia abajo,
y no para llevarte cáscaras sin grano.

Sentado en el café,
dueño de mi tiempo,
¿qué mejor entretenimiento
(no tengo ganas para otra cosa)
que divagar un poco,
sin devanarme mucho el seso?

Los cristales están empañados,
al igual que el tiempo.
En el interior,
en un rincón,
a tono con el ambiente,
sestean los mozos de blanco mandil.

Vaya, el gorrión vuela
de nuevo hacia lo alto.
Parpadea,
y sin dejarlo para luego,
engulle su botín.
Lanza una blanda propina... ¡y allá se fue!

Gorrión parisino,
¿en qué te diferencias
del gorrión de mi pueblo?
Por fuera eres pardo,
por dentro travieso,
y para que el parecido sea mayor... ¡no sabes francés!

Tan a sus anchas como aquél
en el viejo campanario
vive éste de inquilino
en la famosa Tuileri.
Apuesto a que, si lo trajese aquí,
el gorrión de mi pueblo no se cohibiría.

Sin embargo, el hombre,
queriendo ser cosmopolita,
¡qué pájaro tan torpe es!
Es inútil que se empeñe
yendo de aquí para allá:
fuera de su casa siempre será un aldeano.

Resumiendo: viéndome
a mí mismo tan torpe
y tan paleto en París,
me quejé al cielo
haciendo constar
que prefería ser gorrión, y no hombre.

Traducción: Xabier Lizardi / Koldo Izagirre





EL HUMO DE LA CASA

Hermosa es la paloma en vuelo,
hermoso el haya en el monte...
Más hermoso es el humo
sobre los rojos tejados.

Si veo un humo azulado
cuando voy por el bosque,
¡qué gran alegría
sentir presencia humana!

Al poco, una gallina al camino,
un sembrado recostado en la ladera:
amplia casa de rojas tejas
y ante ella un nogal.

Allí hay calor, allí hay vida...
Allí hay gritos de niños jugando...
A la noche, junto al hogar,
el premio del trabajo diario...

Ven, amada mía,
pronto seremos el uno para el otro:
¡Soñemos! En el cielo brilla
la estrella del atardecer.

El día de bodas,
pavos sobre la mesa...
Y sobre el tejado, en volutas,
un humo tan azul como el firmamento...

Desde la ventana veinte caseríos,
adorno de la montaña.
Algunos se divisan completamente,
otros sólo a medias.

Pero de todos ellos humean
volutas azules...
Sospecho que el cielo
está hecho de estos humos.

            * * *

Ayer murió mi amada,
en la sala está su cadáver.
Por la ventana abierta, sólo monte;
la brisa trae un aire de sol...

Hermosa es la paloma en vuelo,
hermoso el haya en el monte...
Más hermoso es el humo
de los vivos sobre las casas.

Cruel agorero es el cuervo,
convidado de la muerte.
De la casa de mi amada
tan negro como él... ¡el humo!

Traducción: Xabier Lizardi / Koldo Izagirre





PAISAJE DE LAS ESTACIONES

IV. Rojo arenal

Recorrí el verano —mar de fuego—
en nave de agradable sombra
que ahora me hace tocar fondo suavemente:
es un arenal rojo y desierto.

(Tiene el mar, en su lejano horizonte,
al cabo de una hirviente ría de oro,
un arenal —pura sangre al tardecer—
donde se oculta dulcemente el sol...)

Echo el ancla en el Atardecer,
pongo pie en el Otoño...

            * * *

Subo de nuevo a mi montaña,
a la memoria vienen amados recuerdos...
Madre Tierra se ha desprendido de sus frutos;
pálido tiene el rostro, nublados los ojos.

A la vera del poco frecuentado camino de carreta
aún se vislumbra, perezosa, la hiedra en flor.
Aquí y allá, sobre las flores ya lacias,
las mariposas sorben su néctar...
Rojas mariposas de ajadas alas:
como las que envejecen sin amar.

Me falta brío y subo penosamente,
sospecho que empiezo a envejecer.
El otoño me debilita el aliento,
la hojarasca delata mis pasos con descaro,
la cuesta me oprime el corazón...
Me tumbo más fatigado que en otros tiempos.

            * * *

Estoy frente a un hondo barranco.
La vertiente está poblada de matas y helechos:
antaño verde, el bosque amarillea;
algunas motas de helecho rojo.
Lo que antes fue una cumbre frondosa
hoy parece una mina de hierro.
¿Se habrá cubierto de herrumbre la tierra,
o es que la sangre se me sube a los ojos?

Corre un viento húmedo, molesto:
hace gemir a la tierra.
No hay rastro de insectos,
ni de sus zumbidos. Hace tiempo
que enmudeció Grillo el Poeta:
ahora lo ha hecho Cigarra la Holgazana.

¿A dónde váis, pajarillos, en bandadas,
tan presurosos por alejaros?
¿Acaso murió Ruiseñor el Amigo
y teméis
—temblor de alas—
llegar tarde a su funeral?

            * * *

¡Oh, qué triste
este decaer!
¡Nunca el día
se hiciese noche!

Se extingue la luz de las estaciones del año,
y en mi alma resuena el eco del pasado.
¡Volved a mí, épocas que ya se fueron,
tradme cada una vuestro don:
una, la esperanza; otra, la resurrección;
la tercera, la plenitud de la vida.
De todas vosotras precisa mi corazón,
pues el eco de mis viejos versos me da nostalgia del pasado.

      (Invierno)
Haz que vea, Señor, hoy y mañana,
la temblorosa flor de árgoma.

      (Primavera)
Que vea los copos del joven manzanal,
cuna de la primavera.
Que vea aquellas parcelas de trébol
ofreciendo jarras de vino.
Que oiga al olvidado poeta
en su palacio de tierra en medio del prado...

      (Verano)
Antes de alcanzar la cima en que me esperas
(¡porque la vida ez tan hermosa!),
haz, Señor, que navegue en el dorado mar inquieto,
y sea la sombra mi esbelta compañera.

      (Otoño)
Y haz, Señor, que en una mañana de otoño tardío
despierte plenamente en Tí.

Traducción: Xabier Lizardi / Koldo Izagirre




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