lunes, 8 de noviembre de 2010

1967.- PEDRO PROVENCIO


En la foto: Pedro Provencio y Jean-Marie Gleize.


Pedro Provencio. Nació en Alhama de Murcia en 1943. Es Licenciado en Filología Hispánica. Fue Asistant Teacher de Español en Londres y Lector de Español en las universidades de Saint-Etienne y Lyon (Francia), donde amplió estudios de Lingüística. Ejerce como Profesor de Enseñanza Secundaria en Coslada (Madrid). Ha sido Asesor Técnico Docente en el Ministerio de Educación durante diez años. Está casado y tiene un hijo.

- POESÍA:
Tres ciclos (1980).
Forma de margen (1982).
Es decir (1986).
Tiempo al tiempo (1991).
Embrión (1991).
Deslinde (1995).
Modelado en vacío (2001).
Eso y nada (2001). Plaquette.
Ciento cuatro días (2003).





HOMENAJE A MATERIAL MEMORIA

Para decir lo justo
hay que decirlo todo
y arriesgarse
a que el exceso minucioso hiera
exactamente donde
la voz coincide con su propia historia.

Porque el lenguaje tiene una justicia
ilimitada.
Y no perdona a nadie.






IDA Y VUELTA

Si yo tuviera un sitio adonde ir,
me iría a un valle azul que ya no existe
donde a las hierbas tiesas tanto les gusta mi
anhídrido carbónico.

Si yo tuviera un sitio adonde ir,
me iría a un pueblo en flor que ya no existe
donde el odio estercola los naranjos
y el amor quiere irse.

Si yo tuviera un sitio adonde ir,
me iría a una casa hecha de tierra
y de nidos de araña donde alguien
que ya no existe sueña.

Si yo tuviera un sitio,
un rodal requemado adonde ir
para ahorrarle a mi imaginación
el esfuerzo de hacer como que existo,

me iría a ver cómo le ciega el sol
las gafas a mi padre mientras oigo
en su voz o en la mía, ya no sé,
"tú de mí no te escondas cuando quieras llorar".

(De Tiempo al tiempo, p. 22, 1991).







Fronterizo

Aquí está el cerco.
Acaba de cerrarse, justo a tiempo
de evitar que te quedes dentro o fuera.

Se han cumplido tus cálculos:
giran las huellas pero no los pasos,
y si se reconocen no se encuentran.

Sigue adelante,
ahora que para ti se ha hecho habitable
la perpetua frontera

entre la dispersión y la presencia.






Luz En Desarmonía

Luz en desarmonía
entre las dos imágenes que emergen
del blanco incuestionable.

Dos surtidores que al mirarse
pierden identidad y se vacían
hasta quedar a la intemperie

de su sed. Ya no pueden
resolver ni eludir la interrogante
mutua que los confina

en un nidal de transaprencia crítica.

Es el vacío explícito
de la mirada lo que buscan
las manos a lo largo de la piel.

No hay más respuesta ni más rumbo
que los ojos mirándose
desde la sombra de la lucidez

para hacer segregar a todo el cuerpo
jugo de voz, y a toda la presencia,
forma de solo ser

el instante que, en vez de pasar ve.







LA NOCHE DE ANTONIONI

“¿La quiere o no la quiere?
Sí, muy bien dirigida, qué realismo, oye, mañana
a qué hora vendrás, muy guapa,
pero tiene ojos de miope, no te olvides
de llamar a Maruja,
y nuestro escritor qué dice,
¿la quiere o no la quiere?”
Y yo qué se.
Y qué importa saberlo.
Sólo sé que esta noche tengo que hablar.
Siempre digo lo que tengo más cerca.
Por eso me acerco a las cosas, a ti,
sin pretensiones fáciles de convencerte.
Hablo,
y cuando ya no tengo nada cerca, y vosotros
bostezáis las palabras, que ya es tarde,
sigo en pie, siguen vivas mis manos,
acostumbradas a poseer tan poco.
Una llanura así, como al final, como estas calles,
de madrugada, cuando la ciudad es distinta
y nosotros callamos o cantamos sin saber por qué.
Huecos que nuestras manos no colmaron
porque no poseían, porque siempre
algo quedaba lejos.
Quizás desesperadamente
pero qué página hermosa
si el abrazo nos hiciera callar,
cantar como esta noche.
“No digas nada.
Estará inspirándose. Mañana me lo cuentas”.
Mañana no. Esta noche, esta noche es cuando
hay que decir y hay que escuchar.

De “Poemas para escuchar”



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