José María Alloza Salgado.
Nunca quise escribir, ni siquiera el día que nací, allá por el 1951 en Barcelona; tampoco pensaba enamorarme, pero no hace mucho tiempo, casi ayer, me enamoré y empecé a escribir. No eran poemas, más bien cartas de amor, que con el tiempo se transformaron en algo parecido a la poesía, o eso dicen… Ahora se ha convertido en una necesidad, en un viaje interior hacia ese lugar, que en los tiempos de la acción consideraba como insignificante. Entre estos dos puntos extremos de mi existencia, una emigración a Francia, donde vivo, algunos estudios en la Universidades galas (una licencia de geografía, y una carrera de ingeniero en factores humanos-ergonomía) algunas aventuras guerreras, oficios de todo un poco -incluso político- amores y amistades que cuentan, pasiones como la vela, la montaña y leer, siempre leer…
Mi blog “Naranja azul”: http://amadeuspoeta.blogspot.com/
En Francés “Orange Bleue” : http://amadeus-orangebleue.blogspot.com/
Humo gris.
Nunca quise escribir, ni siquiera el día que nací, allá por el 1951 en Barcelona; tampoco pensaba enamorarme, pero no hace mucho tiempo, casi ayer, me enamoré y empecé a escribir. No eran poemas, más bien cartas de amor, que con el tiempo se transformaron en algo parecido a la poesía, o eso dicen… Ahora se ha convertido en una necesidad, en un viaje interior hacia ese lugar, que en los tiempos de la acción consideraba como insignificante. Entre estos dos puntos extremos de mi existencia, una emigración a Francia, donde vivo, algunos estudios en la Universidades galas (una licencia de geografía, y una carrera de ingeniero en factores humanos-ergonomía) algunas aventuras guerreras, oficios de todo un poco -incluso político- amores y amistades que cuentan, pasiones como la vela, la montaña y leer, siempre leer…
Mi blog “Naranja azul”: http://amadeuspoeta.blogspot.com/
En Francés “Orange Bleue” : http://amadeus-orangebleue.blogspot.com/
Humo gris.
Cuchillas afiladas
son las palabras, amor,
en el corazón, clavadas.
Pero escribe en poética ilusión,
dime te quiero con cálida pasión,
si puedes.
No, no, mejor calla, tu voz
en mi memoria acuna el hielo
de los tiempos sin cielo.
Circulo de miedo, sangrando,
en el silencio de una elipse
suspendida en un beso.
No llores, o llora, como quieras,
Princesa, como puedas.
Aléjate, amor, pero no te vayas,
porque no puedo vivir sin tus besos.
No sé reconocerla con claridad,
pero tal vez hay una razón,
a la existencia de la oscuridad.
Ausente, tú, queda el humo gris
de una evanescente sustantividad.
Bocabajo vuelan los pájaros.
Poeticémonos los unos a los otros…
Recito mudo, desnudando el cuerpo ofrecido,
perfumado de Chanel y en las esquinas besos
que desvelan, en el desorden enamorado,
interiores rosa de seda negra vestidos.
El saxo barítono despierta los fantasmas,
siluetas arrancadas a noches azuladas.
Ingenuo, había imaginado sobrevivir,
en tus brazos, a dos o tres noches estrelladas.
Parpadean ligeros neones mensajeros,
ilusas llaves de tus candados clandestinos.
Y es que, amor, desde aquel día que te conocí,
locos-alegres, bocabajo vuelan los pájaros.
Vía del arco.
La flecha apuntaba hacia el corazón del arquero.
Negro presagio
Un cadáver sonriendo
Recién nacido
Naranja azul.
Todo es ilusión, salvo el amor
acunado en los pliegues vaporosos
de un sari de tonos azulados.
Él es la imagen de un sueño;
Ella musita: ahora te deseo,
nos encerrarán como a dos locos,
pero poco importa, si es contigo.
Mas no te extrañes
del temblor de mis manos,
es sorpresa de un mundo nuevo,
que olvidó que la poesía
tuviera tan bonitas piernas.
Y sigo esperando,
hablo y escribo, buscando
respuestas a un silencio dorado
que resuena como negro adjetivo,
y es muerte de un tiempo soñado.
Aquel instante que carecía de miedo,
y oía, en tus susurros,
trémulos suspiros de deseo.
El neón poético perpetúa su vivencia,
en el extraño de las noches agotadas,
ciudad que sólo existe en la memoria,
ahogada barricada de hojas muertas.
No es que renuncie a vivir,
cierro los ojos -enamorados-
por no morir de tanta ausencia.
Me matas y no sé cómo evitarlo.
Sólo quisiera desaparecer,
un relámpago antes de la eternidad.
Y es que tengo sed de ti, nada más, sólo eso…
Fado.
Lejano silencio,
sombra que es asombro,
buscando paso a paso
el lleno que es vacío.
Vocal ofrecida
en el pliegue de un suspiro,
sintaxis de un rascacielos
en el azul del cielo.
Eje del enigma
disfrazado de poesía,
pacto inevitable
en las intermitencias de la vida.
Hilo aventurero,
vieja luna de un verso,
más allá del tiempo
y la metamorfosis.
Será resonancia de tu voz
en el ritmo de mi cuerpo.
Funámbulo.
Funámbulo sobre el hilo del deseo,
corazón enlazado en el fuego temerario,
besarte el alma quisiera, mi bien amada.
Y en la tarde excelsa del otoño,
en un silencio decoroso,
suavemente acariciar tu mejilla.
Palabras desnudas dibujando,
un arco iris de sabanas eternas,
paginas abiertas hacia el infinito.
Y al amanecer de la noche anhelada,
con el perfume de la piel en las yemas,
beber el nuevo día, en la copa de tus entrañas.
Viaje a Raron.
La luna se desliza en el alba
bailando palabras que rompen
como las olas desplegadas
contra el muro de esa terraza
que vive para mirar el mar.
Brazos rodeando las piernas,
el mentón sobre las rodillas,
llegan los ruidos de la mañana
al café de las dulces madrugadas.
Pronto iniciaremos un largo viaje
-ella no lo sabe todavía-
un viaje dibujado en las curvas
cuando el sol pinta sombras
que se alargan en las fachadas
y los grillos cantan casi nanas.
Subiré por las calles empinadas,
abriré su puerta
y mirándola a los ojos,
tan profundos como claros,
le diré : - ¡ven, nos vamos!
Su mano en mi mano,
muy ligeros de equipaje; un libro
y un cuaderno de escritura.
Haremos un viaje sin etapas
las únicas paradas serán deseos
desafiando al tiempo y a la muerte.
Visitaremos a Rilke
cerca de la antigua iglesia de Raron
le dejaremos en ofrenda una promesa,
un poema azul y un pétalo frambuesa.
Después será inútil fingir los sueños
en la constelación de astros muertos,
será inútil despertar,
porque comprenderemos lo que no se ve.
Ella no lo sabe todavía.
Plegaria.
Dios mío,
nunca te pedí nada
ni honores, ni gloria.
Me conformé con los restos
lo que nadie quería
el sudor
y el grito de los heridos.
Solo quise
el coraje en la batalla.
Hoy Dios mío te pido
unos días a su lado.
Te pido unas horas,
casi nada.
La esperé tanto tiempo,
tanto tiempo…
Dios mío dame une noche
una sola noche con Ella.
Después podrá llegar la muerte.
Casi azul.
Al amanecer
del mundo y de los idiomas,
en la madre selva original,
bailaban vocales, libertinas.
En el vaivén de tus caderas
leo, en mas condensadas,
las notas de mis pensamientos.
Quisiera
de la lucha sangrienta escaparme,
y bajo la cálida luz de la lámpara,
en tu entrepierna refugiarme.
Y encontrar, en la cavidad
de la tierna evidencia,
parcelas de eternidad.
Lía-me…
Acantilado de dulzura,
felizmente venenosa,
líame
allí donde mi cuerpo descubre
los latidos de tu intimidad.
-
Hipóstasis deslumbrante,
de caricias penetrantes
que rompen los diques
y, tentaculares, los cuerpos
son espléndidos despojos.
Humedad de sonrisas y suspiros
mientras dos gritos tintinean
en el roce de palabras desnudas
y nacen silencios.
Homenaje a tu cuerpo,
tal vez el deseo se deleite
de un poema hambriento,
caricia en tu mejilla y rito.
Tal vez todo es más simple
que abismos y símbolos…
Lía-me…
Alma de mujer.
Tus piernas rodeando mis caderas;
Anudan una íntima conversación;
En cada latido de la sangre acelerada.
En el silencio de un nocturno;
De una caricia nace un mundo;
Bautizado de un íntimo rocío.
Lo que quiero;
Lo que quiero es morir contigo;
En los pliegues de tu risa y de tu llanto.
Perro andaluz.
Quise acariciar su tierna carne verdadera;
Las palabras decían: Ella está cerca de ti,
inmensa soledad, exacta en el lindel de su piel
Quise escribir en las líneas de su mano,
comediante a la orilla de un acantilado;
Besos que deseaban el cuerpo entero.
Quise enjuagar mi corazón en la lluvia,
despertando un sueño de primavera,
con la afilada hoja de una navaja.
De rodillas en las tinieblas
cercenaste mis parpados.
¡O tú! Mi amor soñado.
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