viernes, 18 de marzo de 2011
3642.- ANDRÉS GARCÍA CERDÁN
ANDRÉS GARCÍA CERDÁN. Nacido en Fuenteálamo, Albacete, (1972), Andrés García Cerdán cursó Filología Hispánica en la Universidad de Murcia y trabaja actualmente como profesor de Lengura y Literatura en el IES Universidad Laboral de la capital. En febrero de este año realizó su tesis doctoral sobre La poesía de Julio Cortázar. Recientemente obtenía el tercer premio Ciudad de Pamplona de Poesía, al que concurrieron 350 poemarios procedentes una quincena de países, por su obra Curvas.
Andrés García, que anteriormente ya había publicado otros libros de poesía: Los nombres del enemigo, (1997), Los buenos tiempos (1999), La cuarta persona del singular (2002) y Viaje al fin de la mañana (2008) -con el que también logró el Premio Ateneo de Alicante-, se muestra especialmente orgulloso de este último galardón, «ya que en el jurado del mismo había figuras de la talla de la poetisa Ana Rosetti o de Jesús Munárriz, poeta y director de la Editorial Hiperión»
UN PERRO
(Frank)
Aquel era un perro milagroso. Si tenía sed, bebía en los charcos, lamía las nubes, acudía al río. Hubo veces en que lamió los ojos de su perra. Cuando ella se fue, ya no quiso nada. Se clavó los dientes en la carne y fue sorbiéndose la humedad hasta los tuétanos. Cuando ya no hubo nada, dejó que sus lágrimas mojaran su boca. Después se durmió. Como en un milagro.
SOBRE LAS COSAS
Las cosas están donde las dejamos. En este tiempo, que es el suyo, ni han crecido como madreselvas ansiosas de muro ni se han transformado en todo ese peligro que pregonaban. No han crecido y sólo son cosas. No son otra cosa, sólo son cosas.
en Curvas.
Colección Generación del Vértice, 80.
ESQUINAS
En más de seiscientas esquinas de Albacete he visto yo el amanecer, experiencia que no le recomiendo a nadie si no va armado de placer y exceso.
CREMA
Me besas en la boca, nunca había probado algo así. Tu besar es absoluto. Tu beso me busca sin prisas, husmeando en la comisura de los labios, fácil y tonto, con una juventud animal. En el sofá nuestros cuerpos como algas mecidas por la corriente en un remanso del río, entregados a la noche, paralelos en el deseo, encaje de bolillos de la ternura sobre la tela azul. Cuando te muerdo en la mejilla te estremeces, arremetes en olas lentas contra mis caderas. Te acaricio la espalda por debajo de la camiseta. Te agarro de las clavículas. Eres suave como la nieve. Me dejo caer en tus caderas como si cayera por un tobogán. Tus pantalones de pana son de color crema y nuestros cuerpos son crema.
Y mientras hacemos el amor, me das la mano izquierda, esto es, el subconsciente, los instintos, Pániker dixit.
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