jueves, 12 de julio de 2012

7407.- EUGENIA BRITO



Eugenia Brito
Nació en Santiago de Chile en 1950. Poeta y ensayista. Doctora en Literatura Chilena eHispanoamericana. Académica Asociada de la Universidad de Chile. Ha publicado los siguientes libros de poesía y ensayo:
Oficio de Vivir (2009); F(a)low me o la instalación de la Diferencia en la Práctica Visual de Alexis Carreño (2005); Sergio Castillo (2004); Extraña Permanencia. (2004);
 Antología de Poesía Femenina Chilena del siglo XX (1998); Dónde Vas (1998); Emplazamientos (1993); Campos Minados  (1990); Filiaciones  (1986); Vía Pública (1984);
Una Milla de cruces sobre el pavimento (sobre el trabajo visual de Lotty Rosenfeld, con Diamela Eltit 1980).



RETABLO ROJO
(fragmento de Dónde Vas )


La primera María avanza a la extinción.
Va sola.

Está sola
pero ella guarda en su corazón el secreto de las tres Marías
De modo tal,
Que su marcha es para ellas la negación a la calma.

Su marcha es un temblor
¿Por qué se va?

Adónde?

Los vientos de la noche buscan un perfume.
El perfume de ese secreto, de esa triple cifra
Es vago y es compacto.

Y los vientos de la noche, esplendentes, ruidosos,
Decoran a la muerte.

Triunfal es el jadeo de su ornamento
Mortal y sacro.


Así te invocaron, Primera María:

Bruja

Joya

Diosa

Así te llama María la segunda en su desespero:

Sueño:


La casa en mi mente cruza el abismo, pero éste me alcanza

Me cubre y todo el cabello se me prende
Entre las piedras.

Me miro: qué figura más seca la que aquí se me expande
Yerta y extendida como un cosmos sin alas


Pintada de azul, cruza Santiago.
Dos tubos de neón son suscrayones
Virulentos, plásticos, viciados
Turban este cielo en un solo flash como una
Ultracontaminada.

Para su clamor en rosa, los anuncios responden. Se amortigua en gases metalizados,
Pero su resistencia es cierta.

Desde su traje salen las letras, daría mi vida por una canción, susurra.
Una canción, aunque fuera
Breve.

Y la fiesta no se tarda.

Aclamada por la muchedumbre que no la reconoce, parcelada de brillos y de escamas metálicas, aparece, en una emisión de un virus violento, de ácido lisérgico derramado enteramente en los espectadores:

Mi teatro favorito, piensa, las pinceladas nacen desde los acueductos,
Justamente en el punto en que la tierra es agua.

Se retiene, se palpa el brazo
Hunde la mano en la cadera y gime

“Yo, protagónica- primera figura de un baile sinuoso-
Me escriben con un lápiz tan negro que voy a abrir un agujero infinito.
Será un hoyo profundo, una gran escalada, mis edificios se cimbrearán y moverán
La arquitectura moderna”.

Un joven maquillado la sorprende y la besa.
“mi escena- le dice-
la contemporánea”.


Mas ella se detiene:
Soy sólo una cita,
La efigie del terror,
La gran drogada.


Desaparecida en una vidriera se carga

Ahora parece una beata bucólica, un icono, una síntesis recia
del Altiplano, una estrella desencarnada, una llama.

Su preferencia es por el paseo público,
Por las cintas que colman su cintura
Dorada y negra

Por una sintaxis previa, que se precia de poner el lomo,
A horcajadas en la piel, firme y a golpes como una pantera
O un tigre de Bengala

Si animal ella fuera, mostraría su laxitud que se mezcla con las tonalidades del
paisaje, así de fértil la suspensión que la metaliza en la barriada general de las aguas.

Rostros pintados observan

(¿serán los mismos que inauguraran el alba de los coya?)

¿Será la misma la que aterriza, volátil, feble, un líquido totémico que ausculta con su fuerza la preciada galería de esta madrugada?

Desde un sueño, la primera María les responde:

Ah, rostros quiméricos,
aviso de mis mudas,
mi rotación ha sido total.


Duerme en vela la siesta de los encarnados rasgos
antorchas fugaces que precisan la guerra


Vuelve a seguirla el orfebre dérmico.


Te tallaré como una joya,
Te haré brillar,
Sobre todas las manos, sobre todos los rostros
Como tú lo pidas

Serás una cubierta esplendorosa
una confesa gloria mi revuelta

La tinta que reúna tus pigmentos
Será el color que ceñirá la patria.

Palabras que la asedian a ella.
La multiplican en su narrativa.

Trastorno híbrido y veloz
nieva y lúcida.

Emano /emano
Para atrás ese brillo.

***

Mi viaje fue hacia el Sur
Un trastorno epidérmico

Vengo desde el Norte,
Soy un esmalte antiguo.

***

Mi guerra ha sido brindar
Un nombre al deseo voraz de la memoria
A su obstinación que quiebra los sentidos
Al milenario goce.


Mi guerra ha sido asistir a mi propio duelo
En el orden del mundo.

Y mi duelo consiste en abrir las materias
A su propia espesura y a su anchura de roce.


***

No quise permanecer en esta tierra ingrávida.
No quise la hostilidad de sus habitantes.

No quise arar más la vida entre los páramos
Ni escuchar este viento.


Primera María, terror que obtura el espejo del habla

María, la primera, pasión de su verdugo, el ensayo del crimen
Sobre la patria indemne.

Primera María: eco, suburbio de los ecos.

¿consideraste tu propia épica del tamaño de un hueso
Para partir y legar tu diván milimetrado en el asombro del tiempo?

Legar la imagen suntuosa de tan opaco sino
Legar la noche y la expresión gravosa
Legar la cara.


Legar la noche y su pantomima.
Legar el olor y su llamada al tacto.


Su condición precaria
Irreverente al discurso


Tácita.






Exilio

I

Ayer te llamé
y mi propia sombra
respondió en el teléfono.

II

Adiós te dije dulcemente
y la calle creció creció
como la noche.

III

Tu cuerpo lucha en la pared.
Mi cuarto
no puede dejarte ir
sin herirme.

IV

Fantasma trasnochado del amanecer
Cantando tu propio tango
De pie llorando
Ante el balcón de una mujer
También fantasma.





Parque Central

Abandonada de ti
te llevo en mí
como la antigua Venus
su belleza en los brazos rotos
sabiendo que al final de mí
me esperas tú
para cortármelos.





Muros

I

Solitaria
de tanto hablarme a mí misma me hice muro
muro de murmullos ininteligibles
me hice guarida me volví eco
terminé medio persona medio arista.

II

En mi cuarto
las paredes quieren ajusticiarme
pues soy su fragmento desprendido.

Sobrevivo sin duda a mis espaldas.

III

Diseñada para completar la tierra
esfera de tu propio nacimiento
esfera blanca
perfilando el duro rectángulo del cuarto
donde me exhiben
puro rectángulo del síntoma y la nada
Sólo mis manos permanecen abiertas.
Sé que las paredes me desean.






Milagros

I

Te dieron Judas como nombre.
Fuiste tan desechado
como amado.
Te regalaron la corona de espinas
?el manto?
Porque la historia se hizo por y para ti
la humanidad lloró con tu desdicha.

Los árboles son desde entonces el cetro del suicida
boca abajo del cielo.

La muerte fue soñada por los hombres
como la gloria del justo como la libertad
porque la vacilación y el amor fueron tu destino.

Cristo hizo para ti toda la historia.
Tenías que morir después de él a voluntad y solo.
Quien no ha muerto de amor no vivió nunca
y el abismo sí tiene hermosos ojos.

II

Aun sus mejores lágrimas
fueron para ti.
No para mí
ni para otras.
Ni para la eternidad que al fin y al cabo
era sólo una vertiente de su amplio deseo

?Hija de Dios?
?Espejo de Dios?

No contentada con ser ángel
Sino mujer:
Mujer martirizada.

III

Por ti,
la historia pudo ser oída.
Ya nunca más el árbol pudo ser sagrado
la luz se rompe entre sus ramas quebradas.

Tú fuiste el más amado de los discípulos:
se te dio el placer del sacrificio
y el horror del milagro.

Nunca pudiste verle el rostro,
hacer tuya esa mirada
fue tu acto de denuncia

No sabías que ése era también tu innombrable rostro
volcado para siempre a la eternidad.

Yo era sólo una de ellas.
Como tú conocí el placer del sacrificio
el horror del milagro.
Era sólo una de ellas
Ahora soy todas.
Tú me diste el bálsamo.
Él me llamó María Magdalena.
Y mis lágrimas pudieron limpiar su llanto
Caricias fueron.
Mis lágrimas pudieron lavar su llanto
doblándolo en mi cara
como el llanto de todas mis hermanas.

Y por ese bautismo tuve que cruzar todas las aguas.

IV

Tu roja boca fue mi bálsamo
también mi sepultura.
Pues para siempre mis ojos fueron lágrimas
y mi carne lecho:
lecho de tierra
lecho desterrado.

Volcaste la eternidad en mi regazo
Por eso ahora soy una errabunda:

Bien sabes el placer que da la muerte
La dulzura de su abrazo
el fin de la memoria
y su tristeza
Tu sola mirada me trocó los sueños
Como tú,
producto
convertida en nostalgia.
De esta manera
me abrí a las posibilidades germinales
no pude ser sino un error huyendo de sí mismo
no pude ser sino camino
entre una ausencia y otra ausencia
entre una nada y otra nada
brotaron los nombres de tu sombra
brotó el calvario de tu sombra
brotó mi quebrado nombre
y las palabras.

V

Si vieran la sorpresa del ángel al verme
Casi violeta
Atravesada por el murmullo intermitente de las aguas.

De bajada
exánime de tanto escribir palabras y palabras
para los innombrados
siempre vestidos de luto.
Cruzando las calles con mi transparente gasa
y mi sudor de mujer
recién parida.
Rodeando todos los cercos del cielo

VI

(El legado)

Tus clavos y tu sangre fueron
estrellas
en el firmamento profundamente angosto
de tu mano
cupo el dolor del mundo
y en tus piernas dios se estremeció.

Conseguiste al fin ser oída
ante los pies de tu madre
vieja
como tus heridas y tus brazos cortados.

Por eso
tus clavos y tu sangre fueron
estrellas
Del mismo modo
que los azules ataúdes con que nos clava el universo
son nuestra raíz angosta
desterrada
siempre y al fin sujeta por la tierra.
Nuestro cuerpo?un desdén?
?una gloria?
Tu cruz?nuestra nostalgia?
como cuando se mira un madero de leños ardiendo
sabiendo que afuera no nos espera nadie.






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