lunes, 4 de julio de 2011

4267.- LUCI ROMERO


Luci Romero (Córdoba, 1980.) Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Granada, se marcha posteriormente a Valencia, donde realiza estudios de postgrado en la universidad de esta ciudad, concretamente en Conservación y gestión del patrimonio cultural. Colabora con algunas revistas de carácter autonómico como Saigón, y en 2007 publicaron su primer poemario, Autovía del Este. Junto con Carolina Otero edita Flechas de Atalanta. Lleva el blog: www.circuloconcentrico.blogspot.com





IMPASSE

La cicatriz inaudible.

El hielo
protege un pensamiento desbordado

y la espalda,
arquea la voz que rasga como incendio,
las intermitencias del día
que reposa en tu mejilla.

Y ahora, parece que se nubla la retina.

La cicatriz que sana,
la mentira, el equilibrio.






Y PARECE PENUMBRA

Barrer la voz que apenas nos pertenece,
sabiendo que alumbramos un desastre.

No cesa
la lluvia tras el frágil augurio,
porque penumbra y hojarasca
no sólo imitan el canto,
tal vez,
escondan su universo oxidado.

El vuelo
y su constancia de migración,
pertenecerán a otro gesto.

Tu voz no anidará en mi garganta.






INERCIA

Permanecemos en estado de reposo,
una fuerza aplicada resbala
y queda en el aire una sensación
de perdón o amnesia,

qué posibilidad se escapa.

La inercia no funciona. Queda
la sombra que proyecta mi cuerpo,
no se detiene ante el aliento
que se esfuma entre las chimeneas desnudas,
los huesos frágiles se deshojan y ya,

el otoño cesa.

Poder borrar, el significado que adquieren
los objetos cuando no funcionan,
no es síntoma de derrota, se dilata
el paso de un estado a otro. Aparece el cansancio,

la sed.
Y la inercia, ya no nos pertenece.








INSOMNIO EN BERLIN

Desaparecemos,
tras la mirada de quienes se funden en la caída.
El ritmo permanece, cuando todo
gira lento.

Aquellos que antes fueron, ahora
mienten en su intento. Nada vacila
en su maquinaria visual, sólo respira el lejano recuerdo.
Y caemos,
como si de ellos dependiera,
hacia la fina línea que recorta
las pisadas

aquellas que siempre quedan,

como el reguero de espuma de un carguero,
o esa árida luz que penetra en la arena.







MECER LAS CUERDAS

El hueso, ahora, no sirve,
la humedad sigue naciendo esta noche en mi boca.
Un contrabajo se tambalea dentro,
rasga toda la furia.

(Aquellos hombres,
arrancaban todas las viejas traviesas
de aquel viejo carguero que mecía el mar,
allí,en las calles espejo donde nadie excavaba surcos ,
tu dijiste:
en otras ciudades esos surcos permanecían. Ellos tapaban la tierra.
Negaban la raíz del eje por donde necesitaban circular.

Generar consuelo o una distancia inversa,
aquel tramo de tiempo se quiebra.
Oxida la música, y la lluvia negra quema la ciudad,
mientras aquellos hombres duermen. )

Y es ahora, cuando
ese contrabajo soy yo, y todo muere en mi nuca.








FINLANDIA

Vibrar no es la palabra.

Incendios que borran con tiza
esa cremallera que vertebra tu espalda.

Describo con este tacto olvidado:
un paisaje horadado, casi agreste
en su espina, moldea un vaso roto.

Caen o brotan las palabras, casi
como castigo. Y yo imagino
un brazo o un niño, como forma
de escapar a la belleza.

Arde, más, el idioma.





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