lunes, 8 de noviembre de 2010

1959.- JOSÉ LUIS REY CANO


Nace en Puente Genil, Córdoba, en 1973. Comienza a escribir prosa en la infancia, deslumbrado por la lectura de Hoffmann, Walter Scott y H. G. Wells. Desde los catorce años escribe poesía. Fue Lorca el poeta cuya lectura le abrió los ojos y le mostró el milagro: mediante la palabra, el hombre podía crear el mundo. Rimbaud, Rilke, Eliot, Juan Ramón Jiménez, Dylan Thomas..., aumentan su vocación y hacen de su adolescencia un tiempo único y dorado. Estudia parte de la licenciatura de Derecho y se licencia en Filosofía y Letras en la Universidad de Córdoba. El 7 de septiembre de 1996 conoce en Barcelona a Pere Gimferrer, a quien siempre ha considerado el poeta más grande que ha dado España en la segunda mitad del siglo XX. El mismo año, publica su primer libro mediante el accésit del Premio Adonais. Ambos hechos marcan su inicio en el mundo adulto y en la poesía española: poco después comienza a trabajar como profesor y publica La luz y la palabra (Visor, 2001).

-POESÍA:
Un evangelio español (1997).
La luz y la palabra (2001).
La familia nórdica (2006).
Barroco (2009). Premio Internacional de Poesía Loewe.

- OTROS:
Caligrafía del fuego : la poesía de Gimferrer (1962-2001) (2005).



País Poético en Rochester.

Cuando la tierra sea poesía
volaremos despiertos por detrás de las nubes
habrá una estrella en todos los tejados
y veremos las cosas que hasta entonces no vimos
la luna rubia baña los hoteles
hay una fiesta en el ático muchachas con los ojos de cerveza
bailar con ellas mientras se hunde el mundo
en la violeta claridad de junio
con monedas de espuma saltando en el bolsillo deseando volver
y contar la aventura a los amigos
mirad éste es el cielo
os haré un mapa con palabras verdes
aquí está la verdad aquí está la belleza cuidado con el bosque
seguid este camino para entrar en el oro
aquí está la ciudad donde es imposible morir
comprad su luz famosa
llamando a las ventanas llegar tarde después
nuestra vida empapada por la lluvia naranja
ya lo veis ya lo veis
os dije que podíamos cantar
y entraremos cansados de volar
en una casa llena de manzanas
donde todo es muy lento y el mar aún no ha nacido
todo eso será cuando vivamos
cuando la tierra sea poesía

(De La luz y la palabra, Visor, Madrid, 2001)





BALTIMORE

Para María José

Te quiero porque hay nubes amarillas
tu vestido en la lluvia
campanillas azules en los pies
se quieren cuando entra lentamente la luz

Te quiero cuando llegan los piratas
y la luna y la arena son todo mi tesoro
y acabo de lavar la ropa de los niños
y he perdido un recuerdo
los he visto quererse flotando sobre el mundo

Y ella tuvo la espuma yo la quise en el aire
y cogió él la luz cuando os besabais
nos queremos callando se quisieron a gritos
y las islas subieron y tocaron el sol
sí la quiso desnuda te he querido y dormías
en un mar infinito y un planeta naranja




PLENITUD

Cuando murieron los poetas ingleses y franceses
la rosa florecía.

Cuando murieron los húmedos poetas alemanes
la rosa florecía.

Cuando murió Montale y el cielo se llenó de diamantes asmáticos
la rosa florecía.

La rosa florecía
cuando murió también Whitman el núbil.

Verde siempre el vestido de este aire.
Yo vivo con la rosa que no muere.






EL AZUL CONQUISTADO

y estabas tú esperándome, he venido,
el fuego es del tamaño de tus ojos,
el cielo es del tamaño de tus sueños,
el mar,
la campana dormida que al insomne
le da frutos felices, todo estaba
en ti, porque tú estabas esperándome,
te he visto al recorrer la Vía Láctea
en un coche de espuma, al despertar,
te he visto cuando cantas, cuando miras,
cuando pasas y no quieres quedarte,
no conocí a Goethe, pero siento
que tal vez fue sencillo, que no quiso
ser sólido: ¡más luz, más luz!, decía,
y quizá para él fue sólo el día
un pétalo y no tanta sombra seria,
la tristeza alemana, que no entiendo,
sí conocí el relámpago que hiere,
la noche mineral, la piedra viva,
el día que es inmenso, el delta puro
en el que desemboca la palabra,
el siglo XXI, un día claro,
sí conocí la luna que dilata
las pupilas vacías del poeta,
porque el poeta vive en el no ser,
el no ser nadie para serlo todo,
en una tarde azul cantaba el agua,
libélulas y sol, la ceremonia
para el embajador de la grandeza,
el gorrión que trae luz en su pico,
cuántos hombres viviendo sin saberlo
aunque lleguen mensajes, ignorando
que su casa es el aire, el lugar único,
y ése es el milagro: son hermosos,
andan dormidos, como anda el viento,
simples y buenos, como el mismo día,
pero yo quiero más, quiero tu nombre,
tu nombre, el vendaval lúcido, entero,
tu nombre en el silencio de mi vida,
quiero verte otra vez, en el espejo
marino de las nubes, en el aire,
disuelto en ti, vencido,
después tu ser, después toda la tierra,
este mundo que he visto en estado de gracia,
¿recuerdas, di, la brillantez de junio
que desnuda impulsabas desde el cielo?,
porque entonces te vi, te vi temblando
pasar envuelta en nada, ola de aire,
por los pasillos de un palacio pobre
donde fui tan feliz soñando el mundo,
te vi entre libros, fórmulas y estrellas,
despertaba mi alma y me llamaste,
catorce años, fuego o paraíso,
qué terrible poder acepta el junco,
qué reino tan hermoso era la tierra,
y es difícil vivir siempre en la luz
para quien va creciendo, descielado,
quise vivir y no quise más sueños,
busqué el amor para olvidar tu hechizo
y en él estabas tú, cómo saltaste
de pronto de sus labios, sonriendo,
subiendo hasta la cima de los árboles,
llenando el aire, entrando en tu alta casa,
poniéndola de nuevo limpia y fresca,
si alguna epifanía hay en el mundo
es ésa, es tu existencia: antes, después,
los hombres inventaron teorías,
soñaron a otro dios que los ampare,
curvaron el espacio y fueron tiempo,
ceniza que crepita y después nada,
pero hay diosa, no dios,
y no hay teoría en que no estés,
no hay espacio que tu pie no pise,
no hay otra ciencia que tu voz secreta,
no hay otra fe que no sean tus ojos,
y yo te he visto, y sé que tú vendrás,
vendrás cuando la noche hunda ciudades,
vendrás como una larga madrugada,
vendrás como los barcos de la aurora,
vendrás como la luz enamorada,
te he visto y me has salvado y después de
tanto tiempo viviendo junto a ti,
desde dentro de ti,
después de la campana verde y suave,
de la lluvia en la escuela, de la vida,
después de tantos años tristes, solos,
estabas tú esperándome, he venido,
y ahora es justo el silencio, porque todo
lo tengo ya, soy ya el hombre límite
en altas olas de hermosura y luz,
el hombre que ha cantado y puede ahora
callar para ser canto,
y toda esta vida que yo tuve,
la adolescencia, el agua, el árbol alto,
la tendré siempre, porque estaba en ti,
yo era la semilla y tú la lluvia,
estabas tú esperándome, he venido,
y contigo me quedo, poesía,
en ti me quedo, en ti entro a mi casa,
me quedo en la alta cima de tu ser,
¿cómo puede olvidarte quien te ha visto,
quien a pesar de todo fue feliz,
quien tuvo entre sus manos la mano de la luz,
quien conoció el amor y vio las hojas
temblando de alegría, quien te quiso,
quien tuvo tu presencia, cómo puede
olvidarte quien nace y ha vivido?




CANCIÓN DE CUNA 1870

Un niño se ha perdido.

Por el camino de niebla
son fantasmas los olivos.

La iglesia está cerrada a cal y canto.

Ya no suena la música. Es domingo.

Barco pirata, el pueblo está hechizado.

Del cielo se desprenden los erizos.

Un ángel llora. El puente ya es violeta.

Han muerto los burgueses. Y un suspiro
se escucha al alejarse la carroza.

Rimbaud sueña con lobos y con lirios.







FRAGMENTO NÚM. 8 DE A ORILLAS
DEL GRAN SILENCIO

He vivido en el aire.
Hecho de aire, en el aire estuve.
El mundo era ligero y fui su dueño.
He visto lo más alto.
Vi las lunas de Júpiter florecer y estallar,
vi caer la nieve en Túnez,
la playa azul de Persia.
Los muchachos ahogados en los fríos desvanes,
el invierno y sus botas de luz verde,
la rebelión de pueblos invisibles.
Aquellas escaleras al fondo de mi casa y yo creía que llevaban al cielo.
La infancia como un órgano sonando, como una tempestad.
Y otra vez el día claro, el deseo de ser.
Pero sólo seremos una huella en los árboles.
Libros, tierras, amigos: todo va a la deriva.
Aquellas noches, viernes, a los catorce años,
imposible quedarse, aquel amor tan grande,
aquel proyecto famoso, aquel temblor, abril, aquella mano,
aquel colegio lento bajo el agua,
aquel nombre que creíamos ser,
aquel miedo, aquel cuerpo.
Así me vi pasar.
Quién detiene al que flota, he vivido en el aire.
He visto imperios disueltos en el aire.
Soy príncipe del aire.

Y el poeta con los ojos abiertos vivirá durante cien siglos en el aire.

De La luz y la palabra




PARA LAURA

Es la infancia otra vez, su peluca de bosque.
Y así como los pájaros perdonan
he aprendido que el día es un cuarto cerrado.
Ábrelo, tú que sabes.
Y las ciudades saltan y volvemos a ver.

Me he perdido en la casa.
Las estrellas manchadas de betún
no daban nada más a quien todo lo tuvo.
Volé con mis hermanos en la tierra amarilla,
amé el sur de las cosas
y el poder asombroso de un cantante:
dominar lo invisible,
planear invasiones, escribir en el agua,
decretar que eran míos los pasillos del cielo.

El tejado, las ranas croando en otro idioma.
Las cerezas estallan en la frente
y esto es sólo una vez.
Ya tengo treinta años, tú vas a cumplir uno.
Mañana te diré: yo estuve ahí.
Y perdí mi país como tú lo has ganado.
En tus manos Petrarca
es sólo este gorrión.

Pero contigo vuelvo a abrir el mar
y llevo en el bolsillo las llaves de la lluvia,
y el violín de los gatos, y la sal, que sí baila,
y el lápiz del silencio, para pintarle a abril ojos y pies.

Aprende, niña mía.
Los hombres no morimos; solamente
aprendemos a ver
en la ventana rota, mordida por el sol.




PRUSIA

La realidad quería anexionarnos.
Estaba encaprichada de nosotros; nos vería tan jóvenes y fuertes.
Abrid grietas en el cielo y pronto,
pronto, pronto, las minas,
la rubia catarata.
¿Qué quisieron quitarnos?
Este don de cantar y hacer océanos.
Y ahora que lo dices qué muchachas vivían en la luna.
Poetas torturados, las corbatas ardiendo sobre el bosque.
Y los buitres que sueñan un lugar junto a ti, bibliotecaria
muerte.
Así era todo entonces y todo estaba allí.
Al zarpar el salón viajábamos al sur,
libélulas felices de la infancia,
mercados amarillos, los ángeles segando el mediodía,
una historia de amor.
Y al volver las patrullas, sus pasos como clavos sujetando las calles,
el desfile del mar.
Los muertos visten uniforme verde, sonríen en silencio, son marciales
y no dudan de nada.
Y en oscuros desvanes la conjura pequeña,
en el metro encendido el país de los ogros.
Los conspiradores tienen ojos de fresa, son los sastres del sol
y nadie nunca les regala nueces.
Pero qué importa, ved
lo que escribe la lluvia, ved las faltas
de ortografía que comete abril.
Qué pocas cosas sabe nuestra niña,
está aprendiendo a hablar
y ha salido mandona, fíjate.
Tú y yo venimos del hotel invierno, los bailes bajo el agua,
las ventanas morenas, la mañana ladrando en el jardín
y le dimos un hueso, un poema famoso.
Ver manzanas subiendo
y pueblos sin historia cenando en la terraza,
pasear por la tarde, buscando el mejor modo
de decorarla y de decir aquí
pondré una infancia, el cuarto del deseo estará allí.
Si yo pudiera con la voz antigua
decir una verdad,
pero toda verdad espera a sus obreros.
Y no ser nada es nuestra juventud,
nuestra fama de pez cosiendo otro futuro.
Las olas han cubierto la escalera dorada que bajaba al olvido.
Allí había una escuela, una mujer con pelo de guisantes,
el pijama del sol en la bañera,
el arpa de los pájaros,
tantas armas inútiles que contarlas sería inventar la tristeza.
Las tropas verdaderas tomaron el país,
el coche del ministro intentando flotar,
las banderas caídas en la hierba, las sábanas del topo,
la versión oficial sobre el ser y el no ser, y siempre chimeneas.
Pero si ahora dormimos veréis la eternidad.
Y la física estalla porque a veces volamos.
Abro los ojos y el verano crece.
Ay cómo salta el mundo cuando canto.






APARICIÓN DE VENUS EN LAS BAÑERAS DE HUNGRÍA

Mis niños con las manos perfectas de robar.
Mi maleta llena de pájaros.
Los ladrones volaban
y esperan cada tarde el momento adecuado,
mi dinero, mi vida,
y espían los milagros y siempre tienen sed.
Y entonces, bajo rosas, a ciegas, entre el cielo,
en todos los tejados, dilo así.
Y di cómo soñábamos,
y quiénes fueron jóvenes,
y quiénes sumergieron sus vestidos
en la harina solar para ver otros días
y nada se les dio.

Y es que a veces las lágrimas incendian los desvanes,
resbalan lentamente, no suenan al caer.
Y los ahogados llegan a las panaderías.
En los cines burbujea un volcán, bailaremos tal vez
un día transparente.
¿Cómo estás?, no conozco
girasoles en tierras submarinas.

Y algo así, sin embargo, una muchacha de luz
abre la puerta del alba
y está desnuda. La borrasca brilla en sus pechos.
El mundo es amarillo, nadie quiere morir.
Pero una raza de ladrones vuela.
Su pulsera, su gracia, sus palabras,
aquel tacón de mayo clavándose en el mar.
Vivir es estar dentro de una huella encendida,
cantar como las sábanas al sol, la hierba en las terrazas.

Qué misterio después: por los grifos abiertos sale el día,
desbordando la tierra sale el día,
sale el día
y no sabemos nadar.
Ay quién querrá subir, quién dirá soy cartero
Y contará la historia,
llevará las palabras más allá de la niebla
y dirá cómo éramos, qué cosas tartamudas nos gustaban,
qué alfabeto de arena en la boca de un príncipe.

En el cuarto de baño se evapora el amor,
un poema es un eco,
un poema es un eco.

¡Nuestra Señora del Verano vive!
Dentro de su tacón están los Andes.
Y cuántos francmasones
se reúnen a oscuras detrás de su rodilla.
En las calles más frías, en su hermosa nariz
nos creímos a salvo, pero ahora
estamos obligados a ser música.
En mi ventana culta seré joven. Allí he visto caer
enormes tulipanes, los pendientes rosados que se puso
y el vestido estampado de la infancia.
Un día volverá
y aquellos que la amaban ya serán su cabello,
saltarán en sus ojos, bajarán por sus brazos.
Su respirar eléctrico será resurrección.
La muchacha amarilla nos ha visto robarle
y nos alza en su mano, quién podrá
resistir un momento, acercarse a su oído y en voz baja
decirle que nosotros, tan frágiles, la hicimos.

De La familia nórdica

No hay comentarios:

Publicar un comentario