jueves, 15 de noviembre de 2012

THOM GUNN [8545]




Thom Gunn
Thom Gunn, nacido como Thomson William Gunn (29 de agosto de 1929 – 25 de abril de 2004) fue un poeta británico nacionalizado estadounidense, célebre por su estilo poético liberal. En los últimos años de su carrera, se dedicó a escribir sobre la homosexualidad, el uso de drogas, el sexo y los tópicos relacionados con su estilo de vida bohemio. Ganó numerosos premios literarios, en especial por su obra más importante, The Man with Night Sweats, de 1992.
Gunn nació en Gravesend, Kent, hijo del editor Bert Gunn. Sus dos padres eran periodistas y se divorciaron cuando Thom tenía diez años de edad; más adelante, durante su adolescencia, su madre se suicidó. Fue ella quien le inculcó el amor por la lectura, en especial de los escritores Christopher Marlowe, John Keats, John Milton y Alfred Tennyson, además de muchos otros autores en prosa. En su juventud, asistió a la University College School en Hampstead, Londres; después pasó dos años en el servicio nacional británico y seis meses en París. Cuando regresó, estudió literatura inglesa en el Trinity College, Cambridge, de donde se graduó en 1953, y al año siguiente publicó su primera colección de poemas, Fighting Terms. Entre los muchos críticos que alabaron el libro, se destaca la crítica de John Press: "Es uno de los pocos volúmenes de la poesía de posguerra que todos los lectores serios de poesía necesitan poseer y estudiar".
Al principio, su estilo poético estaba asociado con el de The Movement, un grupo de escritores británicos, y más tarde comenzó a asemejarse al de Ted Hughes. La poesía de Gunn, junto con la de Philip Larkin, Donald Davie y otros miembros del grupo, ha sido descrita como "un baluarte de la pureza de dicción, y con un tono neutro que alienta a añadir más lenguaje extra y un deseo de representar una visión del mundo con una mirada fresca".
En 1954, Gunn emigró a los Estados Unidos para enseñar escritura en la Universidad de Stanford y para estar cerca de su pareja, Mike Kitay, a quien había conocido en la universidad. Más tarde dio clases en la Universidad de California Berkeley desde 1958 a 1966 y nuevamente entre 1973 y 1990.
Falleció en 2004 de una sobredosis de drogas, incluyendo metanfetaminas, en su hogar en San Francisco, donde vivía desde 1960.

Estilo

Durante las décadas de 1960 y 1970, sus poemas comenzaron a abarcar las temáticas de las drogas y la homosexualidad. Disfrutaba tanto el estilo de vida bohemio en San Francisco que Edmund White lo describió como "el último de los moradores de las comunas [...] serio e intelectual durante el día y drogadicto y sexual durante la noche". Aunque siguió afilando sus formas métricas características de los primeros años de su carrera, se fue interesando cada vez más en el verso silábico y el verso libre."
En 1992, Gunn publicó su colección más famosa, The Man With Night Sweats (1992), cuyo tema principal es el sida.5 Neil Powell alabó el libro: "Gunn recupera la poesía en un ámbito que parecía perdido, en el contexto de una catástrofe humana específica con los grandes temas de la vida y la muerte, de manera coherente, inteligente y memorable. Sería difícil pedir más". El libro le valió el Premio de Poesía Lenore Marshall en 1993.1 Aunque trató el tema del sida en gran parte de sus obras posteriores, no tenía la enfermedad.
Ese año, Gunn publicó una segunda colección de ensayos ocasionales, Shelf Life y Collected Poems. El último libro de poesía que publicó fue Boss Cupid (2000).
En 2003 obtuvo el Premio Literario David Cohen junto con Beryl Bainbridge. También recibió el Premio Levinson, el Premio Arts Council of Great Britain, el Premio Rockefeller, el Premio W. H. Smith, el Premio de Poesía del PEN (de Los Ángeles), el Premio Sara Teasdale, el Premio Lila Wallace-Reader's Digest y el Premio Forward Prize, además de membresías de las fundaciones Guggenheim y MacArthur.1
Cinco años después de su muerte, el editor August Kleinzahler publicó una nueva edición de Selected Poems.

Obras

1954: Fighting Terms, Fantasy Press, Oxford
1957: The Sense of Movement,Faber, Londres
1961: My Sad Captains and Other Poems, Faber, Londres
1962: Selected poems by Thom Gunn and Ted Hughes, Faber, Londres
1967: Touch
1971: Moly
1974: To the Air1
1976: Jack Straw's Castle1
1979: Selected Poems 1950-19751
1982: The Occasions of Poetry, ensayos (edición estadounidense, 1999)
1982: Talbot Road
1982: The Passages of Joy
1992: The Man With Night Sweats
1992: Old Stories (poetry)
1993: Collected Poems
1994: Collected Poems
1998: Frontiers of Gossip
2000: Boss Cupid






Puerta de la Muerte

Por supuesto que los muertos nos superan
—¡Cómo crecen sus ejércitos!
Mi madre ahora arcaica como Minos,
ella, quien murió hace cuarenta años.

Después de sus procesamientos, los muertos
se sientan en grupos y miran la tv,
por la que deben estar interesados,
pues en ella nos ven a usted y a mí.

Estos cuatro, que jamás se conocieron
murieron en un mes, juntos, sentados
uno al lado del otro, frente a la misma pantalla
sin una guía televisiva.

Los brazos relajados rodeando los hombros,
aunque no sienten nada, quienes
cuando elegantemente ignoran el dolor
abandonan también los sentimientos.

Así que miran amigo y pariente
y vida allí, tal como la piensan
—en blanco y negro, repetitiva
como las comedias de situación.

Con placer y lágrimas al comienzo
dan la bienvenida a cada programa en las estaciones de la muerte,
pero al final pierden el interés,
su aburrimiento torna en impaciencia.

“¿Él me extraña? Debe estar bromeando
—esta semana se acuesta con un policía”.
“Ella ahora solo lee Little Gidding”.
“Se están poniendo viejos. Quisiera que pararan”.

El hábito de la compañía
falla —rompen el contacto:
alejando lentamente brazo y cadera,
hasta que separados, en el sofá

coquetean con la amnesia, desvían la mirada
como si no estuvieran ya en otra parte,
pero cuando la nieve desdibuja la imagen,
de espaldas, la miran posesivos.

La nieve sopla hacia ellos, hasta que su asiento
lleno de copos se convierte
en un banco nevado, en un paisaje nevado y allí
se encuentran a sí mismos con todos los muertos,

cuando la luz inmóvil de la corteza de la nieve les revela
a Minos dando vueltas y a mi madre.
Aunque ninguno de los reclutas los conoce,
ni se reconocen entre sí,

han sido magníficamente entrenados
en la disciplina perfecta
de un presentador arcaico, y apartados
del recuerdo brevemente acuartelado.


en Worlds, seven modern poets, editado por Geoffrey Summerfield, Penguin Education, Middlesex, Inglaterra, 1979

versión © Silvia Camerotto






Death's Door

Of course the dead outnumber us
– How their recruiting armies grow!
My mother archaic now as Minos,
She who died forty years ago.
After their processing, the dead
Sit down in groups and watch TV,
In which they must be interested,
For on it they see you and me.
These four, who though they never met
Died in one month, sit side by side
Together in front of the same set
And all without a TV Guide.
Arms round each other's shoulders loosely,
Although they can feel nothing, who
When they unlearned their pain so sprucely
Let go of all sensation too.
Thus they watch friend and relative
And life here as they think it is
– In black and white, repetitive
As situation comedies.
With both delight and tears at first
They greet each programme on death's stations,
But in the end lose interest,
Their boredom turning to impatience.
"He misses me? He must be kidding
–This week he's sleeping with a cop."
"All she reads now is Little Gidding."
"They're getting old. I wish they'd stop."
The habit of companionship
Lapses – they break themselves of touch:
Edging apart at arm and hip,
Till separated on the couch
They woo amnesia, look away
As if they were not yet elsewhere,
But when snow blurs the picture they,
Turned, give it a belonging stare.
Snow blows out toward them, till their seat
Filling with flakes becomes instead
Snow-bank, snow-landscape, and in that
They find themselves with all the dead,
Where passive light from snow-crust shows them
Both Minos circling and my mother.
Yet none of the recruits now knows them,
Nor do they recognize each other,
They have been so superbly trained
Into the perfect discipline
Of an archaic host, and weaned
From memory briefly barracked in.









El encendedor de gas

Hace cuarenta y ocho años
—¿han pasado ya cuarenta y ocho
desde entonces?— forzaron la puerta
tras la que se había atrincherado
con todo un escritorio en peso
por si alguien descubría, como así fue,
para qué la había bloqueado.

La había bloqueado de ese modo
para que no entraran los niños.
Con su bata roja
anduvo escribiendo notas, se afanó
toda la noche trasladando cosas,
pensando hasta marearse
antes de tenderse.

Los niños iban de un lado a otro
sobre el áspero césped del invierno.
Repitiéndose los dos
su lamento, su triste estribillo
en el alba de diciembre,
el hermano mayor y el pequeño,
hasta entender el sentido.

Y bien que lo entendieron.
Regresando desde la hierba
hasta la habitación del escape,
ellos, que habían sido sus tesoros,
se apañaron para apagar el gas,
tomar las medidas precisas,
llamar a la policía.

Una imagen entre aquella sucesión
se fija en la mente obstinada:
una especie de flauta al revés.
El encendedor que ella agarraba
soplaba desde los agujeros alineados
en su boca, hasta que, ahíta
de música, enmudeció.

Traducción: Natalia Carbajosa






The Gas-Poker

Forty-eight years ago
—Can it be forty-eight
Since then?— they forced the door
Which she had barricaded
With a full bureau’s weight
Lest anyone find, as they did,
What she had blocked it for.

She had blocked the doorway so,
To keep the children out.
In her red dressing-gown
She wrote notes, all night busy
Pushing the things about,
Thinking till she was dizzy,
Before she had lain down.

The children went to and fro
On the harsh winter lawn 
Repeating their lament,
A burden, to each other
In the December dawn,
Elder and younger brother,
Till they knew what it meant.

Knew all there was to know.
Coming back off the grass
To the room of her release,
They who had been her treasures
Knew how to turn off the gas,
Take the appropriate measures,
Telephone the police.

One image from the flow
Sticks in the stubborn mind:
A sort of backwards flute.
The poker she held up
Breathed from the holes aligned
Into her mouth till, filled up
By its music, she was mute.







Considerando el caracol

El caracol se arrastra a través de la verde
noche, pues el pasto se dobla
con el agua y se encuentra
con el brillante camino que él hace,
donde la lluvia oscureció la oscuridad
de la tierra. Él se mueve
en un bosque de deseo,

las pálidas antenas apenas moviéndose
mientras caza. No puedo decir
qué poder está trabajando, empapado ahí
con un propósito, sin saber nada.
¿Qué es la furia de un caracol? Todo
lo que pienso es que si después

yo corriera las hojas encima
del túnel y viera el fino rastro
de un blanco quebrado sobre
los desperdicios, no habría nunca
imaginado la lenta pasión
de ese deliberado progreso.

Versión de Tom Maver





Considering the snail

The snail pushes through a green
night, for the grass is heavy
with water and meets over
the bright path he makes, where rain
has darkened the earth’s dark. He
moves in a wood of desire,

pale antlers barely stirring
as he hunts. I cannot tell
what power is at work, drenched there
with purpose, knowing nothing.
What is a snail’s fury? All
I think is that if later

I parted the blades above
the tunnel and saw the thin
trail of broken white across
litter, I would never have
imagined the slow passion
to that deliberate progress.

from Collected poems, Faber, 1994.






EL HOMBRE CON SUDORES NOCTURNOS

Me despierto con frío, yo, quien
prosperé a través de cálidos sueños.
Me despierto, todavía con sus residuos,
Sudoroso, y con una sábana pegada a mí.

Mi carne fue su propio escudo:
El lugar donde era acuchillada, volvía a curarse.
Crecí explorando
El cuerpo en el cual podía confiar,
Adoraba el riesgo que me hizo robusto;

Incluso en cada desafío
Que mi piel recibía
Había un mundo de maravillas.

Ahora, no puedo hacer nada, salvo lamentar
Que este escudo se haya trizado,
Mi mente atrapada en lo urgente,
Mi carne reducida y despedazada.

Tengo que cambiar las sábanas de la cama,
Pero en vez de hacerlo me detengo

Estoy de pie, erguido
Abrazando mi cuerpo
Como si pudiera protegerlo de
Los dolores que van a pasar a través de mí.

Como si las manos fueran suficiente
Para detener esta avalancha.







LA ANIQUILACIÓN DE NADA

Nada quedaba; Nada, el nombre protervo

Que cada noche repetía hasta ser arrastrado
A un sopor oscuro o sopor que contenía un sueño.
En él había una enorme ausencia contagiosa,
Más espacio que el espacio, sobre la nube y el fango,
Sólo demarcada por las intrusiones de su poder.
Reducido a la indiferencia ante los cambios del tiempo,
Cuyo fin conocía, me despertaba sin deseo
Y agasajaba el cero como un paradigma.
Pero ahora se rompe: las imágenes estallan con fuego
En la tranquila esfera donde he residido,
Mostrando el paisaje que aún se mantiene entero;
El poder que yo concebía, que presidía
Esencial en sus devastaciones abstractas,
Es simplemente cambio, los átomos que dividía
Completan, en la ignorancia, nuevas combinaciones.
Sólo una infinita finitud veo
En esas peculiares variaciones atrayentes.
Es la desesperación de que la nada no puede ser
Lo que destella en la mente y deja una marca humeante
De espanto.

Levanta la vista. Ni firme ni libre,
La materia sin sentido está suspendida en la oscuridad.





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