viernes, 18 de marzo de 2011

3654.- JORGE GOMES MIRANDA


Jorge Gomes Miranda (Oporto, 1965). Poeta, crítico literario y traductor. Es autor de una obra poética amplia y consolidada en el paisaje literario portugués. En 1995 apareció su primer libro, O que nos protege, dedicado a indagar en las sombras del mundo familiar. Los títulos que publica a continuación testimonian el descubrimiento de la ciudad y del amor; luego se ve atraído por las sutilezas de la vida cotidiana y se encamina hacia el juicio de un mundo al que contempla con rigor y acritud. A estos libros iniciales siguen otros, cada uno dedicado a una experiencia poética particular. Y en este conjunto de títulos que reflexionan sobre un tema —la muerte, la música vocal, la vejez o la vida en los hoteles contemporáneos— destaca El accidente por la pureza de su construcción y por la novedad de un lirismo entregado a la perspectiva de los objetos.





Traducción: José Ángel Cilleruelo




ORDENADOR

Con un dedo intratable,
distraído borró
el trabajo de la víspera.
Como quien rasga la fotografía
de una casa deshabitada,
con paredes desvanecidas y ecos de pasos
por corredores insomnes.
Le quedaba porfiar
en ese traslado de cenizas
o sentir la llamada
de otro poema.

Libertad no conocía
sino la de despertar más temprano
al ímpetu de tu regreso,
palabra,
cuerpo que el lector siente junto al suyo,
antes de olvidar,

Pero en este momento tenía otras prioridades:
vestir al niño, preparar la mochila,
calentar la leche, no dejar que las tostadas
se quemaran, atento a la hora
para no llegar nunca tarde.

Después, frente a la pantalla,
si la llamase con un nombre
ella regresaría,
como regresan las aves
al cielo de marzo.

Por la noche, a veces, caía abatido.
Hasta que el niño entraba en su cuarto
y lo besaba en la cabeza.
¿Quién nos va a cuidar ahora, papá?






CUADERNO

Letra pequeña, indescifrable a la mirada
imprecisa; trazos, líneas de fuga
que se prolongan en las hojas siguientes:
ramas de equilibrio y tranquilidad,
canales que llevan el agua
del horizonte más oscuro
a la casa de la infancia.
Son rasguños,
restos de la memoria de un cuerpo,
estas palabras cuyo sentido
no me compete descifrar:
¿dónde empieza el amor,
el poder del pensamiento contemplativo
sobre la muerte?
¿Quién reina en el mundo
más allá del engaño y de la sombra?
Imagen de ningún dios,
envoltorio temporal de
un destino, soy;
el libre albedrío raras veces se le concede
a quien sólo posee los límites de ser
un simple artefacto humano.
Herida mano
que sobre mí desciendes desconocida,
calor nocturno
en el riguroso invierno de la página,
no tardes.



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O que nos protege, 1995

A veces tengo miedo de olvidarlo todo:
la casa donde nací, el recreo
del colegio, esas voces
que recuerdan un vaso de agua
en el verano.



Traducción: Verónica Aranda

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