YOLANDA MIRTA FRANCO SAGUÉ ( Santiago de Cuba) Instructora de Arte. Poeta. Maestra primaria. Jefa de la Redacción Infantil Juvenil de Tele Rebelde/Tele Turquino durante dos décadas. Miembro del Taller Literario José María Heredia y del Ancón Literario de su ciudad natal. Creadora de la Peña Artístico Literaria Minerva. Su poesía integra la antología cubano-guatemalteca: Del quetzal al tocororo (2009) y ha aparecido en diversas publicaciones, entre ellas la revista AIR (Málaga, España)
Presagio
Ante esta puerta
adivino las sombras
que al abrigo tenaz de la memoria
han estado en vigilia
y a veces merodean
catapultadas en el polvo.
Fuimos felices huyendo de la lluvia,
(la adolescencia en inocente vuelo)
lo fuimos reinventando sueños
sin presentir el giro de los rumbos.
Detrás de las valijas llego luego el silencio
cuando quedo mi mano gironada
y a sus espaldas un abismo salobre.
Hoy clamo ante esta puerta un después,
más, en el envés del roble presagio
su llave a la deriva.
Paradójica sombra
En los resquicios de mi ventana,
cauteloso de miedo se va el polvo
y tú con él,
Como un rito tejen sombras las arañas
y resiste entre la urdimbre tu paisaje desnudo.
Aunque te esgrimes capaz de abrir cerrojos,
con su ir y venir sorprendo al labio
cercenando tu nombre.
Ahora presiento entrever por las hendijas
paradójica sombra golpeando sus maderos.
Ángel mujer
(A Carilda Oliver Labra)
Vi un ángel mujer sobre el asfalto
con insomnio de fé y alas dispersas
sin otra brújula que sus ojos de ave,
iba en busca de un río indescifrable
donde bailar desnuda
y entregarse como la luz, tan viva,
ajena al diluvio de los soles.
Detuvo los relojes,
hizo del dominio de las aguas
el comienzo y final de su maresma.
Hubo entonces sonrojo anidado en la arena,
luz y pasión en sus manos rocío.
Hubo parto de versos.
Arco tensado
Fragmentada por inusitados laberintos
desando del brazo de un simulador
cree todos mis artificios y leyendas
y me hace ánade saltando del abismo
a la paz o la impaciencia.
Provoco una contienda y emigra su antifaz.
Germino con manos repetidas en pedestal de vidrio
esparciendo graffitis que son señales.
Dejo atrás polvo y argucias
y reinvento caminos con el arco tensado.
De no ser yo
querría ser un ave alejada de tirapiedras,
ser amada constante por las frondas,
sin jaula ni ventanas cerradas para domar el viento,
trinar a los oídos los cánticos más puros, inventar asombros,
alzar aldabas, abrir todas las puertas
y pararme en puntillas para tocar el cielo;
pero soy yo con alas impacientes
enfrentando los miedos de mi madre
que ahora es niña,
nieta,
otra vez niña y nieta de su nieta
tutora oponente con memoria extraviada
susurro presagio que se apaga lento.
Hoy quisiera ser ave para alzarla
por el laberinto de los buenos recuerdos
y que sueñe que juega con mis alas
hasta el mismo centro de mi universo.
Tras la rendija, muerte
Te repites Ana, tras la rendija
donde el pan nuestro de cada día es el miedo.
Te hallas esta vez entre el Tigris y el Éufrates,
o en las tierras de Jesús, niña toda de blanco.
Ya no judía, temiendo a los judíos
¡Cuánta contradicción hay en tu muerte¡
Reiteradora, injusta¡
Sólo que te repites sin saber el por qué
en la muerte de todos.
Son otros los que ordenan la ejecución.
Pero también los mismos.
Sólo que, Ana Frank,
No les darán tiempo para escribir su diario
ANTÍDOTO DE LA RUTINA
Amanece en mi calle un sábado vedado de lluvia,
a viva voz, de mañana una mujer
exhibe su impaciencia, su amor o desamor,
mientras enmudecen gorriones en las cornisas.
Hacia un balcón gravita en sigilo la muerte,
alguien arropa su imagen
luego hace del amor un sonajero.
Sorprendido por un tímido sol
un piano esparce sus secretos
por los patios dormidos
yo, vivo o muero cada día en mi calle.
Desatar el tiempo
La reja no deja atrapado el desvarío,
porque a saltos la razón se va de fiesta.
En un banco olvidado mi risa trepa
y aguarda postrera entre los dedos.
Gime el deseo lentamente
disfruta con el rocío
vistiéndole los miedos.
Es necesario desatar el tiempo
cuando libera al mundo sus quieros torpes
y la ciudad flamea como mi cuerpo.
Solo credo y razón
Se inventaba un par de remos
o un par de alas
desde que fue reto el horizonte
y mi sombra aún protegía su sombra.
No logré descifrar crucigramas
en el rostro que partía.
He aguardado en las horas del abismo
donde contaba historias,
responderlos acertijos de sus rumbos.
El tiempo no es aliado.
Un barco de papel carenó en otra playa
y desgarró sus velas.
En el límite del tiempo
Emigra mi efigie por el tiempo
sus misterios trepan de hito en hito,
sorprendidos.
Soy un duende que reta a otro duende,
no temo a las escaramuzas
ni al polvo de los acertijos,
estreno el equilibrio
entre sombras y gatos trasnochados.
Una libélula transita por el límite
del tiempo
cuando la sin razón eterniza
y el amor se entrega con la lluvia
golpeando la ventana ajena.
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