Liliana García Carril (1951, Buenos Aires, Argentina)
Publicó, entre otros, los libros: Correspondencia incompleta (1996); La mujer de al lado (2004); La novela Maribel (1999); La paciencia (2009).
Apuntes del natural
(del libro La mujer de al lado, Bajo la luna, 2004)
Orden de clausura
camina de un lado a otro
como quien reza
su andar invoca al dios íntimo
de la respiración y con eso
parece darse aires
darse aires
se dice de la arrogancia
por ejemplo en el andar
como si tal cosa, respirando
la veo caminar por las paredes
opaca con el aliento
el espejito de cartera
pone a prueba su respiración
aire, aire, fuera de aquí, grita
(quien está sola como la una
ni siquiera puede
darse aires de estar loca)
a su aire, a su aire, grita
(¿querrá eso decir
“siéntase como en su casa”?)
ahogada, se puede morir
ahogada en el propio aire.
Plano infinito
hay una foto
perdida para siempre:
la mano en la cintura
el torso ladeado, la cadera
dura el desafío en la mirada
y de ella dura la hija
como una fotografía
no es el ocre del papel
es cómo se va siendo
menos joven y más insomne
tan diferentes las dos
toda la vida y después
idénticas van a durar
toda la muerte
(no me mires ahora
saldría con cara de mirar
fotos perdidas)
como una piedra en el agua
puedo caer y ser la razón
de una onda expansiva
de insatisfacción, atraerte
hacia mis círculos concéntricos
y hundirnos hasta recordar
cómo era una marea
puedo ser más y más honda abierta
y más oculta más fuerte que la luna
pero seguirías preguntando
si me pasa algo.
(del libro La paciencia, Bajo la luna, 2009)
unas vecinas nos guían en una caminata
lo difícil no es escalar, ni abrirse
al mundo de la maleza cada vez más profusa
dejarse llevar por el movimiento oculto de las rocas
–¿víboras en esta zona?–
y la furia contenida del arroyo
Yo, que amo la naturaleza y su dinámica:
ellas van con palos y conversan.
Camino bordeando la punta de una península.
Me cruzo con la misma gorda
en su segunda vuelta.
Sus muslos flamean dóciles como banderas
no es músculo trabajado, es dichoso.
Algas marinas arrancadas
Algas marinas arrancadas de sus costas
por ciclones de verano
se arrastran hasta una zona calma.
me arrastro hasta encontrar una zona calma,
no hay que alarmarse; se llega
en algún momento de la conversación
y se cambia de tema, se habla
del brillo de las algas en el agua.
Estoy de vacaciones
Estoy de vacaciones con una gran poeta.
Será lo nutritivo de la conversación
lo que me hace aumentar de peso.
Noto que la gran poeta
no sufre el horror de la página en blanco
sino del vacío de la heladera,
la incertidumbre de qué comeremos
las cinco noches que nos quedan.
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