sábado, 6 de noviembre de 2010

1912.- LUIS SÁNCHEZ VERDEGUER


Luis Sánchez (Valencia, 1957) es licenciado en Filosofía. Tras ejercer como profesor de secundaria, colabora en diferentes medios de comunicación e imparte cursos de escritura creativa, actividades que compagina con el dibujo de humor. Sus primeros textos datan de finales de los años 70 y, desde entonces, ha cultivado poesía, narrativa, teatro y ensayo.
Y diga lo que diga el autor, el resto es ya esfuerzo que debe realizar el lector.

-POESÍA:

Incienso en lluvia (1989).
Arcanos violines (1992).
Cáncamo (1995).
Varices de cristal (1997).
Poesía ¡al límite! (2000). AA.VV.
Antología del Grupo Corondel (2000). AA.VV.
Caminos de la palabra, nº VII (2004). AA.VV.
A contracielo (2005).

-NARRATIVA:
Un viaje (2003). AA.VV.




ENCUENTROS (1999)

Me llora tu mirada
en cada poro abierto
de mi lánguida piel,
que es tu piel poblada de ausencias,
mientras mis dedos, doloridos
por tan larga espera, trazan
tu contorno de jazmín y sombras
al amparo de viejos recuerdos.
Y tus labios se confiesan al aire
rompiendo así un silencio ancestral.
Un suspiro caldea la memoria:
palabras de deseo, deseos hechos palabra,
para estrujar la carne y devorar los huesos.
Ya no merodean por la destartalada noche
fantasmas majaderos o espíritus errantes,
la claridad puso, al fin, orden
entre tanta confusión
y su luz vespertina viene, ahora,
para ahuyentar los crujidos de la madera
desterrar unos pasos imaginarios
o acallar las voces del más allá,
porque no existe otra magia
que la de las emociones.
Atrás quedó, también, el miedo al ridículo
el orgullo, la vanidad y el frío solitario.
Ayer fue la vívida imagen sentida,
atrancándose frente al espejo,
la que oculté una y otra vez
bajo la línea de mis hombros;
pero hoy es la huella real
de tu presencia evidente
la que me confirma con fuerza
en el mutuo reconocimiento.

(Del libro A contracielo, Edit. Devenir,
Madrid, 2005, pp. 34-35).





LECTORES

Hay quien lee las estrellas
la palma de la mano
las huellas digitales
las heridas del amor
los posos del café
la sonrisa de los labios
las cartas del tarot
las vísceras de una paloma
las páginas en blanco
los aditivos alimentarios
los lunares, las uñas
el iris o la cara entera.
Hay quien lee en el autobús
en la playa, en un bar
subido a una farola
metido en la bañera
en braille o en esperanto
con lupa o con prismáticos
con el culo al aire
con bufanda y paraguas
incluso entre líneas
y con la luz apagada
o en el lugar de trabajo
y hasta en una biblioteca.

(Del libro A contracielo)







LECCIONES DE VIDA

Ahora sé, después de tanto pelear
con unos y con otros y hasta conmigo mismo,
que cada estrella vela un sueño imposible
que nuestra sombra es una segunda piel
y que, por muchas mujeres que conozca,
jamás llegaré a besar el horizonte.
Ahora sé, después de presumir de sabio
y de necio, que lo fundamental
cabe en la palma de la mano,
que no hay dietas milagrosas
fórmulas magistrales, limbo, paraíso
ni adosado a precio de ganga.
Ahora sé, después de haber hablado en exceso
y de haber llenado cientos de páginas,
que es mejor reposar desnudo sobre la tierra
bañarse en la caricia limpia del sol
escuchar la palabra muda del viento
o ver la sonrisa blanca de las olas.
Ahora sé, también, que a Vicente Ferrer,
a Modigliani, a García Márquez
o a don Santiago Ramón y Cajal
no les llego ni a la suela de los zapatos
y que sin ti, vida mía, el aliento
se me quiebra de insomnio cada noche.

(Del libro A contracielo)







INSTANTE FELIZ

Nos inundaba un silencio tan cálido
que hasta el tímido ronroneo
del frigorífico se mezclaba
con el ritmo de las olas,
y hasta la brisa era capaz
de curvar el horizonte
con su aroma de tomillo y salvia.
Una luz tostada ponía
la tarde sobre nuestra piel;
el color de un beso invisible
alumbraba el espejo de nuestras
miradas, y mientras el tiempo,
acompañado de palabras,
correteaba por la orilla,
nosotros sonreíamos mar adentro.

(Del libro A contracielo)

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