miércoles, 14 de noviembre de 2012

NINÍ BERNARDELLO [8487]



Niní Bernardello

Pintora y poeta nacida en Cosquin, provincia de Córdoba, ARGENTINA en 1940. Reside en Río Grande desde 1981.

Libros publicados:
* Espejos de papel (Ediciones Sirirí, 1980. Reeditado por Nusud Ediciones, Buenos Aires, 1994; traducido al inglés por John Oliver Simon, 1998);
* Malfario (Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1986); Copia y transformaciones (Ediciones de Tierra Firme, Buenos Aires, 1990);
* Puente aéreo (Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 2001);
* Salmos y azahares (Editorial Argos, 2005).
La Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco editó su trabajo antológico: Cantando en la casa del viento. Poetas de Tierra del fuego, en el 2001.




I

Aspiró este aire cobrizo de orín
y lluvia. Volvió al lugar de la tristeza.
Porque si hurgó en sus bolsillos
y encontró una nota de Vallejo
el de Santiago de Chuco
marcado en rojo al costado.
Estaba escrito así:
Hay ganas de no haber tenido corazón.





Premonitoria

Inconsolable mar escrito, detallado en su
espuma mínima, inconsolable mar atlántico
letra muerta, restringida, orlada.

Un ejército avanza extraviado
en un circuito de hogueras y gritos,
desde Ushuaia un guerrero atormentado
aguarda recostado en su nave.

¿Qué será mi voz entre esas voces
adolescentes?

Nacida entre montañas, mi mano toma
el gesto de las letras grabadas en el aire
y escribe
todavía
toda vida.





Malfario

Sostengo la cabellera
del mito, serpientes frías
enredadas, tóxico ondular.
No te acerques, corona
tu pie, tu espíritu
en aguas de sangre.





II

Piedra del corazón, dona
al ajo que maldice
la bruma de la mirada.

Cabellera y mito
impropio pasaje de aguas
circunvalación de escamas
y brillo de luna. Hipnótica
sostengo la cabellera
y cae el hacha doble
¿quebrará para siempre
mi despótica cabeza?




Selección de poemas del libro inédito "Natal"


Escuchado por TV

Voy a ponerme mi piel
dijo una madre
y se anudó
el pañuelo blanco
con el nombre bordado
de sus hijos.



El helicóptero estaba sobre nuestras cabezas.

Yo iba con una monja del Tercer Mundo caminando y ella me dijo: no te detengas, sigamos hablando. No corras, sigamos hablando.

Seguimos caminando, el helicóptero sobre nosotras levantaba nuestros cabellos, la monja rezaba.

Yo no corrí, ni me detuve. Levante la vista y lo vi como un tiburón negro sobre nosotras.

En su cuerpo metálico tres salidas de disparos también pude ver a los dos tripulantes: un salvadoreño y un norteamericano.

Sigamos hablando dijo la monja y ella rezaba y rezaba.

Yo, de pronto comencé a decir:

Sara Blastein, Bonaparte de Levi, Victor

El helicóptero comenzó a ascender y desapareció en el cielo.


Testimonio de Laura Bonaparte
Canal A / 1991






Poética

Dimensión oculta
un desparpajo
para seguir hablando.
¡Que se yo de que!
Pienso siempre
en un papel de calcar
colocando sobre textos
antiguos, sagrados
Sobre escrituras ajenas
copiarlos y copiarlos
como si fuesen
dibujos de maravillas
quitarle partes
transformando otras
hasta realizar una copia
que no deje vestigio
del original.




Tango

Cubro mis ojos para no ver
la luz de un rayo misterioso
que desborda mis cabellos
los vuelve corona cimera crencha
remolino trenza trenza deshecha
bucle hirsuto nido de incertidumbre
y a la vez
cofre de un tesoro lunar
madre

El cOrazón no quiere ya saber
Sólo tengo visiones de tu voz
que canta y canta sin desmayo
hablándome de un rayo misterioso
que hará nido en mi pelo

¡Y mi corazón no quiere ya saber!







Embebida en este espacio, sueño con un paraje
amado
y es el perfume de ese jardín el que atraviesa
paredes y tejados.
El paisaje se desploma y arrastra hasta mi mesa
las aguas del río claro,
su sombra y la sombra de aquella vida
en el aire serrano.

Ensamblo mi paisaje a estas aguas atlánticas.
Se levanta un oleaje espasmódico, de alas.
Es aquel laberinto de cañas y de calas
refugio de cientos de pájaros deshaciéndose
en la playa.

Las dos visiones se unen como calcos perfectos.
Descubro mi voz en la oración de la tarde.
Amada voz que une en el pecho
el corazón a un sueño, el mar a una montaña.
Único paisaje erguido como una llama.





Acto

Rocío palpable en el risco
en la costra benigna de la
herida amorosa. Labio y alfiler
unidos con caridad y martirio.






Poética

Con la letra impongo mi marca
la línea que abre de un tajo
el cielo del corazón, la cúpula
del vientre, el templo
soterrado de las arterias.
En el trazo la sangre brota
de su cauce y escribe sola
igual al río que ensueño siempre
viajando por la noche de plata
helada






Arte poética

Tiritando de frío dibujé una rama
y una taza y un altar
Negro sobre azul tiritando
helada mi mano dibujó
un conjuro certero
tu nombre y tus ojos
y mi saliva borró
a todos todo
ola de un lejano mar en agonía




En casa de V.O.

Desmiente la rosa
su rostro encarnado
cuando el sol inicia
su paso hacia el oeste.
La muerte calla
entre los pájaros
del empapelado.

Su espléndida mudez
atraviesa la mirada.
Túnez o Túmbez, algo
de sopor enmarañado
se abre en la boca.
Anís, hielo y agua
emulsión lechosa
cuando el líquido
la lengua toca
y la muerte asoma.

El paladar acuna
un firmamento estrellado.
El goteo de la sangre
color de la rosa
que la muerte calla
vibra entre los pájaros
de un empapelado
hundido en la memoria
de un día único
por siempre constelado.







Del verde al hielo
hay una zanja de sangre
misión submarina
de límpida belleza
El rey de espadas
dispuesto a matar
se oculta en el fluir del agua
Del verde al hielo
instruye un peaje
lo que seremos mañana
cuando caiga la noche
sobre extensiones de hielo
marchitando el verde.








Una ciudad de cristal blanco
en una niebla de plata y oro
La belleza del frío invernal
gana, en su exceso, un arrebato
hacia lo alto, un aleluya perfecto.









Un marco de plástico verde
con relieve dorado guarda un retrato
de historia forzosa. Veo la casa envuelta
en hule gastado con flores adversas
y azúcar derramado a los pies de todos.
Aquellas botas claras de descarne
emergiendo como un relámpago loco
en medio de la habitación.
La copa de vino santo rebalsa sobre cenizas
y chisporrotea el rescoldo.
La cola de un pavo real tejido
mira con mil ojos la escena.
Estoy en un lugar argentino, de piedra,
de aguas, de trinos. Espacio calado
sobre el cielo, vacío sobre vacío.







Cruz y flecha

Torcido pie, dedos desnudos.
Estrella de plata sonando en la noche
su espuela




duele

En el verano austral
todo es sufrimiento. Apenas la lluvia
toca el vidrio de la ventana, el alba
que fulgura eterna sobre un cielo claro
desenvuelve un mantel antiguo
migas, manchas de vino y costras,
figuras recreadas por la vela, caen
y extinguiéndose hablan.

El atlántico moja la punta
de ese género azul donde la vida
se recuesta. Sufre el aire, y
la retama increíble en su oro
traspasa el centro de la mirada.
Azorada veo mi propio ser
sentado en el umbral de mi casa
entre las sierras, esperando la dicha.









No soy buena nombrando flores
o plantas. Son un verde prodigioso,
de sueño amazónico, verde imaginario
de agua y cielo juntos. Llamo apenas
trébol, azucena, después es
un jardín salvaje, sin orden aparente
enredaderas caídas, unidas tallo a tallo
un universo mate hundiéndose
en un charco nocturno, sin un piar
sin un volar. Tendida entre cicutas
y corolas rotas empujo el olvido
como un velero antiguo tocando
un borde
labios
lengua
boca







Quita la pena del día
saber que estás cerca
saber que en mí vive
una estrella: maga eras
sobre los días perfectos.
Hay una línea que borda
un paisaje amadísimo
coirón y tropa, arenales
bajo la luna llena
trapo de luz consciente
en el manjar que tu mano
ofreció a mi boca.
Puedo describir un perfume
de miel almacenado
que se acumula entre
la garganta y la palabra.






Origen y canto
de un lugar en sortilegio
cuzco pequeño, seno de virgen
Cosquín





Animal mítico

Ojos magnéticos, pelaje rayado.
De la garra, la sangre unida
al cartílago lustroso, pronuncia
mi nombre. Ruedo en su lengua
deglutida, me hundo en la obscena
oscuridad de saliva y garganta.
En su vientre crezco, niña reptil
y nazco, de golpe, de su cabeza
cuerno de luz y de locura.




Teseo

Un leve movimiento
roza mi cabeza y suplica
Está en su pieza de bronce
grabado con precisión minoica.
Sucesiva reconstrucción
de días tensados hacia la muerte.
Ojos abiertos en la oscuridad
leve movimiento del héroe vivo
mudo en el laberinto sin aire.








Sostiene el rito, visceral aguarda
en la simetría del gesto oracular
la mano que te mirará sagrada.

Es la nada en su hostal de oro
es su lengua transcripta y sacra
la misma que permaneció siglos
al misterio del primer muerto ligada.

Espacio tornasol de aquel círculo
atesorado como ruina solar
donde boca, saliva y lengua
succionaron el vacío hasta el vacío
extremo de las plegarias mudas.




Absalón

en tus cabellos enredé mi vida.
Colgada de la rama absurda
estoy esperando aún
la lanza que partirá el corazón.

Desperté de golpe a orillas del mar,
¿Soy yo, la misma que de amor muriera?

Apenas una sombra
enmarcada en la espuma
de un ramaje pretérito
cabellera expuesta
que sangra incesante
su amor sobre la tierra.







Sostengo la cabellera
del mito, serpientes frías
enredadas, tóxico ondular.
No te acerques, corona
tu pie, tu espíritu
en aguas de sangre.







Piedra del corazón, dona
al ajo que maldice
la bruma de la mirada.

Cabellera y mito
impropio pasaje de aguas
circunvalación de escamas
y brillo de luna. Hipnótica
sostengo la cabellera
y cae el hacha doble
¿quebrará para siempre
mi despótica cabeza?




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