sábado, 3 de noviembre de 2012

LYDIA KOIDULA [8384]



Lydia Koidula
La poeta estonia Lydia Emilie Florentine Jannsen, conocida por su seudónimo Lydia Koidula, nació en la localidad de Vana-Vändra, en la provincia de Livonia, sometida al Imperio ruso, el 24 de diciembre [12 de diciembre según el calendario juliano vigente entonces en Rusia] de 1843, y murió en Kronstadt, cerca de San Petersburgo (Rusia) el 11 de agosto de 1886. Era hija del activista político y cultural Johann Voldemar Jannsen (1819-1890), fundador del Perno Postimees (‘El Correo de Pärnu’, 1857), primer periódico en lengua estonia, que se publicaba en la ciudad costera de Pärnu, y autor de la letra del himno nacional de la República de Estonia: Mu isamaa, mu õnn ja rõõm (‘Mi tierra natal, mi orgullo y alegría’, 1869). Su madre era una alemana de origen burgués. 

En 1850, en efecto, su familia se había establecido en Pärnu, donde ella estudió en una escuela alemana para muchachas (1854-1861), y en 1862 pasó con éxito en la Universidad de Tartu el examen tras el que obtuvo el diploma de tutora particular. En 1863 toda la familia se trasladó a Tartu (ciudad conocida entonces por su nombre alemán, Dorpat), donde Johann Voldemar Jannsen empezó a editar el periódico Eesti Postimees, tarea en la que ella colaboró intensamente ocupándose, sobre todo, de la sección de relatos por entregas. Ya por entonces había alcanzado la fama y mantenía correspondencia con relevantes escritores e intelectuales estonios, fineses y alemanes. En 1873 se casó con un médico militar letón, Eduard Michelson, que fue destinado al cuartel general de la Marina imperial rusa en Kronstadt, con quien tuvo tres hijos. 

Conocida como la “Cantora del Alba” (pues koit, palabra de la que se deriva koidula, en estonio significa ‘amanecer’), su voz poética, de intenso acento patriótico, es la más significativa de la lucha por la libertad y la independencia de Estonia. Su obra, de clara influencia alemana, fundamental en la historia de literatura estonia y muy popular incluso en nuestros días (los escolares aprenden sus poemas de memoria) se inició con la publicación, en 1866, de Vainulilled (‘Flores de los campos‘), poemario al que siguió, en 1867, Emajõe Ööbik (‘El ruiseñor del Emajõgi’), repleto de explícitas manifestaciones patrióticas. Su obra completa, incluidos los poemas inéditos, fue publicada póstumamente en 1925. 

Su nombre también está estrechamente vinculado al nacimiento del teatro estonio, como animadora de la Vanemuise Selts (Sociedad Vanemuine), creada por su padre en Tartu (1865) para promover el teatro en la lengua nacional. Entre sus obras para la escena destacan la comedia Saaremaa Onupoeg (‘El primo de Saaremaa’), una adaptación de la farsa Der Vetter aus Bremen (‘El primo de Bremen’) del alemán Theodor Körner (1791-1813), que ella misma puso en escena –se considera que esta puesta en escena, en 1870, supone comienzo del teatro estonio–; Kosjakased (‘Los abedules de los esponsales’) y Säärane mulk (¡Vaya patán!). 

Cuando en 1869 se celebró el Tartu el primer Festival de la Canción de Estonia (Laulupidu), uno de los acontecimientos más importantes del denominado ‘despertar nacional’, que sirvió para que los cantores estonios procedentes de todos los rincones del país adquirieran conciencia de su pertenencia a un mismo pueblo y, por consiguiente, de su identidad nacional, dos poemas suyos fueron musicados: “Sind Surmani!” (‘Hasta mi último aliento’) y “Mu isamaa on minu arm!” (‘Mi patria es mi amor’); esta última canción se convirtió en el himno de la resistencia estonia durante la ocupación soviética. 

La casa familiar de Pärnu, construida en 1850 y donde su padre fundó y editó el Perno Postimees y ella vivió hasta que su familia se trasladó a Tartu, se conserva y ha sido restaurada para albergar un museo dedicado a su memoria. En el centro de Pärnu, además, se levanta el monumento más representativo en homenaje a esta gran poeta, obra del eminente escultor estonio Amandus Adamson (1855- 1929), que fue erigida en 1929. La imagen de Lydia Koidula está reflejada, además, en los billetes de banco de 100 coronas. 

Albert Lázaro-Tinaut 





El hogar 

¡Oh, cómo nos gustaba, de pequeños, 
jugar en el patio de mi casa! 
Sentir mientras corríamos la caricia 
de la hierba cubierta por la escarcha. 

Jugando agotábamos el día, 
rodeados de flores y de plantas, 
hasta que el abuelo iba a buscarme 
y me llevaba de la mano a casa. 

¡Y cuántas veces me tentó mirar, 
como él, por encima de los muros. 
“Sé paciente, pequeña”, me decía, 
“ya tendrás tiempo para ver el mundo”. 

Pasó el tiempo. En la tierra y en los mares 
se saciaron mis ojos de admirar; 
¡mas nada de lo que ellos descubrieron 
valía lo que el patio de mi hogar! 

Kodu (1865) 
Meil aiaäärne tänavas / kui armas oli see! / Kus kasteheinas põlvini / me lapsed jooksime. // Kus ehani ma mängisin / küll lille, rohuga, / kust vanataat käe kõrvas mind / tõi tuppa magama. // Küll üle aia tahtsin siis / ta kombel vaadata. / “Laps, oota,” kostis ta, “see aeg / on kiir küll tulema!” // Aeg tuli. Maa ja mere peal / silm mõnda seletas – / ei pool nii armas polnud seal / kui külatänavas! 








El corazón materno 

Existe un pequeño lugar en este mundo 
donde dicha, amor y lealtad hallan refugio; 
todo lo que en el orbe es tan escaso 
encuentra allí serenidad y espacio. 

¿No conoces, acaso, el corazón materno? 
¡Es seguro, abnegado, sincero y tierno! 
Se alegra cada vez que tú te regocijas 
y se hace cómplice de todas tus cuitas. 

Cuando te hiere el alma la mezquindad 
de aquellos que te ofrecen su falsa amistad, 
si el desprecio y el odio se ceban en ti, 
si la fe te abandona, si te hacen sufrir, 

¡el corazón materno al punto se rebela! 
Y es un solo lugar el que te queda 
para volcar tu congoja y tu dolor: 
el pecho maternal, vaso de amor. 

Perdí otros corazones queridos en mi vida, 
lloré por ellos, desdichada y perdida; 
y muchos más pasaron por mi espíritu enfermo, 
¡pero ninguno fue como el corazón materno! 

Emasüda (1865) 
Üks paigake siin ilmas on, / kus varjul truudus, arm ja õnn; / kõik, mis nii harva siin ilma peal, / on peljupaika leidnud seal. // Kas emasüdant tunned sa? / Nii õrn, nii kindel! Muutmata / ta sinu rõõmust rõõmu näeb, / su õnnetusest osa saab! // Kui inimeste liikuvat / au, kiitust, sõprust tunda saad, / kui kõik sind põlgvad, vihkavad, / kui usk ja arm sust langevad – // siis emasüda ilmsiks lä’äb! / Siis veel üks paik sul üle jääb, / kus nutta julged igal a’al: / truu, kindla emarinna na’al! // Mõnd kallist südant kaotsin, / mis järel nuttes leinasin, / aeg andis teist mul tagasi: / ei emasüdant - iialgi! 







Mi patria es mi amor 

Mi patria es mi amor. 
Por entero le doy mi corazón 
y para ella es el canto de mi dicha, 
¡mi Estonia en flor! 
Tu dolor es el dolor de mi alma, 
tu alegría es el gozo que me calma, 
¡oh patria mía! 

Mi patria es mi amor. 
¡No la abandonaré 
aunque mil veces por ella 
si se hace necesario moriré! 
Nada importan las celosas patrañas. 
Vivirás para siempre en mis entrañas, 
¡oh patria mía! 

Mi patria es mi amor. 
Quisiera hallar descanso 
echándome a dormir en tu regazo, 
¡oh suelo venerado! 
Que canten para mí tus ruiseñores, 
de mis cenizas que nazcan tus flores, 
¡oh patria mía! 

Mu isamaa on minu arm! (1867) 
Mu isamaa on minu arm, / kell’ südant annud ma, / sull’ laulan ma, mu ülem õnn, / mu õitsev Eestimaa! / Su valu südames mul keeb, / su õnn ja rõõm mind rõõmsaks teeb, / mu isamaa! // Mu isamaa on minu arm, / ei teda jäta ma, / ja peaks sada surma ma / seepärast surema! / Kas laimab võõra kadedus, / sa siiski elad südames, / mu isamaa! // Mu isamaa on minu arm, / ja tahan puhata, / su rüppe heidan unele, / mu püha Estimaa! / Su linnud und mull’ laulavad, / mu põrmust lilled õitsetad, / mu isamaa! 









Hasta mi último aliento 

Hasta mi último aliento 
te ofreceré mi amor, 
hermosa senda en flor, 
¡mi balsámica patria! 
¡Oh arroyos y praderas, 
oh lengua maternal: 
hasta mi último aliento 
os he de ser leal! 

Tiernamente, terruño, 
a tus retoños mimas, 
los nutres, los abrigas 
y en ti guardas sus cuerpos. 
Prefiero tus abrazos, 
¡oh Tierra de María!, 
que ser dichosa en patrias 
que jamás serán mías. 

¡Qué dulces son tus hijos, 
qué intrépidos que crecen! 
¡Y tus hijas florecen 
como hermosos acianos! 
¡Bajo el sol, con los vientos, 
te mantienes en flor, 
y las alas del águila 
son techo protector! 

Pero, ¿por qué en tus ojos 
las lágrimas rielan? 
¡Oh, mi Estonia, ya llegan 
los cambios que anhelamos! 
Un futuro más digno 
te henchirá de esperanza; 
el tiempo hará justicia: 
¡mantén la confianza! 

Sind surmani! (1867) 
Sind surmani küll tahan / ma kalliks pidada, / mu õitsev Eesti rada, / mu lehkav isamaa! / Mu Eesti vainud, jõed / ja minu emakeel, / teid kõrgeks kiita tahan / ma surmatunnil veel! // Kuis, maa, nii hellast kannad / su lapsi käte peal, / neil annad leiba, katet / ja viimast aset veel! / Tõest’, armsam on mul hinga’ / su põues, Maarjamaa, / kui võõral piiril õnnes / ja aus elada! // Kuis on su pojad vagad, / nii vaprad, tugevad! / Su tütred, nagu lilled / nad õitsvad nägusad! / Ja sinu tuul ja päike / sind õitsel hoiavad, / ja kõrge kotka tiivad / kuis hellast katavad! // Ja tihti siiski leian / su silmis pisarad? – / Mu Eestimaa, oh looda: / ka ajad muuduvad! / Meil’ tulevased tunnid / veel toovad kinnitust! / Käi kindlalt! Pea kõrgess’! / Aeg annab arutust! 


Versiones castellanas de Albert Lázaro-Tinaut 
en colaboración de Jüri Talvet. 

Estas versiones fueron publicadas originalmente en la revista cultural Turia de Teruel, núm. 80 (Noviembre 2006 – Febrero 2007), pp. 127-130. 

Fotografía: Monumento a Lydia Koidula en Pärnu, obra del escultor Amandus Adamson, erigida en 1929 (© Albert Lázaro-Tinaut).





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