viernes, 23 de noviembre de 2012

JOSÉ VIÑALS [8642]



José Viñals
José Sebastián Viñals Correas, conocido como José Viñals (Corralito, Argentina, 23 de julio de 1930 — Málaga, España, 27 de noviembre de 2009), fue un escritor hispano-argentino que cultivó varios géneros: poesía, ensayo, cuento, novela y teatro.
Era hijo de emigrantes españoles: su padre, José Viñals, era natural de Barcelona, mientras que su madre, Laureana Correas, era oriunda de Losar de la Vera. Siendo joven formó pareja con la artista del tapiz Martha Beatriz Guzmán, con la que contrajo matrimonio y a la que dedicó gran parte de su obra poética.
Su carrera comenzó en la década de 1950, trasladándose a Buenos Aires y destacando en el mundo de la fotografía, el cine y el arte. Fue su primera obra poética, Entrevista con el pájaro (1969), la que le otorgó notoriedad entre la pos-vanguardia lírica de Latinoamérica.
Residió en Bogotá durante dos años (1970-1972), etapa durante la cual escribió varios poemarios (Jaula para Juan y 72 Lecciones de Ignorancia), para regresar de nuevo a Argentina. Se estableció en España a partir de 1979, residiendo en varias ciudades como Madrid, Jaén, Torredonjimeno y Málaga, localidad donde falleció finalmente en 2009.

Obra

Poesía

Entrevista con el pájaro (Losada. Buenos Aires, 1969, OCLC 1894133)
Coartada para Dios (Losada. Buenos Aires, 1971, OCLC 2182497)
Poesía reunida (Ayuntamiento de Jaén, 1995, ISBN 978-84-88183-26-2)
Animales, amores, parajes y blasfemias (7 i Mig Edicions. Valencia, 1998, ISBN 978-84-95043-03-0)
Milagro a milagro (Hiperión. Madrid, 1999, ISBN 978-84-7517-629-1)
Animales, amores, parajes y blasfemias seguido de El cielo (Editorial Germania. Valencia, 2000, ISBN 978-84-89847-29-3)
Fondo de ojo (Ediciones El Reloj, 2000, ISBN 978-84-931552-0-9)
Arte y oficio (Colección Aula Poética Casa del Inca. Montilla, 2000, ISBN 978-84-89619-62-3)
Prueba de artista (Libros del Oeste, 2000, ISBN 978-84-88956-43-9)
Transmutaciones (Visor Libros. Madrid, 2001, ISBN 978-84-7522-443-5)
El amor (La Poesía, señor hidalgo. Barcelona, 2002, ISBN 978-84-7517-716-8)
Elogio de la miniatura (La Poesía, señor hidalgo. Barcelona, 2002, ISBN 978-84-95976-10-9)
El túnel de las metáforas (Editorial Germania. Valencia, 2003,ISBN 978-84-96147-01-0)
Señor ruiseñor (Editorial Germania. Valencia, 2003, ISBN 978-84-96147-00-3)
He amado (La Poesía, señor hidalgo. Barcelona, 2006, ISBN 978-84-95976-34-5)
El silencio y las grietas (Ediciones Idea. Santa Cruz de Tenerife, 2006, ISBN 978-84-96640-01-6 )
Pan (Editorial Pre-Textos. Valencia, 2010, ISBN 978-84-8191-999-8).
Alcoholes y otras substancias (Editorial Amargord. Madrid, 2012, ISBN 978-84-15398-30-1).

Narrativa

Novela

Nicolasa verde o nada (Juárez Editor. Buenos Aires, 1969, OCLC 5055189)
Padreoscuro (Literatura y Ciencia. Barcelona, 1998, ISBN 978-84-89354-62-3)

Relato

Miel de avispa. (Universidad de Belgrano. Buenos Aires, 1982, OCLC 8595454)
Ojo alegre y viejísimo (Diputación de Jaén, 1991, ISBN 978-84-86843-41-0)
Miel de avispa (Reedición: Editorial Germania. Valencia, 2000,ISBN 978-84-89847-28-6)







Él degüella…

Él degüella los ojos del potrillito nuevo de la tarde. Su gran cuchillo
de matarife vendimia la uva rubia, temprana y agria en los
racimos estelares.

Con mano oscura pliega el heliotropo de su turbia sombrilla y, con
un peso de tropel de elefantes, la quilla ahumada embiste el
cadáver flotante de la gaviota más blanda que un pañuelo.

Cae el ave fosfórica atravesada por la espadaña de los astros y
muge como un toro recién castrado en los vapores de la orina
y el lodazal amarillento de las voces bestiales acorraladas por
el sueño.

Mi cabeza, pervertida por los deseos, se humilla sin escándalo y
mi lengua, prolija como una alfombra de palacio, viene a servir
de estercolero celebratorio, de crónica asquerosa para el pájaro-
rey defenestrado de su imperial, futuro y dulce sino sobre las
frentes de diamante, cuando el día en penumbras, lleno de edades
y de ruinas, se coma lentamente su mano de langosta.

(de Entrevista con el pájaro)








Melocotón,
también llamado
durazno.
Albaricoque,
también llamado
damasco.
También llamada
agonía.



Lentas las piedras
y más lentos los pájaros.
Comienza el mundo
a detenerse.



El sencillo
argumento
de la vida:
libando
ha muerto
el colibrí.



Son estorbo
las vísceras.
Es estorbo
la orina.
Y la sangre.
Y el alma.



Yo también vi
los cuervos.
No en el trigal,
en el absurdo.



Voy a partir.
Hazme sitio,
caballo,
en tu grupa excelente.



Para cruzar la noche,
el gallo inventa magias.
No puede con su insomnio:
ha visto ya la luz.

(de El túnel de las metáforas)







Se abre el aire y da paso al aroma…
Tus dos pechos, como dos cabritos
mellizos de gama, que son apacentados
entre azucenas.
Se abre el aire y da paso al aroma.
En los labios del día hay una
mueca de delicia.
Los furtivos caminan cabizbajos con sus flacos
lebreles.
   
En la montaña el gato montés y la garduña están ambos
en celo y lanzan sus urgentes maullidos.
Te bañas en el río y tus
dos pechos brillan como peces de escamas rubias y tornasoladas.
Te miro, mejor decir te observo y se me enturbia el pensamiento,
mujer amada y deleitosa, maternal y luciente.
En el agua se mece
y se dilata y gira la redondez rotunda de tu culo.
Y tu risa es de
breva que ha rajado el verano y respetado el pico de los pájaros.
A deidad de los sexos te comparo, a fruto terrenal, a estatuilla de
barro sin cocer de  Maillol  te comparo .

Como dos cabritos mellizos de gama, como magnolias lentas, así tus
pechos de pico de paloma, así tus dos panales obedientes, así tu
ser y tu opulencia, sacerdotisa de las mieses, diosa de los retablos.
Que mis ojos te absorban, que te incrustes como una gema en la
palabra, que quepas en la hondura de mi pecho, que abras los
manantiales de la idea, que me talles el alma con el cincel de tu
correspondencia con la vida.
Desde la gloria de tu piel y tu planta, hazme que cante en ti y contigo,
ahora que se inclina, como una rama del granado cargada
de dulzuras, la hora breve y cuajada de la tarde, en donde,
como música inmóvil, con suavidades palpo la luz de tu silencio.






PÁJARO SILENCIOSO…

Pájaro silencioso de cabeza inclinada sobre densas naciones
pluviales, ascético de canto y triste vuelo. Pájaro de silencio,
recogido en papiros, que abre su buche a picotazos, se torna
luminoso y creciente, gana la cuenca de los ojos, llega a ser
perro, lengua de buey, aroma, fuego fatuo.

Pájaro transmutable, rey de altura, llave que desclausura los
secretos, guante de magia, red, cuchillo, ave-mujer, flor in-
clinada, oruga, niño en pajar, inminente y dorado ojo de ga-
to en noche oscura, tampoco tú;  tú no entras en mi boca que
pronuncia las plagas, miente, olvida, saborea lo inmundo, besa
el ojo engarzado en crueldad, desciende sobre el pubis, se
embriaga, insulta, pide perdón, reclama lástima y castigo.

Vuelve a tu limbo sin angustia, deja en paz mi cabeza de-
clinante; voy de mi perversión a mi cordura, voy de mi miedo
hasta el horror de ser cobarde, temo perder la voz más que
la vida; quebradizo y escuálido como un pequeño refugiado,
por pasadizos de insulsa luz violeta y melancólica, apoyado
en muletas, se arrastra el pensamiento.

Vuelve a tu paraíso silencioso, al palomar de aceite, a tu
sagrada pestilencia.

(De “Entrevista con el pájaro”,1969)






Poeta

Y tú, Michaux, que no te considerabas un imbécil, ¿qué haces ahora entre las testas coronadas? Te repudio con la más exquisita ternura. Yo no sabía que tus poderes inferiores fueran tantos.

Recuerdo (recordamos) a tu querida Banjo, tu Banjebita, y el pequeño milagro que pedías para ella y para ti. Y el hato de holgazanes a quien se lo pedías, Henri de terciopelo, Henri de alma infinita.

Y recuerdo los vértigos de la lectura y, más aún, el vértigo punzante de las comprobaciones. No recuerdo a tus Bélgicas obtusas, en el vórtice oculto de tu oculto país de cauto y dulce invierno.

Recuerdo, no recuerdo, tu rostro iluminado de las fotografías, y las señales negras de tus grabados y acuarelas. No recuerdo, recuerdo, “esa ciudad con nombre de cuchillo”, la Quito andina de las iniciaciones.

No recuerdo tu voz ni el velo suave de tu voz, ni tus maneras sin escándalo. Te recuerdo, fragante, en el bosque sagrado de los libros.

Los mejores poetas tienen dos dimensiones, acaso tres, en el más alto de los casos. ¿Qué hacías tú con tus cuatro, y con la quinta que era tus visiones del tiempo? ¿Qué haces tú con tu puñal envenenado, con la droga en las venas?

A esas horas despiertas de Bangkok o Bruselas, o a las horas finales de París, ¿en qué desnivelado meridiano estaba el perro hambriento de tu viejo reloj de manecillas imantadas? ¿Dónde tu brújula engañosa?

He llamado a tu puerta y nadie acude. Un pájaro sin sombra custodia la débil claraboya. El llamador ha sido robado por los coleccionistas de tesoros. A la escalera de madera le faltan seis peldaños. Un gato merodea, pero ése no es tu gato.

Recuerdo, no recuerdo. Los dientes de la lepra se han comido las cartas que no nos escribimos. El silencio ha hecho el resto. Banjo tiene nefritis, u otra cosa cualquiera de esas enfermedades que acaban en la muerte, como la enfermedad de la memoria, que padezco en tu nombre o en mi maldita raza.

Alcoholes y otras substancias (Once, 2012)







Quiere que invente...

Quiere que invente
como una escoba una palabra
para barrer los nichos del lenguaje
y un niño dentro de la escoba
dentro del niño un río
y en el río una ojera para los buzos
y en el buzo un martillo
y en el martillo un ojo
de escarabajo muerto por asfixia
y dentro un girasol desobediente
y dentro un pueblo de arlequines de pies de hojas de libro
dentro el balido de las cabras y un caramillo errante envuelto en
----- lienzo hospitalario
dentro una espuma que agoniza de boca de cereal pastor de lunas
-----descarriadas
y dentro de la espuma un mapa cómplice
de prados anchos como mejillas y ciudades innobles rodeadas de
------ mendigos
y en el mapa alfileres con cabezas fragantes como delitos de inocencia
como frutas promiscuas en la bodega de las barcas de
------- carga
dentro del alfiler el buen veneno de la aurora
y dentro del veneno el tropel de caballos leonados por el fulgor del
------miedo de morirse.


Quiere que invente una manera de cantar de rodillas
y estar de pie en el episcopado de la tarde
a la hora en que sale a pastorear la estrella nueva
y el alma se recluye en la boca de cieno vagabundo de la oruga
------terrestre.

Quiere que extinga los viñedos
del nombre que decae de padre a padre,
cada vez más otoño y podredumbre, descascarado en la garganta
sin ebriedad del árbol de jilgueros sordomudos
cuya semilla ultramarina duerme en la piel de toro
sacrificada sin orgullo tres siglos antes del bramido de su muerte
---- terrible,
sobre el estiércol blanco de la harina de los oficios patriarcales.

Quiere que escupa mi josé apolillado,
las amistades del bautismo
donde un agua sin pez sin tempestades
se derribaba entre mantillas.

Quiere que me encaballe en la blasfemia
que me lance a galope sobre el asfalto de los rostros
que me encabrite sobre el trono del rey mediocre del granero de
-----pueblos con estirpes viscerales
que enlode los jardines y el infame jazmín de la que ama
la soledad de su esqueleto de virgen intocable
que me meta en cenizas y patalee en charcos de fragancias
civilizadas e incorruptas.


Quiere que siembre espantapájaros
en la almáciga de víctimas oscuras,
que me encapulle en la indecencia
y me vuelva feroz contra mis dientes,
la presa alada que persiguen,
y su rencor contra la huida del poema,
luminosa y abyecta.

(de Entrevista con el pájaro, 1968)



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