Mijaíl Lérmontov
Mijaíl Yúrievich Lérmontov (Михаи́л Ю́рьевич Ле́рмонтов), (15 de octubre de 1814 – 27 de julio de 1841), escritor y poeta romántico ruso, a veces llamado "el poeta del Cáucaso".
Fue la figura más importante de la poesía rusa desde la muerte en duelo de Aleksandr Pushkin hasta la suya propia, cuatro años más tarde, en las mismas circunstancias.
Nació en Moscú, descendiente de una familia escocesa establecida en Rusia desde el siglo XVI (la familia Learmount, descendiente de un poeta escocés Thomas Learmonth of Erceldoune, y, de oídas Casa de Lerma), residente en la provincia de Penza, vivió en la aldea de Tarjany, donde se conservan sus restos. Perteneció a la misma generación que Vasili Zhukovski y Aleksandr Pushkin.
A causa de la muerte prematura de su madre, y el cumplimiento militar de su padre, quedó al cuidado de su abuela que le procuró la mejor educación posible: con tutores extranjeros y profesores particulares, aprendió desde la infancia francés, alemán e inglés; pero su infancia se vio entristecida por los constantes enfrentamientos entre su padre y su abuela. La atmósfera intelectual en la que se desarrolló durante su juventud fue la misma en la que vivió Pushkin, aunque el uso del francés (en los escritores) comenzaba a ceder terreno en favor del inglés, cuando Alphonse de Lamartine compartía su estima con Lord Byron, a quienes leía en su lengua original, junto a otros autores como Shakespeare, Chateaubriand, Rousseau, Goethe y Schiller, entre otros. Pronto despuntó en él la sensibilidad y el talento para las artes y las letras; se inició en la poesía y en la pintura -dibujaba muy bien-, en la música y en el teatro.
Del Liceo de Moscú pasó en 1830 a matricularse en la Facultad de Ciencias Políticas y Morales de Moscú; pero su carrera se vio bruscamente interrumpida debido a la intervención que tuvo en determinados actos de insubordinación estudiantil contra las autoridades académicas. En 1832 ingresó en la Academia Militar y a partir de entonces su vida estaría vinculada al ejército. Hasta 1834 perteneció a la escuela de los oficiales de la Guardia de San Petersburgo, desde donde fue destinado al regimiento de húsares en Tsárskoye Seló. El joven militar manifestó abiertamente su cólera así como la de la nación ante la pérdida de Pushkin (1837) a través de un poema apasionado dirigido al zar Nicolás I, A la muerte del poeta, una de las poesías más brillantes de la literatura rusa y en el que pedía venganza por el asesinato del poeta en un duelo en el que su pistola había sido alterada para que no pudiese disparar.
Sin embargo el zar, encontró en el poema más impertinencia que inspiración y Lérmontov fue enviado al Cáucaso como oficial de los dragones para intentar subyugar a los rebeldes de Chechenia, refugiados en las montañas. Él había vivido en el Cáucaso con su abuela, por lo que no se sintió extraño en unas tierras llenas de recuerdos de su infancia. Las cualidades austeras y rigurosas de los montañeses a los que tenía que combatir, así como el paisaje montañoso y rocoso, le eran familiares: el emperador le había enviado a su verdadera tierra. Allí conoció a inconformistas desterrados e intelectuales georgianos rebeldes.
Lérmontov vuelve a San Petersburgo en 1838 y, en 1839 es desterrado otra vez al Cáucaso a causa de un duelo contra Ernest de Barante, hijo del embajador francés. Es cuando escribe la novela Un héroe de nuestro tiempo , cuyo protagonista, Pechorin, el desengañado, es un reflejo de sí mismo. Dolido y despechado por el amor no correspondido hacia varias mujeres, hombre de carácter huraño y lengua afilada, retó y fue retado a varios duelos y llegó a ser herido en más de una ocasión, hasta que finalmente muere en Piatigorsk, con 27 años, en julio de 1841, en un duelo mantenido con Nicolái Martýnov. Para este duelo elige, expresamente, el borde de un precipicio a fin de que, "si uno de los combatientes cae herido mortalmente, su destino quede sellado".
Lérmontov publicó, solamente, una pequeña selección de poemas en 1840. Tres volúmenes considerablemente mutilados por la censura fueron publicados por Glazunov y dos ediciones completas de sus obras aparecieron en 1860 y 1863. La traducción alemana de Bodenstedt de sus poemas ( Michail Lermontov poetischer Nachlass, Berlín, 1842, 2 volúmenes), fue, de hecho, la primera colección satisfactoria por medio de la cual Lérmontov fue conocido fuera de Rusia. Sus poemas tuvieron varios traductores (August Boltz, Berlín, 1852, etc.) Lérmontov describe la tragedia de la juventud de su época, juventud de pensamiento liberal e instruida que estaba disconforme con la situación social, se sentía abandonada y consideraba que su vida no tenía sentido. Con esta obra él crea las premisas iniciales para el desarrollo de la novela psicológica en Rusia , lo que le califica como el fundador del realismo ruso.
En sus primeros poemas imitó a Pushkin y a Byron, pero su estilo poético se afianzó enseguida, se percibe claramente en el cambio de temas como, por ejemplo, en el poema "La vela" en el que habla de un bienestar que sólo se consigue luchando. En otros poemas refleja con vehemencia el pensamiento y los sentimientos de los jóvenes estudiantes que se rebelan y muestran su indignación ante la situación del siervo, el rechazo del despotismo zarista y la aspiración apasionada por la libertad. En la novela inacabada "Vadim" escrita en 1832-34, defiende, con toda convicción, a los oprimidos campesinos y habla sobre la insurrección de Yemelián Pugachov.
En el drama Baile de máscaras, prohibido por la censura, Lérmontov ataca a la nobleza. Entre sus poemas más conocidos están El demonio, El novicio y una memorable imitación de la balada rusa, El canto del zar Iván Vasílievich, del joven oprimido y del viejo vendedor Kaláshnikov.
Se bautizó con su nombre a un planeta menor 2222 Lérmontov, descubierto por el astrónomo soviético Nikolái Stepánovich Chernyj en 1977.
Algunas obras
Versos 1828-1841
El prisionero del Cáucaso, (Kavkazski plennik - 1828), poema.
El corsario, (Korsar - 1828), poema
Los circasianos, (Cherkesi - 1828), poema.
Julio (Julio de 1830), poema
Los españoles, (Ispantsi - 1830s), drama inacabada.
Ismail-Bey (Izmail-Bei - 1832), poema
Vadim el jorobado, (Vadim - 1832 - ), novela incabada.
Jadzhí-Abrék (Jadzhi-Abrek - 1834)
El baile de máscaras, drama, (Maskarad - 1835)
El boyardo Orsha (Boiarin Orsha - 1836)
La muerte del poeta (Smert poeta - 1837)
Ashik Kerib (1837)
Borodinó (Borodino - 1837)
El canto del zar Iván Vasílievich, del joven oprimido y del viejo vendedor Kaláshnikov (Pesnia pro tsaria Ivana Vasilievicha, molodogo oprichnika i udalogo kuptsa Kalashnikova - 1837), balada.
El demonio (Demon - 1837), poema.
El novicio (Mtsyri - 1839), poema.
Valerík (Valerik - 1840)
El sueño (Son - 1841)
Patria, (Rodina - 1841)
Tamara, (Tamara - 1841), poema.
Un héroe de nuestro tiempo (Geroi nashego vremeni - 1839-1840), novela.
La princesa Ligovskaya, (Kniaginia Ligovskaia - 1836 - ), novela incabada.
LA VELA
Una vela solitaria blanquea
en las brumas azules del mar.
¿Qué va buscando en el país lejano?
¿Qué dejó atrás, en la tierra natal?
Juegan las olas, el viento solloza,
se dobla el mástil, la madera cruje.
¡Ay! Ella no busca la alegría,
ni busca la felicidad que huye.
Abajo, la corriente de zafiro;
rayos de sol dorado en lo azul.
Pero ella, rebelde, pide tormentas,
cual si en las tormentas hubiese quietud.
(1832)
LA DESPEDIDA
¡Adiós! Nunca más nos encontraremos
ni nos daremos la mano nunca más.
¡Adiós! Tu corazón es libre desde ahora
aunque no volverás a ser feliz jamás.
Sé que palpitará de nuevo
con ímpetu doloroso tu corazón
cuando oigas el nombre de aquel amigo
que ya hace tiempo desapareció.
Hay sonidos que no le dicen nada
a la turba arrogante que los desdeña,
pero a nosotros nos es difícil olvidarlos
porque viven fundidos en el alma nuestra.
Se entierra el pasado como en una tumba
en el fondo de aquellos sonidos sagrados,
y sobre la tierra tan sólo hay dos seres
que comprenden y se estremecen al escucharlos.
Estuvimos juntos sólo por un instante,
pero estuvo contenida la eternidad en él;
consumimos todos nuestros sentidos
y todo lo quemamos en el beso aquél.
¡Adiós! No te aflijas. Sé sensata.
No lamentes la brevedad de nuestro amor.
Hoy parece difícil el separarnos,
pero sería aún más penosa la unión.
(1832)
EL PUÑAL
Yo te aprecio, mi puñal de noble acero.
Te forjó para la venganza el soñador georgiano;
te afiló para el combate el libre circasiano,
mas yo te aprecio, claro y frío compañero.
Una mano de lirio te puso en mi mano
a la despedida, en prueba de amor,
y no fue sangre lo que por ti se deslizó:
fue una gota de llanto, clara perla de dolor.
Y llenos de una tristeza misteriosa,
en mí se detuvieron sus ojos negros.
En la luz temblorosa, al igual que tu acero
se empañó su mirada y lució más hermosa.
Eres mi compañero, prenda de mudo amor.
De ejemplo servirás a mi vida peregrina:
como tú, no he de cambiar, y mi alma altiva,
como tú, amigo fiel, será fuerte en el dolor.
(1837)
UN PINO
Tema de Heine
En el Norte salvaje, en la cumbre desnuda,
hay un pino que se levanta en la soledad.
Meciéndose duerme y la nieve lo cubre
como un manto sacerdotal.
Con frecuencia sueña que en lejano oasis,
en aquella tierra donde nace el sol,
crece, sola y triste, una palmera hermosa
sobre la roca ardida por el calor.
(1841)
EL PEÑASCO
Una nube rubia pasó la noche
sobre el pecho de un peñasco enorme.
Por la mañana se alejó temprano,
jugando, alegre, en lo azul...
Pero dejó atrás una huella mojada
en la arruga del viejo peñasco, que queda
solitario, lleno de pensamientos hondos,
y llora, silencioso, en el desierto.
(1841)
SALGO SOLO AL CAMINO...
Salgo solo al camino. A través de la niebla
el sendero pedregoso reverbera.
La noche está calma. El desierto escucha a Dios,
y una con otra las estrellas hablan.
¡Por los cielos hay solemnidad!
La tierra duerme en una luz azul...
¿Por qué estoy triste, lleno de ansiedad?
¿Es que espero algo o extraño a alguien?
No; nada espero de la vida,
ni las cosas pasadas me dan pena.
¡Sólo quiero quietud y libertad!
¡Sólo quiero olvidarme y dormir!
Quisiera dormir para siempre,
pero no con un sueño de tumba,
sino que durmiendo, respire mi pecho
y rítmico lata adentro el corazón.
Que de noche y de día una voz melodiosa
me cante su amor deleitando mi oído,
y que sobre mí, siempre verde y suntuoso,
murmure meciéndose un roble sombrío.
(1841)
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