jueves, 15 de noviembre de 2012

LUIS EDUARDO ALONSO [8530]



Luis Eduardo Alonso nació en Buenos Aires, ARGENTINA en 1951 y murió en el año 2002. Participó en el taller literario "Mario Jorge De Lellis" y en la revista Mascaró. En el campo literario, publicó Canto a dos lágrimas ante el invasor (1975), La mar (1982), Las Indias (1985). En 1984 se estrenó su obra de teatro La tierra sin mal.





EL CENTINELA DE LA SANTISIMA TRINIDAD DE BUENOS AIRES

el viento
sólo escucho el viento
Será un sueño o un indio quien mueve los juncos?
y como en las noches de España al fin es un ave más de
                                                        este mundo
Sólo la luz del amanecer y mis soldados dormidos permanecen
                                  inmóviles ante el viento
Perecer de hambre entre nosotros o huir a los indios fue tu 
                                              gran pregunta Maldonada
no ser fiel a tu bandera
a mí que te contemplé y a los otros que te amaron
Cómo serás ahora capturada a un árbol
y a la boca de los tigres donde el capitán te ha arrojado
Mas valdría haber mordido estos cueros hasta que el alma
                                                te salga de la carne
y morir aquí donde comería tus muslos toda la santa noche






LA MULATA DE LA GUAYANA FRANCESA

ella me dice perpètue cette domination en violant les lois 
                                                              naturelles
pero yo sólo entiendo dominación
ella repite que la necesite de la liberation ne dois pas etre
                                     le front de notre imagination
pero apenas comprendo imaginación entre el ruido de este pobre
                                        bus que se detiene en la costa
Ante la inmensa playa propicia a la retórica nos hemos quedado
                                                                        callados
y al fin nos entendemos
oyendo esas aves que hablan con un ruido de rama que se
                                                                      parte
Pero el bus vuelve a andar dejando atrás esa playa donde son
                                   inútiles los diccionarios del mundo
y otra vez estamos solos,
cada uno en su lenguaje







Trabajo a tristeza

quién sólo vendió y vendió una nada que arrastraba blandiendo como un demente
y vio sus sueños en grandes letras prenderse y apagarse LEVI'S FORD
quien fue tornero
o pintor o telefonista alucinada por ser hermosa en la habitación 44 del loquero
quienes soñaron que no tenían que comer y al despertar nunca tenían que comer
quienes sin estar borrachos sólo salían de las fábricas sabiendo que no hay más trabajo
quienes saltaron desde un edificio poseídos a altas horas de la desesperación
y frente a la Naturaleza muerta de las máquinas fueron felices con un pico y una piedra
quien en vano puso a su almacén nombres como EL POERVENIR EL TRIUNFO
quien fue portuario y boxeador y nuevamente portuario
y quien se mató por miedo a todo esto o creyó en Dios en Perón
mientras la mujer
ay mi madre lavó treinta años el mismo plato tras la melancolía de la jaula de los canarios
Son golpes a la cabeza, al estómago
Loche esquiva en un  ring donde los héroes sucumben bruscamente
y aplaudimos
semejanzas
parentescos entre los ídolos y el pueblo
esquivar los golpes y quedar intactos
hemos dejado las alas quietas ante un liberalismo que chorrea nuestra sangre
años quemados en el propio fuego que encendimos y votamos
                                                   aunque sea yeta nombrarlo
vivimos muy tristes, trabajamos
a tristeza

(del libro de poemas Sudestadas)







el muelle animal cansado
ocultas tu pie en la agua seguro de ser más bello
y me deshonras
Entonces qué hierros alzas desesperadamente doblados
Qué sueñas con ese amanecer que te ilumina
La mar no te vence y la derrotas
y entonces también yo
puedo soñar




pero el viejo pescador conserva del tiempo un vaivén de reloj
él orina tristemente en la proa
se abandona sobre el océano
ay sus pensamientos
sólo estuvieron en la mente de los esclavos y los genios
No hay pecado
y arroja la red





no hay nadie en la bahía y en la noche las olas llaman y llaman
nadie responde
Qué triste
tu vida estará siempre atardeciendo en aquella costa sola

a veces en las playas serenas descubro que todo está concluido
y sólo esta luna me defiende

De: "La mar", Ediciones La lámpara errante de poesía, 1982










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