Jesús Gaspar Alcubilla. 1968, Soria, ESPAÑA
Jesús Gaspar Alcubilla nace en Soria en 1968. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y ejerce como abogado en Soria desde el año 1992.
Ha publicado el libro de poemas Cantos heróicos de mi tierra y de otros páramos olvidados, (1999). Colaborador de la revista Abanco/Cosas de Soria, se le concedió una Mención Especial en la primera edición del certamen de Narrativa soriana "Gervasio Manrique", 1999.
Con el poemario, Profunda voz (2001 obtuvo ese mismo año el Primer Premio de Literatura, modalidad Poesía, en el IV Certamen de Creación Joven del Ayuntamiento de Soria.
Le poème du vieux meublé (2006), es un conjunto de poesías que conforman un relato donde un meublé sirve de soporte.
En Bruxaria (2010), Gaspar Alcubilla baja aquí a los infiernos y se adentra en un mundo amoral, violento, promíscuo, obsceno, a medio camino de la realidad y la vigilia.
Librerías de Viejo
Hay libros ocultos que no deben ser
leídos nunca. Hay estanterías repletas
de ellos guardando su veneno, un
ponzoñoso veneno que se filtra en la sangre
y encharca el corazón.
Hay libros que ni tan siquiera
debemos hojear, pues las alimañas
escondidas en sus páginas pueden
saltar y herirnos en los ojos hasta
quedar ciegos para siempre.
(De Le poème du vieux meublé, Celya, Salamanca 2006)
Profunda Voz
Meridiano
Discóbolo. Columnas que van, bustos, estatuas...
La cima alta que ascendía. Discóbolo. Lucernario.
Al fondo el mar y las caletas. Luz. Meridiano...
Océano... Las islas que van deshabitadas...
Ribereño. Se jundían los vanos de las aguas
en el silencio que flota en las escuadras. Conchas...
Y hacia un saliente que se esfuma, el mar y el ámbar.
Discóbolo. Perdido... Penumbra que se alzaba,
majestuosa sima que me inspira, indeleble,
como un volcán de mármol... Sin aliento, sin voz...
Por la retina del tiempo se escapaba. Súbito,
como un volcán sin dueño. Errante. De un misterio...
Y en las sondas del enigma me sumerjo. Ámbar...
Hacia la luz los cuerpos ascendían. Discóbolo...
Tramontana, meseta. Los olivares rojos
que el devenir del astro me acercaba. Calizo,
el ámbar. Fondeadas caracolas en el cielo,
discóbolos de la luz. Meridiano. Más ámbar.
Cúpulas de estaño... Autogiro, escafandras...
Susaves matices de sombra. Atenuado, llano...
Montado en las hélices del aire te veía...
Discóbolo. Sin dueño. Serenamente, grave...
Las lejanías del valle se marchaban. Barcos.
Innumerables puntos sobre el agua. Dispersos...
Desde la altura el mar se transformaba. discóbolo.
Asombro... Hacia una gruta, marejada... Verde...
En los entrantes del orto se mecían. Olas...
El hombre que nadaba hacia la orilla. Discóbolo.
Soledad de nieve
Habrá de un lugar donde yace el mundo...
Sierras blancas y rocas de ceniza...
Donde no hay pasado ni presente
Hay un lugar donde la piedra duerme
su soledad inmensa de granito
Memoria, sueños de infancia
Sin duda el tiempo lo cambió todo,
el miramar, el ruiseñor del aire...
La vieja rueca del tiempo giraba
dando vuelta y vuelta sobre sí misma.
Todo lo que aprendí, cuanto recuerdo,
quedó lejos, en el confín del sueño
(del libro "Profunda Voz")
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