GIULIA ANANÌA
(Roma, Italia)
Joven cantautora y poeta. Su primer libro de poesía, Nessuno bussa (Zone editrice, Roma, 2005), ganó tres premios nacionales, entre ellos el Premio Camaiore. Tiene una intensa actividad en directo que la ha llevado a tocar y a cantar en los más importantes festivales y teatros nacionales. Colabora con los más famosos músicos de la escena romana.
Estos seis poemas son inéditos en español.
Traducción y nota: Emilio Coco
YA NO me pregunto si pasará
la sensación de ese Dios embarazador
agazapado sobre cualquier esperanza mía.
Lo he oído hablar demasiadas veces
y no de tan lejos.
Vosotros decís: es su distancia que sofoca —
pero él se esconde detrás de rocas desordenadas
se aferra a su catalejo imparcial
y raspa su garganta sin parar.
Los cabellos sobre los ojos
ahora estoy ciega
ahora y una vez más ciega
olvidada como una margarita
a mitad de su romántica
tortura.
El mesías
La chaqueta verde sobre los hombros
está desnudo el hombre que cruza la calle
desnudo el mesías que no tiene parábolas
que golpea con los puños su pecho afónico
nadie habita el continente mudo
y sin embargo interfonos hilos donde no se posan
gorriones — incluso longitudes
El mesías del día sin nombre
no corta la cinta de llegada
no hay podio para sus pies rudos
se dispersa en el vocerío tibio
de quien habla al silencio.
En el calendario no aparece como santo
ha resucitado y no da espectáculo.
Pétalos
Parece verdad
que el último residuo de primavera
esté desde hace años escondido
en el feliz hoyuelo juvenil
de un rostro ya ajado
y rendido al tiempo
que del tiempo se complacía
junto a las flores en el puesto
de una plaza tan romana.
Dos pétalos huyeron exhaustos
por el ruido del mercado
y dejaron en herencia polen
sobre esa mejilla protectora —
los demás se murieron encima.
Desde aquel instante ensoñado
No se suceden las estaciones
La gente muere o duerme.
que el último residuo de primavera
esté desde hace años escondido
en el feliz hoyuelo juvenil
de un rostro ya ajado
y rendido al tiempo
que del tiempo se complacía
junto a las flores en el puesto
de una plaza tan romana.
Dos pétalos huyeron exhaustos
por el ruido del mercado
y dejaron en herencia polen
sobre esa mejilla protectora —
los demás se murieron encima.
Desde aquel instante ensoñado
No se suceden las estaciones
La gente muere o duerme.
HE VISTO la figura sutil
y delicada de mis congojas
merodear por la mañana cerca de la cama
sencilla, nuestra.
La he visto hurgar en la soledad
tranquila que nos caracteriza
arrojar las cosas al aire
llevarse las manos a la cabeza
no entender nada.
Hacía reír
hemos sonreído juntos.
UN BOSQUE defendido por frágiles cañas
allí hemos esperado que nuestras
semillas no crecieran
han crecido las otras
otras manchas molestas
en el paisaje pacífico
nos han crecido las manos
que deseaban sólo aquellos frutos
no llamativos en nuestros días.
Nadie se pregunta si esperamos aún
pertenecemos ya al pequeño ciclo
de aquel bosque
pertenecemos a su arena húmeda
y lejana del mar
nosotros serenos fósiles esperamos.
Naturaleza muerta
En el fondo de la taza roja
yace mi memoria
leo que no hay un antes
y que mañana surge tu piel inerte
fruta que espera
ser mordida — serás casa sin puertas
pared que no se evade
¿y yo? Yo estoy madura
y me cogerás
para verme mientras me deshago
en la cocina lívida
Naturaleza muerta, naturaleza —
¿alguien me mira?
[http://www.elcoloquiodelosperros.net/numero23/esp23gi.htm]
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