SERGIO RODRÍGUEZ SAAVEDRA (Santiago de Chile, 1963). Profesor, poeta y crítico literario, es subdirector de Revista Literaria Rayentrú y articulista del periódico de literatura Carajo. Ha recibido más de una docena de premios, entre los cuales se cuentan el 2º lugar del Concurso Nacional Nuevos Valores de la Literatura Chilena (1988) ,1er. Lugar del X Festival de Todas las Artes Víctor Jara (2002) y la Beca de Creación que otorga el Fondo de Fomento del libro y la Lectura (1999). Autor de Suscrito en la Niebla (Santiago, 1995) y Ciudad Poniente (1998, con ediciones sucesivas en 1999 y 2000). Miembro de la Sociedad de Escritores de Chile y del Comité de Honor Internacional Fundación Frans Masereel (Bélgica) que organiza la Celebración Internacional del 100 Aniversario del Natalicio de Pablo Neruda el año 2004.
LE GRITABAN BORRACHO, MUJERIEGO
UN BUENO PARA NADA
a Martín Vargas
Ahora que sabes como muerde la galucha herida
y el “pega Martín, pega” se ha transformado
en la búsqueda de una pega mal asalariada.
Ahora que duelen tus nudillos cuando llovizna
y ese automóvil flamante
es un hueso quebrado en la memoria,
recuerdos que tiran la toalla
y caen derrotados en este rincón.
Ahora, mientras los perfectos pómulos de una miss
han ocupado el lugar de tus cicatrices en la pantalla
descubres que esos colores de la Virgen de Lourdes
no pueden, ni podrán, rayar las pintas de ningún tigre.
Sí, ahora tienes razón: la vida es un puñetazo.
HIJO DE YANACONA
Después de todo
la educación fiscal fue apenas
un camino más hacia la tristeza
y nosotros
que veníamos de aquella luz apagada
del galpón donde encierran el maíz
nos encontramos frente a esa tal moral
una jubilada sorda
ciega
y algo muda.
Y fuimos extintos de lengua
en su torbellino.
RITUAL DE LA RESURRECCIÓN
Escogeremos el calendario viejo
para iniciar nuestra memoria.
Escribiremos para que otro sentido herede la voz:
un atrapa niebla de palabras ausentes
ahogadas en el río ligero del olvido.
Y cuando este pueblo baje óvulo su invierno
a buscar nuevos hijos para la arruga
nuestro silabear será la lluvia jugando
con dibujos que un niño traza en la ventana.
Dejemos que estas redes
sean remendadas por los muertos,
un hombre envejece
sólo cuando olvida su primer sueño.
Es hora de conversar y beber con mis parientes.
Están alrededor de la mesa:
el tío que ha de morir bajo las patas
de un caballo loco y la abuela que conocí
a través de la altiva tristeza de mi madre.
No tenemos medallas para este siglo:
somos destino y sucesión:
el tiempo suficiente
de la oruga en su arrastre:
de la sílaba en su tierra:
del amor en su preñez.
Estamos bebidos hasta las sienes
pero recogeremos el canto, porque
si algo perece estas manos sabrán forjar
nuevamente su tierra
y cuando para uva sea, entonces
su cielo.
AUTOPISTA TERMINAL
a allen gimsberg
Cuando esto termine
cuando definitivamente termine y el taxi
atraviese la ciudad llevándonos ebrios a casa
al paraíso eriazo donde quedó nuestra alma
y comenzaron las eternas despedidas.
Cuando 1973 resuene menos que estas risas
de mis hijas mojándose al fondo del patio
todavía estarán tus versos creyendo que América
puede llegar hasta L. A. y la poesía
partir de una terminal de la Greyhound.
Tú debes entenderme
recordar es siempre ocasión
para entristecerse y beber una cerveza.
Sin duda ángeles de largos cabellos
armados con máscaras antigás y ácido
te aguardarán en algún recodo del nuevo viaje
y será tan largo como la interestatal
cuando el motor es un regreso.
CALLES AL FONDO DE SANTIAGO
Extraños grafitis surgirán contra los muros
cuando amanezca sobre estas calles
abandonadas hasta por el asfalto de Dios.
Es invierno en esta zona restringida.
El futuro suicida
busca mensajes en estaciones de radio
pero la lluvia todavía cae sin pausa.
Hay restos de adobes disolviéndose en la intemperie.
Pequeños rapaces han salido,
refriegan sus manos, cogen piedras
y vuelven a perderse en la bruma.
Es largo hablar de estos lugares,
basta una mujer para copar la escritura,
recuerdo del tembloroso del primer beso
podrá figurar perfectamente en todas las erratas.
el Acaso el cielo ha comenzado
a descubrirse igual de amenazante.
Los cables eléctricos gotean tambaleando.
El viento se cuela por huecos y hendijas
en muros con el silencio de la madera
donde surgen madres
a diseminar ropa en patios tan viejos
como aquel poema escolar
olvidado hace años entre las hojas de una Biblia.
MILITANCIA PERSONAL
TAREA PENDIENTE
A los poetas que se ejercitan
dibujando ventanas en la niebla
notifico que la prueba consistirá
en resistir la lluvia.
HACIA ATRÁS
Nuestros uniformes de liceo
estilando cuelgan de aquel bar
donde mi compañero de cimarras llora
por mujeres que le abandonarán
y que aún no conoce.
SEDICIONES
Marcho a paso doble tras el sargento
que desgañita mi nombre en el desierto
a sabiendas que nunca hice el servicio militar
que soy su fantasma de arena
eximido por estudios.
NI PERDÓN NI OLVIDO
Todos dijimos palabras
que se perdieron tras la lluvia
guardamos los idos
bajo las sílabas del día
o recordamos malamente aquel lugar
del que no se puede ir a ningún lado
encendimos un cigarro
para acabar la noche en medio de habitaciones
que aún guardaban nuestra memoria
y el humo nos acompañó
como la copia de esa carta sin escribir
si nadie nos dio el perdón
a nadie entregaremos el olvido
RECONSTRUCCIÓN DE LOS DÍAS
Porque está claro que sólo haciéndote
parte de mi memoria podrás hacerte parte de mi vida
hoy recupero tus pasos en la calle del silencio
el movimiento de un beso bajo la madrugada
ciertos libros que debimos leer a escondidas
en casas que unía el aroma diario de las especias
te incorporo tomándonos una fotografía en Iloca
donde el mar dejaba caer su frase sobre los muslos
los reflejos de un vidrio cuyo vaivén nos devuelve
a esa calle mojada otro septiembre
adjunto ciertas palabras que digo
cuando invade la sensación hostil del tedio
a tu oído de vocabulario ausente
enciendo la radio rozando pezón adentro
la vez primera
bailando con pudor, torpemente, la forma
que omite lo pasado
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